La República Democrática del Congo se ha convertido en el prototipo de países en conflictos complejos e interminables. En este país más grande que cuatro veces España, no hay un conflicto sino varios conflictos. Algunos conflictos son de tipo político, otros de tipo étnico y otros de tipo militar. El conjunto resume la situación actual de pobreza y de frustración de un país que tiene todo para convertirse en una potencia económica. Sin embargo, su desarrollo tendrá que esperar.
Hay que situar el origen del problema en el largo reinado del mariscal Mobutu Sese Seko quien dirigió el país de 1965 a 1997. Fueron 32 años de expolio total del país y de instalación de una corrupción mental y política en todos los estratos sociales. El mismo habría dicho: "après moi, le chaos", es decir, después de mí, habrá el caos. Su palabra se cumplió a rajatabla.
Mobutu dejó el poder en 1997 hostigado por la rebelión de AFDL apoyado por los ejércitos de Rwanda, Uganda y Burundi. Laurent Désiré Kabila le sustituyó en una auto-proclamación presidencial. Pero el caos acababa de empezar.
En 1998, la guerra estalló nuevamente en Congo oponiendo Kabila a su antiguos aliados. Muchos países vecinos intervinieron en el conflicto y aquello llegó a ser llamado "la primera guerra mundial africana". Durante años, la situación se estancó, la miseria se agudizó, las rebeliones de multiplicó y nadie parecía tener la clave del desenlace.
En 2001, Kabila murió matado en circunstancias todavía confusas y fue sustituido por su hijo Joseph Kabila quien proclamó que querría ir a la negociaciones con todos los beligerantes. Con 30 años, Kabila se vio confiado uno de los países más grandes de África y con más recursos minerales de la planeta.
En 2003, se firmaron los acuerdos de Sun City en Suráfrica estipulando la puesta en marcha de una transición en la que todos los jefes rebeldes se convertían en vice-presidentes de Congo. En 2006, se organizaron las elecciones generales que ganó Kabila.
En 2011, Kabila volvió a ganar las elecciones pero esta vez en medio de fuertes protestas de irregularidad. Su contrincante Tshisekedi se autoproclamó presidente paralelo y nunca, desde entonces, aceptó que Kabila fuera presidente del país.
Entre tanto, el este de la República Democrática del Congo no ha dejado de ser lugar de rebeliones que nacen, se deshacen, se multiplican sin que nadie fuera capaz de estabilizar la zona. La ONU estima que desde 1996,habrían muerto más de 4 millones de personas por consecuencia de los conflictos armados de Congo.
La ONU tiene desplegado a 20.000 cascos azules para la estabilización del país pero, después de 15 años de su presencia, no parece que las violaciones de los derechos humanos hayan terminado.
En estos días, el presidente está queriendo dialogar con los partidos de la oposición para acordar las condiciones de las futuras elecciones pero también esos diálogos repetitivos parecen ser un murmullo entre los sordos. ¿Quién salvará a Congo?
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