domingo, 22 de diciembre de 2019

Las trincheras se volatilizan

(Carta de Navidad de Mons. Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, RCA)
Hace unos días mi querido tío Rafael me envió una historia de Navidad que tal vez muchos de vosotros ya conozcáis. Cuenta que, en 1917, durante la 1o guerra mundial, ingleses y alemanes luchaban en el frente occidental, despedazándose entre ellos como en todas las guerras. Frío y metralla. Gases mortales, matar o morir. Pero la noche del 24 de diciembre, los alemanes empezaron a decorar su trinchera con símbolos navideños y cantaban “Noche de paz”. Al oírlos desde su trinchera, los ingleses entonaron otros y así fue pasando la noche, entre sueños y recuerdos, impregnándose todos con el espíritu de la Navidad. Tanta fue la emoción y tanto se cuajaron los sentimientos, que, al amanecer, entre trinchera y trinchera, en tierra de nadie, algunos empezaron a intercambiarse regalos, latas o galletas del rancho, wiski o cigarrillos. Tanta fue la buena disposición que los mandos acordaron darse una tregua para recoger y enterrar los últimos caídos que yacían aún en tierra de nadie... Milagros de la Navidad, anhelos de paz, retazos de sentimientos pacificados.


Bangassou 2019. Os cuento una historia parecida en un taller de aprendices de carpintería. Si miráis la foto, hay un grupo de jóvenes trabajando la madera. Es un proyecto de la diócesis de Bangassou para dar futuro a jóvenes carentes de él. Otros dos proyectos son para madres solteras que aprenden corte, costura y confección. Hace un mes lanzamos la voz, preparamos el taller, leímos en todas las iglesias las condiciones y este grupo de 20 jóvenes se apuntaron. Hoy son ya una piña. Hablando con ellos dieron mil gracias a la Fundación Bangassou que les ha comprado los instrumentos de carpintería necesarios para convertirse en aprendices. Al final ellos me darán los muebles fabricados para amueblar una nueva misión y se quedarán con todos los instrumentos de trabajo para formar cooperativas.
Me interesa la otra cara de la moneda de la historia. Desde Europa no lo sabéis, no podéis saberlo. Pero en la foto están, para que lo entendáis, “ingleses y alemanes” juntos, lijando la madera para una mesa de comedor. No han hecho una tregua: han
pasado página. Los que hace un año eran enemigos temibles, hoy están junto a sus víctimas, sin importar que unos tuvieran las manos manchadas de sangre por complicidad ni que los otros hayan cobijado un odio visceral hacia ellos durante muchos meses. Las sierras y las lijas de madera han ocupado el sitio de los machetes y los kalashnikovs. Trincheras y zonas neutras se han volatilizado y pasan cada día de 8 a 10 horas juntos en el taller. Todo allí respira paz y trabajo. No hace el frío que, en aquellas estepas congeladas de Flandes, pero hay el mismo calor de hogar en los corazones de unos y otros. Aquí, cerca de la Navidad hace un calor agobiante. Todos estos jóvenes saben que éste o el otro quemó la casa del otro, que su grupo mató y desangró los habitantes del pueblo vecino. Saben que algunos de ellos tuvieron que huir de aquel a quien hoy sujeta la madera para juntar las tablas con cola. Que se robaron entre ellos, que crearon el terror durante muchos meses en la zona, que cortaron caminos y machacaron a la pobre gente que hoy les ha ayudado a poner paja en el techo del taller. Como la navidad en Flandes en aquel 1917, es el proyecto de la carpintería quien les ha juntado, los ha amasado entre madera roja y miedo entumecido. No se cambian cigarrillos sino el martillo y los clavos, no beben wiski juntos, sino que beben las palabras del maestro carpintero, obrero de la carpintería de Bangassou, que les enseña a ensamblar un armario, a lijar las diferencias de la madera, o a hilar fino con la escuadra para que la cuadratura sea perfecta.
Algunos han perdido seres queridos en la contienda. Otros acompañaban como tropa a un grupo de matones que descuartizaron a tres soldados camboyanos de la Minusca (las fuerzas de la ONU) en 2017. La Minusca me pidió ir a buscarlos y los encontré despedazados, una escena horrible. Los responsables están en Bangui, en la cárcel. Pero la tropa pequeña, los que estaban allí para hacer número, los cómplices de los matones, fue fuertemente traumatizada... Llevaban dos años dando vueltas como trompos hasta que el proyecto aprendices de carpintería los enganchó: cambiaron los machetes por escuadras, limas y tornillos. Esto ha hecho que sus propias familias se hayan también reconciliado con ellos. Sabiéndolos encubridores de asesinatos, fueron repudiados. Este proyecto de carpintería ha abierto la vía de la reconciliación y los excluidos son reintegrados. Navidad y carpintería. Trincheras y madera roja. Todo sea para que todos podamos cantar un Noche de paz como Dios manda, haciendo posible lo que humanamente parecía imposible.
¡¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!!

+ Juan José Aguirre Obispo de Bangassou 

jueves, 12 de diciembre de 2019

Los dos triángulos de la muerte

(Gaetan Kabasha)
No pasa una sola semana sin que los medios nos reporten las lúgubres noticias de las hazañas yijadistas en África. La última fue el 10 de diciembre de 2019 en Níger. Estos locos de Dios, intrépidos y atrevidos predicadores de la muerte atacaron el cuartel militar de Inates cerca de la frontera de Mali. Dejaron más de 70 muertos y muchos heridos.  El 18 de noviembre, el ejército de Mali perdió 48 soldados en un solo día. Los ataques ya son diarios en el norte de Burkina Faso donde ese país tiene frontera con Mali. A esto hay que añadir les 13 militares franceses fallecidos en el choque de dos helicópteros el día 25 de noviembre cuando estaban realizando maniobras de ataque contra esos radicales.


En paralelo, en la frontera entre Níger, Nigeria, Chad y Camerún, el tristemente conocido grupo Boko Haram sigue poniendo en jaque a los ejércitos de esos países matando a civiles o cortando orejas a las mujeres en una demostración de la peor barbarie del ser humano pervertido por el fundamentalismo religioso. A pesar de los esfuerzos de los países afectados, la lacra del horror no desaparece.
Son pues dos triángulos de la muerte claramente definidos con diversos grupos fundamentalistas que operan de manera autónoma pero que son unidos por la misma voluntad de imponer un estado islámico en África occidental y por los mismos métodos que consisten en sembrar el terror tanto en la población civil como en los ejércitos de los países en cuestión. Todo indica que quieren enquistarse en las zonas que ellos han delimitado, limpiarlas de aquellos que no piensan como ellos y poco a poco organizar estructuras políticas afines a su ideología asesina. No sería descabellado pensar que quieren erigir un califato regido por la sharia en esta parte de África.
La novedad de estos ataques es que ahora son capaces de enfrentarse  en plan ofensivo a los ejércitos nacionales, llegando incluso a atacar sin miedo los cuarteles militares. Disponen de armas de precisión y de morteros capaces de demoler edificios a larga distancia. Además su capacidad de maniobra y de organización deja entrever que tienen a profesionales en sus filas. Ya no son milicianos amateurs que luchan en desorden. De momento han conseguido poner en jaque al ejército de Burkina Faso, Mali y Níger obligándoles en algunos casos a abandonar los cuarteles avanzados. Eso plantea un serio problema de sus apoyos y la fuente de sus abastecimientos.


De manera sorprendente, el ejército francés desplegado en una operación llamada Barkhane, con un total de 4.500 militares no está consiguiendo frenar sus embestidas. Tan es así que Francia ha pedido a Chad que enviar a su poderoso ejército a la zona de Mali para echar una mano. Uno de los problemas a los que podría enfrentarse Francia es el creciente sentimiento anti-francés que se desarrolla en todos esos países francófonos por ese amor-odio muy característico de las relaciones entre los pueblos y su excolonizador. Siempre hay una sospecha de que el pirómano es a la vez el bombero.

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jueves, 7 de noviembre de 2019

Las grandes potencias a por África

(Gaetan Kabasha)
La última cumbre de Sochi que reunió el presidente ruso, Vladimir Putin con los mandatarios de 43 países de África levantó las especulaciones. Hay quienes hablan de la voluntad rusa de reactivar la Guerra Fría de triste memorial en la que los países occidentales con los Estados Unidos a la cabeza luchaban contra la URSS y sus satélites por países interpuestos. Muchas guerras sangrientas acabaron con miles de víctimas en África, Oriente medio etc. Sin embargo, la situación actual se podría leer con ópticas diferentes sin descartar ningún escenario pero sin limitarse tampoco a uno solo.

Para empezar, la cumbre de Sochi no es la única a la que el mundo presenció últimamente. En 2014, por primera vez tuvo lugar la cumbre USA-África bajo los auspicios de Barack Obama; En agosto de este año, la de Japón-África; en septiembre 2019, la de China-África. En junio de 2020, está prevista la de Francia-África en Burdeos. Hay que decir que Francia lleva organizando esas mega-reuniones desde mucho tiempo antes, a veces en Francia, otras veces en África pero siempre bajo su atento control. ¿Qué está pasando entonces?
Después de la Guerra fría, el tercer mundo se quedó como espacio libre para los países capitalistas, algunos de manera discreta, otros de manera directa e invisible como es el caso de Francia en sus antiguas colonias. Bajo el paraguas de cooperación o de ayuda al desarrollo, afianzaron su presencia. De esta manera consiguieron mercados importantes para sus empresas y con diversas presiones, fijar ellos los precios de los recursos mineros con los gobiernos que, en muchos casos, eran fruto de tejemanejes complejos, puestos y manipulados por los poderes fácticos relacionados con la economía mundial. De repente el sistema occidental apareció como el único al que había que mirar a la hora de buscar préstamo o ayudas aún sabiendo que en casos de conflictos, los pirómanos podían ser los bomberos a la vez.
Pues, parece que las cosas están cambiando. La historia está tomando otro curso con la llegada a la escena económica mundial de China, el despertar de Rusia y la presencia de algunos países emergentes como India, Brasil etc. Todos ellos necesitan de recursos que se encuentran en África: minería, terrenos, espacio estratégico etc. Todos saben que África es el continente del futuro tanto por sus recursos naturales como por sus recursos humanos. El eje capitalista occidental ya no está solo en el mercado. Hay competidores férreos ya presentes o dispuestos a serlo.
No cabe duda de que ninguna potencia reúne a los mandatarios de África por amor a los africanos. En las relaciones internacionales, la amistad tiene otro nombre: negocio. Todos tienen a África como objeto de deseo y todo indica que harán todo para apropiarse de lo que quieren aún haciendo los sacrificios que harán falta. La cuestión es: ¿Está África preparada para sacar provecho de estas rivalidades a múltiples bandas?
El problema que se plantea no es la presencia de África en las diversas cumbres ni el apetito de los países poderosos. El meollo del problema es lo que África piensa de su propio futuro: ¿Qué modelo de desarrollo quiere en relación con sus propias realidades socio-culturales? ¿Qué estrategia tiene para entrar en el terreno de juego dónde vence el más astuto sin tener en cuenta de las debilidades del adversario? Lo que África no puede permitirse es improvisar o ir dispersa frente al apetito voraz de las potencias.

El hecho de que las potencias se interesen por el continente no es en sí una mala noticia  sí los africanos están a la altura de los juegos políticos, económicos y geoestratégicos mundiales. Podrían aprovechar la competición para revisar los precios de los recursos, financiar sus proyectos de envergadura, importar la tecnología, realizar grandes infraestructuras, acoger importantes inversores para el crecimiento y el empleo etc. Pero esto requiere estructuras fuertes capaces de resistir a las presiones y gobiernos animados por el bien común. Solamente así África podrá discernir lo que se puede hacer y lo que no para no hipotecar las futuras generaciones.
Algunas voces siguen exigiendo con razón una cierta unidad para ser fuerte frente a los poderosos que llegan con todo tipo de herramientas de presión y de artimañas para sacar provecho. Es evidente que la división no favorece a África ya que las potencias aprovecharán los absurdos conflictos entre unos y otros para ofrecer armas a cambio de los recursos, algo que al final no beneficia a los africanos. Desde mi punto de vista, ahora podría ser una oportunidad para plantear la financiación de los mega-proyectos regionales o continentales que marcarían definitivamente el futuro del continente?

En definitiva, se trata de ver el lado bueno de las cosas. La presencia de las diferentes potencias tiene la ventaja de diversificar las fuentes de financiación pero también podría convertirse en la diversificación de devastadores predadores.

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domingo, 29 de septiembre de 2019

El ISIS se instala en África

(Gaetan Kabasha)
Llevamos años poniendo el foco en Boko Haram que ha conseguido incrustarse en las fronteras entre Nigeria, Níger, Camerún y Chad. Este grupo islámico radical con intenciones claramente sanguinarias lleva años poniendo en jaque a los ejércitos de todos estos países, matando a miles de inocentes y desplazando a otros. Desgraciadamente parece que cuanto más pasa el tiempo, menos se habla mediáticamente. Más al oeste, el norte de Mali es otro escenario de enfrentamientos entre varios grupos radicales que, si no hubiera habido la intervención francesa directa desde 2013, habrían convertido el país en una pesadilla mundial. Pero, últimamente, se ha abierto otro frente inquietante en Burkina faso.
Burkina faso es un país enclavado entre Mali y Níger al norte y Costa de Marfil, Ghana, Todo, Benin al sur. Antigua colonia francesa, este país adoptó el sistema democrático en diciembre 2015 después de la expulsión del dictador Blaise Compaoré por el pueblo. Aquellas elecciones marcaron un horizonte de esperanza para un país que no toca al mar ni tiene grandes recursos naturales.
En este país, están surgiendo ataques sangrientas en su parte norte que hacen pensar a un intento del ISIS de limpiar la zona e instalarse. Desde 2016, los ataques se han recrudecido siendo cada vez más atroces e indiscriminados: irrumpen en las iglesias llenas y matan a quemarropa, atacan pueblos la noche y disparan a todo viviente, hacen trampas a las fuerzas de seguridad etc. Se calcula que desde 2016, más de 500 personas han sido asesinadas sin que haya una guerra de tipo clásico entre dos ejércitos.
El ejército nacional y las fuerzas de seguridad están desbordados por las emboscadas que llevan por delante a un número cada vez mayor de víctimas en sus filas. La impotencia de luchar contra un enemigo invisible está creado un malestar en la institución. El terror va ganando terrero ante el cansancio del pueblo que se ve indefenso. Eso hace temer dos consecuencias: por un lado, existe el peligro de que el ejército, al ver acosado por un enemigo con un rostro difuso, acabe haciendo represalias sobre los inocentes tachándoles de cómplices; por otro, las autodefensas que se han constituido en torno a la etnia mayoritaria mossi (los llamados koglweogo) podrían producir una polarización de la situación social frente a otras etnias como los fulani y soum que, a menudo, están vistas como cercanas al islam radical. De hecho, ya se nota un clima de sospecha entre los diferentes grupos que viven en la zona. 
No cabe duda de que al tener frontera común con Mali, un país ya desestabilizado con muchos territorios fuera de control del Estado, la circulación de los grupos armados es muy fácil. Cruzan la frontera probablemente con cómplices locales, atacan y se retiran. Eso complica la reacción del gobierno de Burkina faso que ve creciendo el desánimo en las filas del ejército. También es de temer que el acoso del ejército francés de la operación Barkane en el Sahel esté haciendo que los terroristas busquen más espacio en el sur aprovechando la porosidad de las fronteras y la debilidad de los países sureños. En este sentido, existe un miedo creciente en los países que están más al sur como Benin, Togo, Ghana etc.
Hay quienes piensan que el fenómeno tiene que ver con el derrocamiento de Compaoré y el encarcelamiento de su brazo derecho Gilbert Dienderé. Es importante recordar que el régimen Compaoré ha actuado siempre de mediador entre los países de la zona (y occidentales) y los grupos terroristas a la hora de liberar los rehenes. Además hace poco, el ex-presidente en exilio en Costa de Marfil envió una carta al gobierno ofreciéndose a echar una mano en lo que haga falta para atajar el problema. ¿Estaría detrás del fenómeno para hacerse útil e imponer sus condiciones? 
En todo esto, la iglesia está siendo una diana privilegiada. Ya van tres los sacerdotes asesinados y muchos los cristianos abatidos durante las celebraciones. Tan es así que Mons. Birfuoré, obispo de Dori y presidente de la Conferencia Episcopal  llegó a decir: "si el mundo continúa sin hacer nada, el resultado será el final de la presencia cristiana en Burkina faso".

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jueves, 5 de septiembre de 2019

El sueño de Mandela en entredicho

(Gaetan Kabasha)
Es imposible no relacionar lo que pasa en la República Surafricana con la figura de Mandela aunque hayan pasado ya 29 años de su liberación (1990), 25 años de su acceso a la presidencia, 20 años de su retiro voluntario después de un solo mandato y 6 de su fallecimiento (2013). La vida de este país está marcada por su impronta para bien y para mal.
Estos días el mundo contempla con horror las oleadas de violencias colectivas de los que se dicen nativos surafricanos contra los extranjeros. Esas violencias ya han cobrado decenas de víctimas y centenares de heridos y no es por primera vez. También se observa como las autoridades del país intentan atajar esas violencias con tibieza. Pero lo más llamativo es que son violencias entre negros. No se trata de la antigua lucha de liberación de los negros humillados por el apartheid frente a los blancos que se habían erigido en dueños del país. Aquello conflicto que llevó a Mandela a la cárcel por más de un cuarto de siglo quedó aparcado con el acceso al poder político por su partido ANC que lo sigue controlando. Entonces, ¿qué está pasando?

La liberación de Mandela que marcó el fin del apartheid supuso un viento nuevo en Suráfrica y un signo de esperanza para el continente africano. El país era muy próspero económicamente con unas posibilidades enormes de crecimiento. Entonces, al mismo tiempo que los negros de Suráfrica pensaban salir de la miseria ocupando los puestos de trabajo, muchos negros de otros países se desplazaban también hacía este país nuevamente bautizado por "Arcoiris" por la mezcla de razas harmonizadas por la figura emblemática de Mandela. Por fin, había nacido un eldorado en África. Solo que había un problema: Por un lado, los negros locales no estaban preparados para crear empresas o pretender alcanzar puestos de trabajo competitivos. Hay que recordar que el apartheid que duró casi un siglo se había encargado de mantener a los negros en los ghettos socavando toda posibilidad de elevarse intelectualmente. Por otro lado, muchos de los negros que llegaban de otros país tenían una preparación intelectual suficiente como para desplazar a los locales incluso en los puestos bajos que generalmente no necesitan grandes estudios. De allí la rivalidad entre los pobres.
Pero el problema de fondo viene de la falta de visión de los sucesores de Mandela y la lacra de la corrupción. Mandela se encargó de liberar el país desde el punto de vista político, colocando a su partido ANC a la cabeza de la nación como partido hegemónico. En sus cinco años de gobierno, se dedicó a coser las diferentes sensibilidades enfrentadas y poner las bases de una convivencia pacífica entre blancos y negros. No tuvo tiempo de operar una liberación socio-económica. Esta tarea le correspondía a sus sucesores. Hemos de constatar que no hicieron nada o casi nada. Todos acabaron forzados a dimitir en medio de sus mandatos por corrupción: Thabo Mbeki en 2008 y Jacob Zuma en 2018. El resultado es lo que es: 25 años de la hegemonía de ANC no han cambiado la vida social de las masas pobres. La economía sigue en manos de los blancos (industrias, tierras, servicios...) mientras que la mayoría de los negros surafricanos siguen en la miseria. La liberación política no supuso la liberación socio- económica.Muchos de los negros no saben porque lucharon ya que ven a los antiguos leaders transformados en los nuevos opresores. La esperanza de un futuro mejor con ANC se ha ido esfumando poco a poco.
Las oleadas de violencia que se multiplican según épocas, a veces alentadas por los jefes tradicionales, son un resultado de unas rivalidades entre los que luchan para sobrevivir en el mismo terreno. Ya no hay rivalidad entre blancos y negros porque sus dos mundos están claramente diferenciados. Los blancos junto con los nuevos ricos negros viven en los barrios residenciales bien protegidos, alejados de la miseria de los suburbios. La rivalidad existe donde los círculos se tocan. Los negros nativos acusan a los negros extranjeros de ocupar lo que les corresponde (pequeños puestos de trabajo, pequeñas tiendas etc.).
Este espectáculo horrendo que pone entredicho el sueño de Mandela solo acabaría con las reformas estructurales para facilitar el acceso a las riquezas a todos los surafricanos y evitar así las frustraciones que acaban buscando el chivo expiatorio. Pero esto no es posible si la corrupción sigue minando a los responsables políticos.

martes, 20 de agosto de 2019

La esclavitud y la historia humana


(Gaetan Kabasha)
El fenómeno de la esclavitud puede considerarse como un hecho clave para explicar la miseria de la especie humana. No hay constancia de la existencia de esta práctica en el reino animal. Solamente los hombres han llegado a considerar a sus semejantes como máquinas de trabajo gratuito pudiendo disponer de ellos como si de instrumentos se tratara. De hecho, los filósofos antiguos, lumbreras de la humanidad en su época, sostenían que un esclavo era como una herramienta que habla. Aristóteles llegó a afirmar que el esclavo, por participar de la razón sin tenerla, no se pertenece a sí mismo sino a otro. Para él, la esclavitud era algo absolutamente natural en toda sociedad.


De hecho, les imperios antiguos practicaban masivamente la esclavitud. Sin ir más lejos, la Biblia nos relata cómo los faraones de Egipto llegaron a esclavizar a todo el pueblo de Israel. El imperio romano disponía de innumerables esclavos comprados en los países considerados bárbaros o capturados durante las incesantes guerras de conquista. Toda la economía del imperio romano giraba en torno a la institución de la esclavitud.
Hay un hecho llamativo sobre este fenómeno en la época romana: les esclavos deshumanizados consiguieron ocupar el puesto de maestros de la cultura llamada “humanitas” a los ciudadanos pudientes de Roma. Muchos de los grandes oradores y políticos fueron enseñados por les griegos que vivían en condición de esclavo. El traspaso de la “paideia” griega a la “humanitas” romana fue operada por los esclavos en cierta medida. Este hecho viene a mostrarnos que la condición de esclavo no era en todos los casos como la imaginamos. El esclavo era propiedad del patrón sin derechos políticos pero podía gozar de los bienes de sus dueño llegando incluso, en ciertos casos, a ser liberados y adoptados como hijo.
En las sociedades africanas, muy particularmente en los imperios del África central y occidental, la esclavitud era una realidad muy practicada. Cuentan los historiadores que en el imperio de Congo en el siglo XVI, los esclavos eran más numerosos que los hombres libres. En el mismo siglo, el rey Askia de Gao entregó al sultán marroquí Ahmed Al Mansour 10.000 esclavos para evitar la aniquilación del su reino.
La perversión de la naturaleza humana llegó a su cima con la decisión de los países que se denominaban civilizadas de esclavizar a los negros para rentabilizar las plantaciones de la recién descubierta América. Lo cual demuestra que el avance tecnológico no va siempre con el progreso moral. Más bien, la tecnología puede ayudar a afinar los métodos de la maldad. Aquel momento puede ser considerado como el culmen de lo que el ser humano es capaz de hacer a sus semejantes. Sin embargo, hemos de precisar que aquella siniestra empresa no podía haber alcanzado sus objetivos en las proporciones conocidas sin la existencia anterior de la esclavitud en los reinos africanos. Si la idea surgió de los europeos y fue llevado a la práctica por ellos, la colaboración de los reyes y jefes tradicionales africanos fue determinante. Aquí está la razón por la que no hizo falta el uso de la fuerza, mientras que si fue necesario en muchos lugares para asentar la colonización más tarde.
Existe una anécdota curiosa: en Dahomey, el esclavista portugués Francisco Félix de Souza falleció. Por haber hecho alianza con el rey Ghezo al que ayudó a alcanzar el trono, se decidió hacerle los funerales del Estado como un dignitario del reino. Sacrificaron a un hombre y una mujer para acompañarle a la tumba y mataron otras tres personas en el puerto de Ouidah dónde De Souza gestionaba su negocio de esclavos para conmemorar su grandeza. ¡Cosas curiosas de la historia!
Los mares y océanos contemplaron impávidos los negreros gigantes cargados de la mercancía humana, verdaderos símbolos de la miseria moral. Se calcula que entre el siglo 15 y 19, hubo unos 55 mil viajes de negreros cargados. También se sabe que por cada persona que llegaba à América, morían cinco en la captura, el viaje al puerto, el tiempo de permanencia en el puerto y la travesía.
Las consecuencias del comercio triangular fueron dramáticas para África y duran hasta hoy. Las guerras inter-tribales alentadas por los esclavistas y sus aliados rompieron los equilibrios dentro del continente, sembraron odios seculares, ocasionaron miles de muertes y desplazamientos de pueblos hacía los lugares más inhóspitos. El hecho de llevar a las tierras desconocidas a los jóvenes valientes creó también un vació en el proceso de desarrollo de África.  Mientras que en Europa se estaba iniciando la revolución industrial, África se encontraba en un síndrome de humillación y un agotamiento desde el punto de vista humano. La herida de la esclavitud dejó una huella traumática colectiva que luego fue acentuada por la colonización y perdura hasta hoy en muchos países. Hay quienes incluso creen que el retraso económico y industrial de África tiene que ver con estos dos fenómenos que consiguieron destruir la identidad africana y sumergir sus pueblos en un vació existencial.

La esclavitud fue abolida por Gran Bretaña en 1807 y por los Estados Unidos en 1863. Sin embargo, el fenómeno no desapareció del todo. Existen todavía a día de hoy lugares dónde la esclavitud está practicada de manera oficial o clandestina. Hace poco el mundo se estremeció al enterarse de que en Libia, se sigue vendiendo a los inmigrantes negros como mercancía. En los países del Asía del sur, la trata de los seres humanos es una moneda corriente. En un país como Mauritania, la esclavitud forma parte del sistema social y cultural. Dependiendo de los investigadores, se estima que en la actualidad, el número de los esclavos existentes oscila entre 10 millones y 25 millones. Es una auténtica barbaridad en un mundo que se dice evolucionado y globalizado.
¿Y qué pasa con la contratación abusiva de personas que luego trabajan en régimen de semi-esclavitud en distintos lugares del mundo? ¿Qué pasa con la trata de mujeres como prostitutas en las grandes ciudades del mundo a veces bajo el paraguas de la libertad de disponer de su propio cuerpo cuando en muchos casos se trata de verdades redes organizadas?
5 agosto 2019


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lunes, 5 de agosto de 2019

La lacra de la esclavitud (parte 2)


(Gaetan Kabasha)

La perversión de la naturaleza humana llegó a su cima con la decisión de los países que se denominaban civilizadas de esclavizar a los negros para rentabilizar las plantaciones de la recién descubierta América. Lo cual demuestra que el avance tecnológico no va siempre con el progreso moral. Más bien, la tecnología puede ayudar a afinar los métodos de la maldad. Aquel momento puede ser considerado como el culmen de lo que el ser humano es capaz de hacer a sus semejantes. Sin embargo, hemos de precisar que aquella siniestra empresa no podía haber alcanzado sus objetivos en las proporciones conocidas sin la existencia anterior de la esclavitud en los reinos africanos. Si la idea surgió de los europeos y fue llevado a la práctica por ellos, la colaboración de los reyes y jefes tradicionales africanos fue determinante. Aquí está la razón por la que no hizo falta el uso de la fuerza, mientras que si fue necesario en muchos lugares para asentar la colonización más tarde.

Existe una anécdota curiosa: en Dahomey, el esclavista portugués Francisco Félix de Souza falleció. Por haber hecho alianza con el rey Ghezo al que ayudó a alcanzar el trono, se decidió hacerle los funerales del Estado como un dignitario del reino. Sacrificaron a un hombre y una mujer para acompañarle a la tumba y mataron otras tres personas en el puerto de Ouidah dónde De Souza gestionaba su negocio de esclavos para conmemorar su grandeza. ¡Cosas curiosas de la historia!
Los mares y océanos contemplaron impávidos los negreros gigantes cargados de la mercancía humana, verdaderos símbolos de la miseria moral. Se calcula que entre el siglo 15 y 19, hubo unos 55 mil viajes de negreros cargados. También se sabe que por cada persona que llegaba à América, morían cinco en la captura, el viaje al puerto, el tiempo de permanencia en el puerto y la travesía.
Las consecuencias del comercio triangular fueron dramáticas para África y duran hasta hoy. Las guerras inter-tribales alentadas por los esclavistas y sus aliados rompieron los equilibrios dentro del continente, sembraron odios seculares, ocasionaron miles de muertes y desplazamientos de pueblos hacía los lugares más inhóspitos. El hecho de llevar a las tierras desconocidas a los jóvenes valientes creó también un vació en el proceso de desarrollo de África.  Mientras que en Europa se estaba iniciando la revolución industrial, África se encontraba en un síndrome de humillación y un agotamiento desde el punto de vista humano. La herida de la esclavitud dejó una huella traumática colectiva que luego fue acentuada por la colonización y perdura hasta hoy en muchos países. Hay quienes incluso creen que el retraso económico y industrial de África tiene que ver con estos dos fenómenos que consiguieron destruir la identidad africana y sumergir sus pueblos en un vació existencial.
La esclavitud fue abolida por Gran Bretaña en 1807 y por los Estados Unidos en 1863. Sin embargo, el fenómeno no desapareció del todo. Existen todavía a día de hoy lugares dónde la esclavitud está practicada de manera oficial o clandestina. Hace poco el mundo se estremeció al enterarse de que en Libia, se sigue vendiendo a los inmigrantes negros como mercancía. En los países del Asía del sur, la trata de los seres humanos es una moneda corriente. En un país como Mauritania, la esclavitud forma parte del sistema social y cultural. Dependiendo de los investigadores, se estima que en la actualidad, el número de los esclavos existentes oscila entre 10 millones y 25 millones. Es una auténtica barbaridad en un mundo que se dice evolucionado y globalizado.
¿Y qué pasa con la contratación abusiva de personas que luego trabajan en régimen de semi-esclavitud en distintos lugares del mundo?

La lacra de la esclavitud (parte 1)


(Gaetan Kabasha)
El fenómeno de la esclavitud puede considerarse como un hecho clave para explicar la miseria de la especie humana. No hay constancia de la existencia de esta práctica en el reino animal. Solamente los hombres han llegado a considerar a sus semejantes como máquinas de trabajo gratuito pudiendo disponer de ellos como si de instrumentos se tratara. De hecho, los filósofos antiguos, lumbreras de la humanidad en su época, sostenían que un esclavo era como una herramienta que habla. Aristóteles llegó a afirmar que el esclavo, por participar de la razón sin tenerla, no se pertenece a sí mismo sino a otro. Para él, la esclavitud era algo absolutamente natural en toda sociedad.

De hecho, les imperios antiguos practicaban masivamente la esclavitud. Sin ir más lejos, la Biblia nos relata cómo los faraones de Egipto llegaron a esclavizar a todo el pueblo de Israel. El imperio romano disponía de innumerables esclavos comprados en los países considerados bárbaros o capturados durante las incesantes guerras de conquista. Toda la economía del imperio romano giraba en torno a la institución de la esclavitud.
Hay un hecho llamativo sobre este fenómeno en la época romana: les esclavos deshumanizados consiguieron ocupar el puesto de maestros de la cultura llamada “humanitas” a los ciudadanos pudientes de Roma. Muchos de los grandes oradores y políticos fueron enseñados por les griegos que vivían en condición de esclavo. El traspaso de la “paideia” griega a la “humanitas” romana fue operada por los esclavos en cierta medida. Este hecho viene a mostrarnos que la condición de esclavo no era en todos los casos como la imaginamos. El esclavo era propiedad del patrón sin derechos políticos pero podía gozar de los bienes de sus dueño llegando incluso, en ciertos casos, a ser liberados y adoptados como hijo.
En las sociedades africanas, muy particularmente en los imperios del África central y occidental, la esclavitud era una realidad muy practicada. Cuentan los historiadores que en el imperio de Congo en el siglo XVI, los esclavos eran más numerosos que los hombres libres. En el mismo siglo, el rey Askia de Gao entregó al sultán marroquí Ahmed Al Mansour 10.000 esclavos para evitar la aniquilación del su reino.

sábado, 27 de julio de 2019

La puerta de no retorno


(Gaetan Kabasha)
The door of no return. Así se ve el letrero colocado a la puerta que abre al mar en el castillo de los esclavos de Cape Coast, la antigua capital de Ghana a unas tres horas de coche de la actual capital Accra yendo hacía el oeste. Un lugar que debería golpear la conciencia de la humanidad y recordarle que el hombre ha podido (y puede) hacer lo inimaginable hacía su semejante.
El castillo es una fortificación sólidamente construida, diseñada por alguien que debía albergar la perversión en su mente y levantada por los daneses en el punto álgido de la esclavitud de los negros. Tiene dos partes claramente distintas: la parte de arriba destinada a la administración del funesto negocio con salas aireadas por las grandes ventanas abiertas al mar y la parte de abajo dónde se hacinaban a los esclavos llevados de todos los rincones de la zona para ser embarcados hacía las Américas.

El castillo y sus defensas

Cuando uno entra en esta parte de abajo, tiene la sensación de adentrarse a lo que se aproximaría al infierno si no lo es ya. Son agujeros de la maldad o agujeros negros en la historia de la humanidad. Lugares de deshumanización y de humillación. Lugares de ensañamiento sobre los seres indefensos arrancados de sus pueblos, separados de los suyos y llevados como bestias salvajes a lugares desconocidos. En estos lugares exiguos sin aire ni luz, los hombres estaban separados de las mujeres para volver a encontrarse en el barco, encadenados, desfigurados y sobre todo deshumanizados.
La esclavitud es un fenómeno humano universal observado en todas las etapas de la historia del hombre y practicado en todos los lugares. Pero, con el descubrimiento de América y los avances tecnológicos, el fenómeno tomó las dimensiones faraónicas con una decisión sin precedente de esclavizar a los negros considerados como máquinas de trabajo en las plantaciones de las nuevas tierras de América. Aquel ejercicio de lúgubre memoria se llamó “comercio triangular”. Los europeos traían objetos manufacturados (tela, espejos, fusiles...) a los reyes y potentados africanos a cambio de esclavos. Estos últimos emprendían guerras tribales sangrientas para capturar cada vez más esclavos, negros como ellos, para venderlos. En América, los negros esclavizados trabajaban gratuitamente, bajo palos, para enriquecer Europa. El triangulo se cerraba con una Europa enriquecida, una África ensangrentada y una América rentabilizada.  Un negocio redondo con seres humanos por medio. Se cree que desde el siglo 15 hasta la abolición oficial de la esclavitud (1807), se llevaron a América a más de 12 millones de negros. Al mismo tiempo, los árabes hacían el mismo negocio en las costas este del continente aunque en otras proporciones.
El diseñador de la fortificación en cuestión no había previsto lugares para la ducha o los servicios. Los esclavos vivían días y a veces, meses en esos agujeros negros en medio de sus desechos. Algunos de ellos con heridas de guerra se pudrían en medio de los dolores sin que nadie les hiciera caso. El guía de este itinerario de los horrores explica como el suelo está cubierto de la sangre, los vómitos, los excrementos etc. Esto da a entender que los seres allí hacinados, a pesar de tener forma humana, parecían bestias desdeñables ante sus dueños.
Para las chicas, el sufrimiento era doble. Algunas de ellas eran seleccionadas para satisfacer las necesidades sexuales de los esclavistas. Las que se resistían estaban encarceladas en un agujero aparte que apenas puede contener una persona adulta. Todo dependía del querer del responsable de la caravana.
el agujero para los hombres

La cárcel par las chicas resistentes

A la hora del cargamento en los enormes barcos, los esclavos estaban sacados de sus agujeros para ser seleccionados. Solamente se cargaban a los que tenían aspecto físico capaz de soportar el viaje desde las costas africanas hasta las costas americanas en unas condiciones deplorables. Estos estaban entonces alineados uno al lado del otro, encadenados y con poca posibilidad de moverse. Los demás, azotados por las enfermedades, el cansancio, la desesperación, las torturas morían antes de llegar al barco para el viaje definitivo. El que cruzaba la puerta marcada “the door of no return”, no volvían a ver a África jamás.

El castillo de Cape Coast sigue en pie como lugar de visitas, de estudio y también como museo. Sigue como lugar que nos recuerda cada día que el ser humano es capaz de las peores atrocidades hacía sus semejantes. Desgraciadamente, la esclavitud sigue existiendo bajo diversas formas en este mundo dónde la codicia es capaz de hacernos olvidar que todos somos miembros de una misma humanidad.

sábado, 13 de julio de 2019

Los funerales en Ghana



(Gaetan kabasha)

Las prácticas en torno al nacimiento, el matrimonio y la muerte forman parte de los elementos característicos de una cultura dada. Son momentos tan especiales que cada pueblo desarrolla sus actitudes que suelen ser muy específicos.
Estuve invitado a un funeral en un barrio de la ciudad de Accra (Ghana) y pude observar parte del procedimiento curiosísimo en torno a la muerte en la mayoría de las diferentes tribus de Ghana. Se trataba del funeral pero en realidad, no tenía nada que ver con ninguna ceremonia religiosa sino más bien era un encuentro especial de todos los miembros y amigos en la casa del difunto una semana después del fallecimiento. Cuando pregunté si el difunto estaba ya enterrado, me miraron con ojos extraños y después de comprobar que no son del lugar, me explicaron que el cuerpo sigue todavía en el tanatorio.

En Ghana, la práctica funeraria se puede dividir en tres etapas.
La primera se refiere al día del fallecimiento. Es un día de luto seguido de dos o tres días de mucha intensidad. Las vestimentas de luto et el llanto son la tónica del momento que se convierte en un evento social capaz de congregar a centenares de personas, desde los miembros de la familia hasta los curiosos pasando por los vecinos, conocidos etc.
La segunda etapa se refiere a lo que llaman el funeral: Una semana después, los miembros de la familia se reúnen en la casa del difunto todo el día. Todo el mundo procura comprar el uniforme fijado por los jefes de la ceremonia. A veces, el coste del uniforme puede suponer mucho dinero pero es moralmente obligatorio llevarlo. Todo el día, se alternan música, discursos, comida, bebidas etc. Es el día en que la familia decide como organizar el enterramiento. En Ghana, dependiendo del estatuto social o de los problemas familiares, el entierro puede esperar meses o años. Si se trata de un rey o un gran jefe, el entierro se hace después de dos años. En algunos lugares, todo depende de la construcción del mausoleo en el pueblo natal dónde reposará el cuerpo del difunto.
La tercera etapa es el entierro. Durante tres días que preceden el evento, la familia vuelve a reunirse en un ambiente cargado de intensidad. Es el luto final. Se fabrica un ataúd especial con coloridos y a veces con formas que indican la vida del difunto. El entierro se hace en un espectáculo que puede parecer una fiesta dónde a veces el ataúd es llevado a hombros en un paso de procesión o sencillamente de danza. Los gastos son enormes pero nadie se acuerda de poner algo de razón en este tema. Los muertos cuestan más que los vivos.
En todo este proceso, solamente la familia biológica tiene la última palabra. Los otros miembros son protocolarios. Sin embargo, todos tienen la obligación de estar y de llevar el uniforme. En algunos casos, la muerte de uno puede dejar a todos en la miseria.

En el funeral dónde estuve, todo me parecía normal cuando de repente nos invitaron (los de mi grupo) a retirarnos para comer. La mesa estaba repleta de comidas y bebidas de todo tipo. No se trataba de una comida simbólica sino de un verdadero banquete. En este instante, los comensales olvidan el luto mientras que fuera, en las tiendas levantadas por la ocasión, los otros siguen con su música, discursos etc.
Después de esta suculenta comida, nos despedimos de los organizadores pero uno de nosotros tuvo la intuición de dejar un sobre para participar al proceso.
En el camino de vuelta, me preguntaba: Durante todo este tiempo de luto que puede durar meses o años, si algún otro miembro de la familia fallece, ¿qué pasa?

jueves, 11 de julio de 2019

Una universidad para el nkrumahismo


(Gaetan)

Ghana es un país muy especial desde muchos puntos de vista. Y entre sus ciudades, Winneba es mucho más especial todavía. Su historia es una joya que a cualquier extranjero curioso le gustaría conocer.
Saliendo de la capital Accra, adentrando más en Ghana hacía el centro del país, a unas dos horas de coche, se llega a esta ciudad colocada justo al mar. Construida por los británicos en la época colonial, la ciudad servía para la distracción de los blancos aprovechando una excelente playa y la brisa suave que sale del mar especialmente por la tarde. Pero la ciudad es especial por otros motivos posteriores a esta siniestra época de la colonización.

Nada más entrar en la ciudad, uno encuentra el letrero enorme que dice “Universidad de Educación de Winneba”. Allí se encuentra toda la especialidad de la ciudad y de paso su originalidad.
Ghana fue el primer país subsahariano en recobrar la independencia gracias a un luchador incansable llamado Nkwame Nkrumah. Formado en las universidades de Estados Unidos y de Inglaterra, este profesor y político ghanés volvió a su país cargado de diplomas y dispuesto a liberar su país y toda África del colonialismo. Ganó mucha popularidad en los grupos marginados y las masas paisanas gracias a sus propuestas de un socialismo científico y a su capacidad a desafiar a los colonos. Movilizó las masas en un sinfín de revueltas, boicots, huelgas, manifestaciones etc. y consiguió arrancar la independencia total de manos de los ingleses en 1957 no sin pasar por la cárcel acusado de sublevación.
A partir de este momento, Nkrumah se consideró a sí mismo como el  mesías enviado por Dios para liberar toda África del colonialismo y hacer de Ghana la capital del continente libre. Estaba convencido de que África acabaría siendo un mismo país siguiendo el modelo de los Estados Unidos de América o la URSS gracias a Ghana y su carismático líder. Muy cercano al comunismo, se hacía asesorar por los rusos y los chinos.
Se lanzó en la construcción de impresionantes infraestructuras para el desarrollo de Ghana al mismo tiempo que desplegaba una diplomacia a gran escala para conseguir que África se convirtiera en una sola nación. Fue en esta fiebre del panafricanismo que desarrolló una ideología llamada “el nkrumahismo” y construyó una extraordinaria universidad en Winneba destinada a enseñar esta ideología al mundo entero.


La universidad tenía una vocación panafricanista. Se trataba de una institución dónde todos los países africanos podían enviar a sus mejores estudiantes para aprender los métodos de lucha para la independencia tanto física como mental, las tácticas de resistencia contra el enemigo común africano (el blanco), las estrategias para lograr una unión africana real etc. Era el centro de formación ideológica para llevar las ideas de Nkrumah al resto del continente. Winneba se convirtió así en una ciudad muy especial. Nkrumah procuró asfaltar sus calles y cuidar sus edificios para que el lugar fuera una referencia para un Ghana libre y una África despojado de sus complejos.
Sin embargo, Nkrumah no era solamente el visionario, el luchador, el africanista de referencia, el intrépido y trabajador. También tenía un lado oscuro: sus métodos dictatoriales, su unilateralismo, su intransigencia le crearon muchos enemigos tanto internos como externos.
En febrero de 1966, fue depuesto por el ejército cuando se encontraba en China. Su caída fue acompañada de la caída del sueño de muchos africanos de alcanzar la independencia total del continente frente al Occidente neo-colonialista y lograr una unión continental real. Hoy en día, la universidad de Winneba ya no enseña el nkrumahismo. Se convirtió en la Universidad de Educación. Sin embargo, a pesar de cambiar de nombre, sigue siendo el símbolo de una época de sueños que acabaron desvaneciéndose.

miércoles, 10 de julio de 2019

Bangui, capital sin brillo (parte 2)


El aeropuerto suele ser un lugar dónde el país ofrece su carta de presentación: acogida respetuosa, orden, limpieza etc. Tan es así que la primera impresión del aeropuerto acompaña al pasajero y puede ayudar a superar otros elementos negativos del país. Pues, Centroáfrica, en esto, hace excepción.
Nada más recoger las maletas, el pasajero tiene que pasar por una etapa dolorosa y para algunos, humillante que consiste en abrirlas y dejar que los agentes uniformados remuevan todo hasta el fondo con sus manos. Este ejercicio tiene por objeto de impedir que entren en el país algunos productos prohibidos. El país nunca ha sido capaz de comprar aparatos modernos como escáner por ejemplo afín de evitar esa bochornosa maniobra pública que roza la violación de la intimidad.

Nada más salir del aeropuerto, a doscientos metros, uno se encuentra en un atasco de gente dónde los coches y las personas están mezclados en un vaivén impresionante. Se trata del mercado de Combattant. Las mercancías se encuentran a escasos metros de la calle y los mercaderes circulan en medio de los coches intentando vender lo que llevan encima. Es la primera imagen de Bangui que el viajero tiene antes de adentrar en la capital. Nada que ver con el letrero de “Bangui la coquette” que se ve por el monte Bazoubangui, lugar que por cierto es una verdadera riqueza ecológica alrededor de una ciudad.
Dicen los que conocen la ciudad en los años ochenta que no tenía nada que envidiar otras capitales africanas. Situada al borde del río Oubangui, Bangui estaba pensado para ser un lugar idóneo para disfrutar de las vacaciones, hacer negocios, probar las recetas culinarias locales en toda tranquilidad. La luz que venía de la central hidroeléctrica de Boali alimentaba toda la ciudad y el agua purificada de SODECA era suficiente para toda la población de aquella época. Hoy en día, todo esto parece un cuento de las mil y mil noches.
Las diferentes turbulencias políticas y militares, la corrupción, la falta de visión de los sucesivos dirigentes convirtieron una ciudad atractiva en una aglomeración de miseria y tristeza. La Central de Boali, mal cuidada ya no alcanza abastecer a todos los habitantes de Bangui que, entre tanto han aumentado. A día de hoy, tener electricidad en casa más de ocho horas al día es un verdadero lujo. Todas las iniciativas de desarrollo que requieren la energía eléctrica quedan así paralizadas. Los habitantes de Bangui llevan años viviendo así y nada indica que algo vaya a cambiar dentro de poco ya que el Estado depende casi enteramente de las ayudas exteriores. La mejor solución sería potenciar desde el Estado el consumo individual con la energía solar, pero tampoco se ven iniciativas en este sentido.
Últimamente, se ha añadido el problema del agua potable. Es imposible imaginar una capital sin agua en los grifos. La vejez de las máquinas potabilizadoras, la falta de inversión para ir cambiando las tuberías y mejorar las instalaciones hacen que cada vez los habitantes de Bangui tengan la sensación de ir hacia atrás. Debe ser el único país del mundo que retrocede en lugar de avanzar. Las quejas no cambiarán las cosas. Hacen falta acciones fuertes en el sentido de las reformas estructurales para actualizar los servicios del Estado y mejorar la gestión económica del dinero público.

Durante mi estancia, había también dificultades para tener gasolina. El precio había subido tanto que era imposible para los coches de gasolina seguir circulando. Bien es verdad que el país está enclavado y no toca a ningún puerto. Pero, esto mismo tendría que motivar a las autoridades a buscar soluciones alternativas para que el país no quede paralizado cuando hay problemas de abastecimiento.
Sin embargo, en el centro de la ciudad, por la tarde, se sigue apreciando la presencia de los bares y restaurantes con comida local agradable: pollo asado, yagbanda, pescado asado etc. Solo por esto merece la pena visitar Bangui al menos por un tiempo.

jueves, 4 de julio de 2019

Bangui, capital sin brillo (parte 1)


Cuando uno llega a Bangui, la primera cosa que ve es una inscripción en letras grandes por encima de la ciudad, en un monte que separa la capital del resto del país. La inscripción dice “Bangui la coquette”, es decir Bangui la coqueta en el sentido de una cosa bella y seductora. La inscripción bien protegida debía de corresponder a la realidad en una cierta época pasada cuando se hablaba de una bella ciudad al borde del rio Oubangui. Hoy en día, la famosa inscripción es solamente un conjunto de letras vacías. No se refiere a ninguna realidad.
Acabo de pasar una semana en Bangui, la capital de la República Centroafricana. La última vez que estuve allí, en 2015, se oían disparos la noche por los barrios colindantes a Km5 dónde se concentran los musulmanes de la ciudad. El país estaba todavía inmerso en una cruenta guerra civil con matices religiosos entre musulmanes y no musulmanes. Al mismo tiempo, los ciudadanos tanto musulmanes como cristianos estaban esperando como agua de mayo la visita del Papa Francisco quien, contra todas las mareas, había decidido ir a aportar su granito de arena al proceso de paz. Nadie sabía como aquella visita se desarrollaría entre tanto odio, angustia, división y desesperación. Me place decir que su paso por Bangui hizo algo milagroso: aquellos días supusieron un alivio para todos. Los musulmanes del km 5 pudieron salir de su aislamiento y cruzarse sin roce con el resto de los habitantes de Bangui. El Papa había roto las fronteras de la vergüenza.
Cuatro años después, la situación de la capital está algo tranquilo. El barrio del km 5 sigue siendo bastión de unas milicias musulmanas armadas pero ya no se oyen disparos. Aunque la mayor parte del territorio nacional esté ocupado por grupos armados bajo tutela de señores de guerra, la capital respira una cierta paz.
Sin embargo, la primera cosa llamativa que uno ve al adentrar en el corazón de la capital es la presencia de los cascos azules. La sorpresa va creciendo cuando ves que hasta el palacio presidencial está custodiado por los militares de la ONU, en este caso, los ruandeses. Es una cosa muy sorprendente ya que la presidencia de un país es un lugar que simboliza la independencia de la nación y su auto-gobierno. Ver a los casos azules por los cuatro ángulos de este edificio no deja de suscitar muchos interrogantes. ¿El presidente puede sentirse seguro y libre en un palacio protegido por los extranjeros? La presencia de los militares extranjeros en los lugares de alto valor simbólico es signo de un orgullo nacional herido.
En las calles, no se ven muchos coches. Nada que ver con otras ciudades de África como Lagos, Kigali, Douala o Accra etc.  La mayor parte de los vehículos que circulan en Bangui son unos todoterrenos de los ONGs o de la mismísima ONU. Aparte de esto, ve puede apreciar una buena cantidad de taxis amarrillos cargados de personas como si fueran mercancía. Un coche-turismo de estos lleva siete personas dentro de un calor de pesadilla y música a todo volumen. Los taxis se mezclan con las motos que también hacen de transporte público, sin casco tanto para el conductor como para el pasajero. ¿De verdad, Se requieren inversiones extranjeras para que los conductores de moto lleven cascos? ¿Cuántas vidas humanas se podrían salvar llevando el casco?

La gente en la calle camina como sombras bajo el sol. Se nota la pobreza en la cara. Es una cosa que se ve directamente cuando estás acostumbrado a viajar en otros lugares. La pobreza en cuestión puede no ser tanto la falta de comida (que también), como la falta de esperanza. Los rostros no transmiten optimismo; la gente no camina con paso firme; los diálogos están cargados de negatividad. La manera de vestir, de caminar, de mirar transmite cierto cansancio. El pueblo está cansado de ser víctima de guerras y precariedad. Quiere pasar página y vivir en paz.
Desde el punto de vista político-militar, se han firmado los acuerdos de paz primero en Khartoum, luego en Bangui y en Adis Abeba. Dichos acuerdos suponen el alto el fuego y el proceso de paz hacia el desarme total de más de 14 grupos armados. Aunque en la teoría no hay otra vía posible hacia la paz, en la práctica los señores de guerra, muchos de ellos sanguinarios, siguen acampando en sus anchas sin preocupación. El pueblo, él, escruta el horizonte con una rara mezcla de frustración y esperanza.
Gaetan Kabasha


jueves, 6 de junio de 2019

Sudán: El pueblo frente al ejército

Lo que está pasando en Sudán puede parecer novedoso pero no lo es. Ya ha pasado en otros países dónde el pueblo, con sus manos vacías y una fuerte determinación, consiguió deshacerse de una dictadura armada y represora. Ya pasó en Túnez y Egipto en lo que se llamó la primavera árabe; luego en Burkina Faso contra el presidente Blaise Compaoré y últimamente en Argelia.
Las noticias que llegan de Sudán no son alentadoras. El ejército está masacrando al pueblo que está supuesto proteger. Es una verdadera contradicción pero no es ni mucho menos excepcional en África dónde los ejércitos suelen confundir al jefe de Estado con el Estado mismo. 
La crisis de Sudán estalló de manera irreversible en diciembre de 2019. Todo partió de un problema de pan. Así de sencillo. Quien dice pan, dice comida. Sin comida, el ser humano está dispuesto a arriesgarlo todo incluido la muerte. Es un problema de supervivencia. Si entonces, el detonante fue el pan, hay que entender que el país llevaba mucho tiempo arrastrando una crisis económica de mucho calado que se añadía a un agotamiento del sistema político en fases de podredumbre.
Omar el Bechir se hizo con el poder en 1989. Instaló un sistema dictatorial fuerte dónde todo giraba en torno a su persona y a sus servicios secretos. En los años 2003, empezó una crisis de gran envergadura en la región del Darfúr llevando por delante a miles de personas. Este conflicto que oponía a diferentes tribus fue alentado desde la capital Jartúm por las milicias llamadas Ndjandjawids. La condena internacional consiguió que el presidente Bechir fuera imputado por el Tribunal Penal Internacional de la Haya. A día de hoy, el mandato internacional de llevarlo a juicio no ha sido ejecutado.
Como todo en este mundo caduca, el poder de Bechir no iba a ser una excepción. En diciembre de 2019, empezó una protesta popular a raíz del precio del pan que había triplicado. En el inicio, nadie podía prever el alcance del enfado y del cansancio del pueblo con respecto a un poder agonizante. La protesta de expandió por todo el país como una mancha de aceite. Las medidas policiales no dieron ningún fruto. En febrero, después de fracasar con las promesas de reforma, el presidente decretó un estado de sitio en todo el país. La crisis se agudizó más.
En abril de 2019, el pueblo harto hasta la saciedad se movilizó masivamente en la capital Jartúm con el propósito de derrocar el régimen. Pidió la ayuda del ejército. 
La caída de Bechir se asemejó a la caída de un elefante con los pies de arcilla. El ejército le depuso sin que pudiera oponer resistencia. Sus servicios secretos y sus milicianos no le pudieron proteger. Nada resiste a un pueblo determinado. En su casa, encontraron una cantidad impresionante de dinero que utilizaba para corromperse y corromper al mundo. El 11 de abril de 2019 será marcado en la historia como un día de júbilo para todo el pueblo sudanés y de esperanza para todos los africanos que creen en la fuerza de un pueblo oprimido. 
Sin embargo, el ejército empezó las maniobras para robarle el poder al pueblo. Un militar, el general Awad Ahmed Benawf se hizo con el Consejo Nacional de Transición. Las negociaciones para transferir el poder a una autoridad civil llevaron a un callejón sin salida. Entre tanto, el pueblo seguía sitiando la capital reclamando el fin total del régimen dictatorial.

El 3 de junio de 2019, la cúpula militar ordenó la matanza por medio de los milicianos que tienen estructuras paralelas al ejército nacional. Dispararon en la muchedumbre con el propósito de desmantelar las manifestaciones hasta allí pacíficas. La matanza se salvó con más de cien muertos. Todos los acuerdos alcanzados con los manifestantes fueron disueltos por los militares. 
Es muy difícil esperar una respuesta de la Comunidad Internacional dividida por intereses económicos y estratégicos. La ONU no consigue sacar delante una condena de la matanza por la oposición férrea de Rusia y China. La Unión Africana, titubeante en el principio, acaba de expulsar a Sudán de sus filas.Egipto y Arabia Saudí no parecen interesados en un cambio de algún tipo. Así va el mundo. Los intereses siempre van por delante de los derechos humanos.
¿Hasta dónde llegará la crisis? 
                                                           Gaétan

miércoles, 22 de mayo de 2019

Mala racha para la Iglesia africana

Esta mañana del 22 de mayo de 2019, estaba haciendo una entrevista para Telemadrid. El tema estaba relacionado con el asesinato de Inés Nieves Sancho, una religiosa hispano-francesa de 77 años, decapitada de manera salvaje en Nola, una localidad de la República Centroafricana. Un horror que viene a completar otros horrores vividos por la Iglesia africana en estos últimos días.
La religiosa, muy discreta, sin titulares en  ninguna prensa antes de su muerte, vivía desde una veintena de años en la localidad de Nola. Enseñaba a las mujeres las manualidades como la costura, llevándoles así a auto-financiarse en su vida diaria. Todo el mundo la querría por su entrega y sencillez. ¿Por qué entonces la han matado?
Misioneros matados últimamente

En este país, la muerte es muy barata. La fragilidad o la ausencia de las estructuras estatales, el estado permanente de guerra, la sangre que se derrama sin consecuencias desde siete años hacen que matar a una persona como sor Inés forme parte de un acontecimiento más. De hecho, el mismo día, hacía el norte, un grupo armado mató a sangre fría a más de treinta personas. Los muertos se multiplican cada día en diferentes lugares como si la muerte formara parte del panorama cotidiano.
Cabe recordar que la Iglesia centroafricana está pagando un alto precio los últimos tiempos. El  interminable conflicto que empezó en 2012 ya se ha cebado con más de ocho sacerdotes de diferentes diócesis. Algunos murieron protegiendo a los desplazados atacados por los radicales violentos.
Más allá de la República Centroafricana, es importante mencionar que durante este mes de mayo, murieron asesinados tres sacerdotes en Burkinafaso (dos españoles y un sacerdote autóctono) y un sacerdote congoleño en Mozambique.
Los curas centroafricanos asesinados

Son muchos muertos en muy poco tiempo. La Iglesia africana está pasando por una mala racha pero también esto significa que el mal sigue su camino en este mundo; y está golpeando donde más duele, es decir hacia los que luchan para un mundo mejor.
Sólo me ocurre una cosa: oración.
Gaetan K.

viernes, 1 de marzo de 2019

La desolación de Bakouma



Domingo 3 de febrero de 2019
(Relato de Mons. Jesús Ruiz, obispo auxiliar de Bangassou (RCA)

Justo un mes después del ataque de Bakouma he convocado a los dos abbés, Eugène y Lucien, el antiguo párroco Jean Noel, la hermana Ernestina responsable de las escuelas católicas, el director de la escuela católica de Bakouma, y el inspector pedagógico de las escuelas del Estado. Hemos ido a hacer una inspección y ver qué ha quedado de la ciudad de Bakouma.


Antes de llegar, en el PK-11, la MINUSCA ha levantado un campo con tiendas de campaña para sus soldados. Al lado un puñado de soldados FACA; y anónimos bajo los árboles once mil personas desplazadas. Nos hemos parado a saludarles. Se les ve cansados, enfermos; llevan al aire libre un mes; un socorrista intenta copiar los nombres de los enfermos que hacen cola; da lástima… Entre los refugiados se mueven los jóvenes antibalakas con sus cuchillos, sus fetiches y su moral por los suelos… Cual ejército derrotado yace por el suelo toda esta población que no sabe a dónde ir.

Al llegar a Bakouma, la primera casa que encontramos es el complejo de la misión: la casa de los padres y las hermanas con la iglesia a la izquierda; las escuelas y el colegio de la misión a la derecha. Todas las puertas abiertas y reventadas, papeles en el patio de la misión… Y eso que el cocinero ha intentado poner un poco de orden. Hemos ido visitando cada habitación, los despachos parroquiales, la casa de las hermanas… Todo ha sido saqueado: las puertas de hierro las han descerrajado y están ahora inservibles; las puertas de madera del interior que no tenían llave y no había más que girar la manivela para abrirlas las han partido en dos a golpes de kalasnikov o de otra arma pesada… Se han llevado todo: las baterías, las placas solares, los colchones, la ropa, la vajilla, la TV, el frigorífico…, todo lo que les ha parecido útil… En las habitaciones de los abbés y de las hermanas han registrado libro tras libro a ver si encontraban el dinero escondido dentro… En nuestro recorrido vamos pisando medicamentos, pinturas de la escuela, juguetes para los niños, libros… Me ha dado al ojo un libro que he recuperado, “Mujeres en la arena”, que cuenta la historia de las mártires combonianas unos años después de la muerte de Comboni. Le he recogido… También, entre los desechos, recupero una pequeña estatua de la Virgen que en los incidentes el niño perdió el brazo.

En la sacristía hay una mancha de sangre a la entrada. Me dicen que fue allí donde murió uno de los selekas que estaba desclavando los paneles solares del tejado de la misión y algún antibalaka escondido le disparó desde lejos y cayó a tierra herido de muerte. Toda la ropa litúrgica la han rebuscado y tirado al suelo pero se ha salvado junto a los ornamentos sagrados… He ido a ver el sagrario y veo que no han tocado, está cerrado. En medio del gran caos hemos encontrado la llave del Sagrario: allí están intactas todas las hostias consagradas hace más de un mes. En el muro de piedra del altar, el Crucificado ha contemplado todo este desastre. Sigue contemplándonos.

Por la tarde, durante dos horas hemos recorrido las calles de Bakouma: una ciudad de más de veinte mil personas… Sólo hemos encontrado un ciego enfermo que es el que toca las campanillas en la coral; estaba con sus dos nietos que tienen una enfermedad hereditaria. Al fondo de la localidad un viejo que no quiso escaparse y les dijo a los Selekas que le matasen allí pues no tenía fuerza para huir… Salvó la vida. El resto de la población ha desaparecido. Ciudad fantasma. Las puertas de las casas abiertas tras haber sido saqueadas. El ataque con armamento pesado fue a las 4 de la mañana; mucha gente huyó desnuda, descalzos, sin tiempo para recoger nada; los niños huyeron por un sitio, los padres por otro. Cuando pregunté al responsable del proyecto de micro-créditos, Lambert, si habían traído el cuaderno de los grupos de cooperativas de mujeres, me dijo, “monseñor, me escapé descalzo…”Encontramos casquillos de municiones de alto calibre por todos los sitios, lo cual nos habla de la ferocidad del ataque contra una población que dormía. Solo alguna gallina con sus polluelos entre los sobrevivientes. Hemos encontrado los altavoces de la Iglesia, destartalados a más de un kilómetro de la parroquia. En nuestro paseo nos hemos asomado a cada pozo de agua, a unos ocho metros de profundidad, donde dicen que tiraron muchos cadáveres y ahora el agua estaría contaminada… No huele a podrido como nos habían anunciado. Es verdad que un grupo humanitario enterró hace un par de semanas los cadáveres que yacían sin sepultar. La casa del sultán con un boquete enorme en la fachada. El sultán, herido en el ataque, falleció cuando intentaron trasladarle en moto a Bangassou.
Algunos osados que lo han perdido todo regresaron a la semana para poder recuperar una cazuela, una camisa… o ver si el dinero escondido en la casa estaba aún ahí… Muchos de los antibalakas les obligaron a pagar un impuesto por recuperar sus pertenencias.Por doquier no hay más que desolación.
En nuestro paseo por la ciudad fantasma hemos encontrado a los FACA (ejército nacional), una veintena, que se han instalado al lado del ayuntamiento. Se quejan que les dan el dinero para la comida pero dónde encontrar algo para comer si no hay un alma viviente. A su lado,unos sesenta soldados marroquíes de la MINUSCA, algunos juegan a la petanca. He hablado con el jefe marroquí sobre esta desolación. La población autóctona está enfadada contra los marroquíes, pues en su misión de ayuda tardaron día y medio en recorrer lo que normalmente se hace en cuatro horas…, y luego se pararon en el PK-11, no quisieron intervenir para neutralizar a los Selekas…; siempre han hecho así.“No me asusta la maldad de los violentos, sino de la hipocresía de los buenos”, diría Luther King.

Después de este triste espectáculo hemos regresado a la misión donde hemos cenado algo de lo que hemos traído y nos hemos alojado en el suelo para dormir; hemos sido el pasto de los mosquitos.



Al día siguiente, sábado, han comenzado a llegar los primeros retornados. Gota a gota, algún hombre con un hatillo a la cabeza, y algún niño… El alcalde nos había anunciado que los que regresaba querían acampar en las escuelas católicas y nos hemos adelantado para que no hagan ningún campamento, lo cual según la lógica de la ONU puede llevar años para deshacer dicho campamento como los desplazados de nuestra catedral que nos pidieron tres días de alojamiento y ya vamos por dos años que vivimos con nuestros inquilinos musulmanes. La escuela católica que habíamos inaugurado con más de 500 niños está vacía… Solo han podido robar en el despacho del director.

La fuerte presión atmosférica de estos días; el dormir en el suelo comidos por los mosquitos; la precariedad bebiendo solo el agua y la comida que hemos llevado, y la situación caótica que hemos contemplado nos ha sumergido en un espíritu entre impotencia y depresión. El sábado por la noche intentando preparar con una linterna la homilía para el domingo no tenía ninguna inspiración… No me venía al espíritu ninguna palabra de aliento que pudiera dar ánimo a estos desheredados de todo. Era el evangelio de Jesús rechazado por sus paisanos de Nazaret… La lectura de san Pablo en el capítulo 13 sobre el amor ha inspirado mis torpes palabras delante de una pequeña comunidad de un centenar de regresados: ‘si tenemos el amor de Dios podemos reconstruir nuestras familias, nuestro pueblo, nuestra parroquia… El amor es bondadoso, no envidia, ni es orgulloso… no se alegra de la injusticia, sino en la verdad… El amor excusa todo, cree todo, espera todo, soporta todo… Pidamos el amor a Aquel que es el Amor. Nos han robado todo, pero no pueden robarnos el amor... Al final solo quedará el amor’.
Qué difícil se me hace predicar a esta gente privada de todo. De los asistentes a la Misa dominical, la coral y un tercio vienen del pueblecito vecino de Fadama que los Selekas han quemado ya por la segunda vez… Curioso en una asamblea dominical, pero dos terceras partes de la feligresía son hombres; solo un puñadito de mujeres y quince niños, no más. Hemos activado la alarma roja en nuestras dos escuelas católicas de  Bangassou y la de Nyakari para poder acoger a los niños de nuestra escuela de Bakouma para que no pierdan el año… La mitad de esos niños los tenemos localizados…, el resto perderá otro año más.


Acabando la Misa hemos preparado las cosas de regreso…; han venido a despedirnos una docena de cristianos. Les digo que en una semana volveremos… pero hoy, casi un mes después no hemos regresado; los abbés no están decididos. Regresando hemos ido parando en los cuatro o cinco pueblecito para saludar a los que huyeron… Anunciamos que algunos han regresado ya. Todos tienen miedo de regresar y sufrir otro ataque. Es difícil recomenzar, reconstruir a partir de las ruinas…; sus vidas rotas… pero ¡han recomenzado ya tantas veces!
De regreso hemos recogido a una mujer aún joven que viene a pie a Bangassou -130 km-, con un montón de bultos en su cabeza, para poder recibir en el hospital los medicamentos antiretrovirales para frenar su enfermedad, el SIDA… ¡Qué guapa que era esta mujer y lo que ha perdido!, comenta uno de mis compañeros de coche. Todos han perdido, todos hemos perdido… Los pobres no sé de dónde sacaran fuerzas pero seguro que volverán a comenzar de nuevo… Quizás su fortaleza venga de su espíritu pobre, de dentro de ellos mismos… Creo que estamos llamados todos a reconstruir desde el interior para que aunque se desmorone lo de fuera permanezca lo esencial, lo de dentro.