domingo, 27 de diciembre de 2020

Las urnas contras las armas

 (Gaetan Kabasha)

El título parecería un eslogan vacío si fuera parte del discurso de algún político acostumbrado a embellecer las palabras huecas. Pues, no es así. Es una realidad que está ocurriendo en la República Centroafricana, un país azotado por la violencia. Este título se ve en muchos muros de las redes sociales de los centroafricanos hoy. Algunos van más allá, hablando de las elecciones que están teniendo lugar. Dicen por ejemplo que ir a votar ya no es solamente un acto cívico o patriótico sino más bien un acto de resistencia o algo así como los votos contra las botas. Todo esto muestra un espíritu de rebeldía contra los sanguinarios rebeldes que quieren sumergir al país en el caos por sus intereses escondiéndose detrás del estandarte de los intereses de los ciudadanos.

Hoy Centroáfrica organiza las elecciones más inciertas de su historia. Con varias partes de su territorio ocupadas por los rebeldes y una amenaza de irrumpir en cualquier momento en los lugares de voto para ahuyentar a los pacíficos ciudadanos que, no solamente se han levantado para cumplir con su deber democrático, sino también están diciendo con este voto que rechazan la violencia de los que pretenden hablar en su nombre.

Centroáfrica es un país algo más grande que España con una población que no rebosa los cinco millones de habitantes. Muchas de sus ciudades son aglomeraciones de casas que reflejan un nivel económico todavía muy bajo y un sistema de vida todavía rudimentario. La mayoría de sus carreteras en el interior del país son de tierra mal entretenida y en ciertos lugares parecerían más bien pistas forestales. Hace falta mucho sacrificio para llegar a algunas provincias con un vehículo. Sin embargo, este país cuenta como uno de los más ricos en riqueza natural. Allí se encuentran uranio, oro, diamante, hierro, petróleo etc. Todo todavía bajo tierra o explotado de manera tradicional sin ninguna maquinaría moderna.

Desde 2012, se desató una sangrienta guerra iniciada por los seleka mayoritariamente musulmanes que echaron al presidente cristiano, el general Bozizé. En reacción, se levantaron los antibalaka constituidos por todos los anti-musulmanes y lo que parecía una contienda política se convirtió en una barbarie de carácter religioso. Con la intervención de la Comunidad Internacional, la visita del Papa y las presiones diversas, la guerra bajó de intensidad tanto que se pudo celebrar elecciones presidenciales en 2015 en la que salió ganador el doctor Faustin Archange Touadera, el que fuera primer ministro del general Bozizé exiliado.


Durante cinco años, el país nunca fue pacificado del todo. Los grupos armados camparon en sus anchas explotando las minas en los territorios controlados. Acogiéndose a los acuerdos de paz de Karthoum, el presidente decidió no enfrentarse a ellos sino más bien contentarlos sin que nadie pudiera ver el real proyecto de futuro con respecto a este problema.

Cinco años después, apareció el general Bozizé de una manera repentina y un tanto clandestina sin que las autoridades llegaran a detectar sus movimientos desde el exilio. Empezó a movilizar a las masas dejando claro que pensaba presentarse a las elecciones contra su ex primer ministro, ahora presidente. Desgraciadamente, el Tribunal Constitucional invalidó su candidatura y frustró de repente su proyecto. Pero Bozizé no es un hombre que se deja aplacar por las leyes y los tribunales tan fácilmente. En su cabeza, es un mesías enviado por Dios para salvar al pueblo abatido por la violencia y la miseria. De hecho es un pastor en una iglesia que él mismo fundó en Centroáfrica. Se retiró a su pueblo natal, en el norte del país. Desde allí, consiguió reunir a los contrarios con una facilidad del que solamente él tiene el secreto. Ya en 2003, había conseguido constituir una rebelión con elementos heteróclitos y tomar el poder en Bangui. Esta vez, se trata de los seleka que hace siete años le echaron del poder y los antibalaka que hace poco juraban con acabar con los seleka. Esta mezcla muy curiosa tomó el nombre de CPC es decir Coalición de los Patriotas para el Cambio.

En muy poco tiempo atacaron distintas localidades y ciudades con el fin de llegar a Bangui e impedir las elecciones. Aparentemente no contaron con la determinación de los cascos azules que esta vez han querido demostrar que toman en serio su misión y el envío de centenares de militares ruandeses en el marco de los acuerdos bilaterales. 

El resultado es que, a pesar de las amenazas y las intimidaciones en algunas localidades, los centroafricanos han podido votar en bastantes lugares. También es verdad que en otros, la situación de violencia e inseguridad acudir a las urnas lo que podría llevar a contestar los resultados finales. Más que un voto democrático ordinario, ha sido un voto de rechazo a la guerra, lo que podría otorgar al presidente saliente una mayoría aplastante más allá de lo que podría haber imaginado si no hubiera habido esta violencia insensata.

El peligro de este tipo de elecciones es que el presidente elegido puede encontrarse con un poder excesivo en una democracia todavía frágil. De hecho hay quienes empiezan a alentar un tipo de dictadura como forma de protegerse contra los rebeldes. Esperemos que la cosa no llegue a tanto.


domingo, 13 de diciembre de 2020

El imam Layama, una vela que se apaga.

 (Gaetan Kabasha)

Hay pérdidas que sacuden todo un país y parte del extranjero. El imam Omar Kobine Layama es como esa vera que se apaga y deja parte de la casa en oscuridad sin que nadie sepa como sustituirla. Su muerte equivale a la pérdida de un gigante por su activismo durante el conflicto de la República Centroafricano y su compromiso sin fisuras por la paz entre las religiones.

Tuve la suerte de conocerlo en Madrid en febrero de 2017 cuando, junto al cardenal Nzapalainga hicieron una gira por España y de paso recogieron el premio Mundo Negro por su intensa actividad a favor de la reconciliación. En las distintas intervenciones, pudo expresar alto y claro que ninguna religión tiene que ser fuente de discordia entre los pueblos y caldo de cultivo de violencia gratuita. No lo decía como un político que repite las frases hechas sino como un hombre de convicciones, capaz de enfrentarse a los suyos con tal de presentar la cara más pacífica del Islam.

Su nombre saltó a la fama cuando la República Centroafricana se sumergió en una espiral de violencia con tintes religiosos. La agrupación Seleka de mayoría musulmana asaltó la capital y tomó el poder arrastrando detrás un sinfín de violaciones de los derechos humanos (matanzas, violaciones de mujeres, saqueos, torturas, incendios etc.). Como respuesta, los jóvenes desempleados de medio país se levantaron en diversos movimientos denominados antibalaka con el fin de acabar con todo musulmán  viviente ya sea anciano o niño, mujer o enfermo. La violencia que inicialmente parecía política tomó un giro religioso tirando incluso al pre-genocidio.

El arzobispo de Bangui, el actual cardenal Dieudonné Nzapalainga invitó al responsable de la mezquita central de Bangui y al representante de las iglesias protestantes para reflexionar junto sobre la manera de parar la sangría mostrando con palabras y hechos que nadie necesitaba una guerra religiosa en el país. Se trataba de cortar la hierba debajo de los pies de los violentos, diciéndoles claramente que no tenían ningún mandato de las religiones por las que decían combatir. El imam Kobine Layama salió así de la sombra para brillar como una vela que aleja la oscuridad dónde se encuentra.

Su compromiso le valió persecución. Fue expulsado por los suyos que no entendían como un responsable musulmán puede sentarse con un responsable cristiano y hablar el mismo lenguaje. Es lo que tienen los santos. Son incomprendidos por los suyos siempre. Los extremismos no entienden de la moderación y la consideran como traición o cobardía. Sin embargo sabemos todos que el mundo nunca puede funcionar con los extremos. El imam se refugió en el arzobispado y compartió comida y techo con el cardenal durante meses, manifestando así su compromiso por la unidad y la paz.   

La acción de la plataforma religiosa constituida por el trio de la paz (cardenal, imam y pastor) consiguió evitar una espiral de violencia religiosa globalizada. Pusieron en marcha comités interreligiosos en todas las provincias y en varios lugares pudieron alcanzar una verdadera reconciliación.

Este hombre que recorrió todo el país y medio mundo predicando la paz y la reconciliación sin tapujos y tomando postura sin medias tintas, a veces en contradicción con los musulmanes de su mezquita o de su país, se extinguió el 28 de noviembre en Bangui por una parada cardiorrespiratoria. Tenía 62 años. La funesta noticia recorrió el mundo como una pólvora porque parecía que un baobab acababa de caer en un descampado o que un oasis acababa de secarse en un desierto. Falleció además en un momento crucial porque Centroáfrica se prepara para las elecciones presidenciales y legislativas el 27 de diciembre. 

Deseamos al imam un descanso eterno. ¡Ojalá su compromiso pueda tener transcendencia más allá de su presencia! ¡Ojalá haya otros dirigentes musulmanes dispuestos a seguir sus pasos! La paz no es algo que se construye por sí sola; la construyen los hombres de buena voluntad.

viernes, 13 de noviembre de 2020

La pérdida de dos gigantes

 (Dr Gaetan Kabasha)

En una sola semana África ha perdido dos ex-presidentes que marcaron el continente cada uno a su manera pero todos en sentido positivo. Se trata de Amadou Toumani Touré de Mali y Jerry John Rawlings de Ghana. África les debe un tributo y les recordará como héroes y faros no solamente en sus países sino también en el continente.

Empecemos por el más antiguo y que probablemente ha dejada más frutos por sus decisiones: Rawlings. Este hombre entró en la política en 1979 como capitán del ejército del aire. De padre Escosés que nunca conoció y de madre ghanés, Rawlings no soportó la corrupción que veía en la clase política mientras su pueblo se sumergía en la miseria. Junto con unos cuantos compañeros intentó un golpe que falló. Detenido, fue juzgado en público en un estadio. Aprovechando la ocasión, reconoció el delito y transformó su juicio en un motín político. A la salida del juicio, el pueblo ayudado por algunos miembros del ejército le fue a sacar de la cárcel y en la confusión general, tomó la presidencia. El flamante presidente, joven de 32 años, mandó fusilar a los ex-presidentes y varios generales que el pueblo consideraba como la causa de todas las desgracias del país. El acontecimiento conmovió al mundo entero pero la señal era muy clara. Tres meses más tarde, entregó el poder a los civiles pensando haber limpiado la porquería. Volvió a su oficio del ejército.

En 1981, solamente dos años de aquel primer golpe, Rawlings constató la misma corrupción y la misma ineficacia de la nueva clase política. La indiferencia de la élite frente al pueblo le era insoportable. Se dio cuenta que se había equivocado al entregar el poder sin cambiar la mentalidad. Volvió a tomar el poder y esta vez afirmando que volvía para quedarse. Instauró un tipo de gobierno de tendencia socialista y panafricanista sin romper del todo con las instituciones capitalistas. Se dedicó a cambiar la mentalidad del pueblo ghanés; resucitó el espíritu de Kwame Nkrumah considerado como el padre del panafricanismo. Durante 18 años, nunca apareció como los sátrapas que mandaban en muchos países africanos en aquella época. La sobriedad y la sinceridad eran su arma.

En 1992, decidió seguir la corriente general de África y instauró el multipartidismo. Hizo votar una constitución que fijaba el límite de mandatos presidenciales a dos. En el año 2000, después de finalizar su segundo mandato, organizó las elecciones sin ser candidato y reconoció la victoria del candidato de la oposición. Se retiró de la política después de ofrecer al país unas instituciones sólidas y estables. Hoy en día, Ghana es el ejemplo de democracia y alternancia en todo el continente.

Rawlings muere siendo un hombre sobrio y sincero. En los últimos años, se dejaba ver en la calle o en el mercado como un hombre cualquiera, admirado por su pueblo. También se dedicaba a aconsejar a los mandatarios que acudían a él en busca de ayuda. RIP

Pasemos ahora a Amadou Toumani Touré llamado ATT. Militar de carrera, general, tomó el poder en Mali en 1991 para poner fin al desorden instalado en el país por las manifestaciones populares contra el dictador Moussa Traoré. Organizó una conferencia nacional para crear un consenso sobre la gobernanza del país y después de una transición de un año, entregó el poder al nuevo presidente civil elegido democráticamente. ATT se retiró con cabeza alta. A partir de este momento, se convirtió en un héroe para muchos jóvenes africanos que vieron en él una encarnación de la virtud en un momento en que los dictadores asolaban el continente, aferrados al poder como una sanguijuela sobre la piel.

Por su sabiduría y experiencia, fue enviado a la República Centroafricana para ayudar a resolver el conflicto político que había llevado a los motines de una parte del ejército contra el presidente Ange Felix Patassé.

En 2002, ATT presentó su candidatura a las elecciones presidenciales y fue elegido con una holgada mayoría. El pueblo veía en él un soldado de la democracia y depositó sus esperanzas en él.  El primer mandato pasó sin grandes problemas. Sin embargo, el segundo mandato que gano en 2007 no le fue bien. No supo gestionar bien el conflicto de los pueblos del norte que querían la independencia de AZAWAD. Las derrotas sucesivas del ejército crearon un descontento tan fuerte que la situación se hizo insostenible. Dos meses antes del final de su mandato en 2012, fue derrocado por un golpe de Estado pilotado por el capitán Amadou Sanogo. El mundo entero se conmovió del golpe y quiso reaccionar a favor de la vuelta a la normalidad democrática con ATT a la presidencia pero éste sorprendió a todos renunciando al cargo. No fue un final feliz pero fue un final de valentía y de amor por su pueblo.

Amadou Toumani Touré sufrió el exilio y las injustas humillaciones pero al final pudo volver a su país dónde falleció el 10 de noviembre de 2020.

África necesita a hombres que aman a su pueblo más que al poder y que están dispuestos a entregarse cuando haga falta para restablecer la dignidad de su país.



sábado, 7 de noviembre de 2020

El mal ejemplo de una superpotencia

 (Dr Gaetan)

Cuando un país se erige en una superpotencia mundial, tiene que asumir una serie de responsabilidades tanto dentro como fuera de sus fronteras.  No es lo mismo ser un país con poca proyección mundial que ser una potencia de la que convergen todas las miradas y cuyas acciones tienen consecuencias en todos los continentes. Prueba de ello es lo que estamos presenciando últimamente con las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América. El mundo entero está suspendido al conteo diario de los resultados como si el que fuera a ser elegido se convirtiera en el presidente del mundo. De hecho las elecciones americanas han ocultado por completo los desastres electorales de Guinea Conakry y de Costa de Marfil. Tan es así que cualquier palabra descabellada o cualquier acción desubicada de parte del presidente americano puede ser dañina en lugares insospechados lejos de su país.

Los EEUU son una democracia desde 1835. Costaría entender que después de tantos años no se haya desarrollado un sistema serio y eficaz, blindado contra toda posibilidad de fraude. Si es así, ¿cómo es que el presidente Trump acusa a la parte contrincante de organizar un pucherazo? Es todavía más difícil entender la postura de Trump cuando generalmente, en los países dónde hay fraude electoral, la culpa es del que gobierna y no del que aspira a gobernar. No es por primera vez que Trump recurre a esta estrategia. Ya en 2016 acusaba a los Demócratas de amañar los votos en contra de su elección. Y si el sistema es tan vulnerable y conocido desde siempre ¿por qué no intentó reformarlo o reforzarlo o sencillamente cambiarlo durante sus cuatro años de mandato?

El problema que suscitan estas declaraciones es que dan alas a los dictadores del mundo entero que encuentran una cierta justificación a sus métodos. De pronto te dicen que también en Estados Unidos que se declaran heraldos de la democracia, hay dudas en los resultados electorales; que también allí se cuentan votos durante días o semanas sin que se conociera al vencedor. Cuesta entender que los americanos no hayan encontrado un método más moderno con toda la tecnología a su alcance para que los resultados sean conocidos el mismo día como en el resto de países avanzados.

Últimamente, la actitud de Estados Unidos ha sido a veces muy irresponsable como superpotencia cuando tomaron decisiones solamente como país. Por ejemplo, al retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Los países que suelen estropear los derechos de sus ciudadanos encontraron una justificación a sus fechorías. La presencia de una potencia como América en un organismo le da fuerza y contundencia con respecto al resto del mundo. Cuando se retira, el organismo queda como una carcasa hueca sin peso real. Es de pensar que si los EEUU estuvieran en los acuerdos del Tribunal Penal Internacional, más de uno tomaría sus precauciones antes de organizar los crímenes contra la humanidad.

Hemos de valorar positivamente el mandato de Trump en la medida en que fue el único presidente que, en los últimos años, no invadió ningún país extranjero ni envió tropas a desequilibrar el mundo. Pero su retirada de los Organismos Internacionales contribuyó a debilitarlos. Esperemos que el nuevo presidente sepa volver a la escena internacional que le corresponde sin necesariamente abusar de su poderío. 

martes, 6 de octubre de 2020

El desmoronamiento de las dictaduras

Dr Gaetan Kabasha

La globalización llevada a cabo por la comunicación global et el intercambio de información de un lado a otro conlleva la homogeneización universal de muchos de los elementos que antes eran locales, culturales o geográficas. Uno de esos elementos se refiere a los sistemas de organización social y política. Ningún país puede vivir indefinidamente al margen del viento de la democratización de las instituciones. Sería ir a contra corriente de la globalización. Las dictaduras existentes acabarán desmoronándose sencillamente porque la democracia parece el camino de la humanidad en evolución. De la misma manera que la vuelta atrás a los sistemas ancestrales es imposible, el estancamiento en las tiranías tampoco será posible a largo plazo. El ser humano es mimético y evolutivo. Vive imitando las formas de vida de los demás y tiende a desprenderse de lo que obstaculiza su libertad. Así mismo, es obvio que el sistema democrático constituye el futuro de la humanidad. No adoptarlo significará poco a poco ir en contra del viento de la evolución y enfrentarse a la lucha de las masas populares que acabarán entendiendo que se están quedando al margen de la historia.

Esto mismo se puede observar en la historia reciente en algunos países lo vivido hace poco en la primavera árabe, aunque el proceso no haya concluido de manera satisfactoria en todos los países en cuestión. ¿Quién se imaginaba el derrocamiento seguido de la humillación de Kadhafi o Hossin Moubarak? También se podría aplicar lo dicho al proceso revolucionario que se vivió en Burkina Faso y en Sudán. Tanto en el uno como en el otro país, el pueblo se encargó de girar la rueda de la historia, expulsando a los sátrapas poderosos que se creían inamovibles. 

 Cuando un pueblo alcanza su madurez y consigue la información necesaria, vence el miedo y lucha por su libertad. Nadie es capaz de parar el huracán desatado en estas circunstancias.

La fuente de legitimidad

El poder se sustenta sobre la legitimidad reconocida por el pueblo. Si esta legitimidad es frágil o inexistente, el pueblo se rebela y deja de reconocer a los que ostentan el poder. El proceso puede ser lento pero al fin y al cabo, este fenómeno acaba produciéndose. La rebeldía es el primer paso al mecanismo revolucionario que puede arrancar de un hecho insignificante como una chispa que enciende el bosque. Realmente no es la chispa la que origina la revolución sino que constituye una gota que colma el vaso.

Los sistemas antiguos sacaban su legitimidad en Dios quien da el poder al rey y éste a su vez transmite el mismo poder a uno de sus herederos de tal manera que la monarquía es reconocida por el pueblo como autoridad que va de Dios al padre y del padre al hijo. Santo Tomás llegó a decir que la monarquía era el mejor sistema de gobierno ya que el monarca obedece a Dios, encarna la autoridad y reina por todo el pueblo. En este caso, se opone a la tiranía que suele ser un gobierno de uno que no obedece a nadie por encima, que busca el bien propio y que por tanto no tiene ninguna fuente de legitimidad que la propia fuerza del tirano. Es de suponer por tanto que la monarquía sobrevive gracias a un componente importante de creencia en Dios y en las costumbres. Sin ellas, pierde fuerza. Sin embargo, se sabe, a raíz de las recientes investigaciones socio-antropológicas, que realmente la monarquía surgió, no por la creencia en Dios, sino por el deseo de alejar el poder de la masa y colocarlo en un lugar sagrado, lejos de las rivalidades violentas.

Más tarde surgió la democracia que plantea el tema de la legitimidad de otra manera. En lugar de encontrar la fuente en Dios y la transmisión hereditaria, la democracia funda su legitimidad en la soberanía popular. El pueblo es la fuente de legitimidad por medio de la Constitución y de otras leyes votadas por el pueblo mismo o por sus representantes legítimos. En una democracia, el pueblo tiene el poder y lo presta a uno o varios por un mandato bien determinado. Ahí radica la alternancia democrática que es uno de los rasgos característicos de este sistema de gobierno. Al mandatario que no satisface al pueblo se le retira el mandato en un proceso de elecciones libres dónde cada ciudadano se expresa soberanamente.

Al lado de las dos fuentes de legitimidad reconocida, se ha instalado otra fuente de legitimidad anómala que es la fuerza. Se trata de la dictadura o la tiranía. Es un sistema de gobierno dónde una sola persona o un grupo de personas se imponen al pueblo por el terror y la fuerza constituyéndose como propietario de un poder que de hecho ejerce. En muchos casos, el dictador se erige como salvador del pueblo quitando de en medio a otro o aliviando al pueblo de una calamidad (hambre, guerra civil, pobreza, desorden etc). En un primer momento, el pueblo lo acoge con los brazos abiertos como un mal menor e incluso lo aclama como un verdadero libertador. Pero poco a poco, su poder se va convirtiendo en un reino de terror y de corrupción, ignorando al pueblo o tiranizándolo. Esta fuente de legitimidad que surge de la fuerza de las armas es muy frágil y nunca se mantiene de manera natural sino ejerciendo la coacción (asesinato, encarcelamiento, tortura, miedo etc).

Con el paso del tiempo, la democracia ha ido ocupando el espacio, imponiéndose incluso a la monarquía tradicional. Fijando la soberanía popular como fuente de legitimidad, la democracia es más atractiva en un mundo en el que las creencias se debilitan cada vez más y en el que el hombre quiere ejercer su libertad en todos los ámbitos de la vida personal y social. En este sentido, las monarquías modernas se han adaptado al sistema democrático, haciéndose validar por el proceso electoral que fija la constitución. Esas monarquías se llaman constitucionales haciendo hincapié en que el pueblo les ha otorgado legitimidad en algún momento de su historia democrática.

También las dictaduras intentan pasar por un proceso democrático, pero manipulando las urnas o la opinión pública o sencillamente metiendo el miedo en el pueblo para que elija, no lo que quiere, si no la voluntad del que ocupa ilegítimamente el poder. El proceso no puede ser más que un fraude que deja al descubierto el sistema que no puede alardearse de ser ni democracia ni monarquía. Este poder que suele girar en torno a un personaje fuerte funciona hasta que, por alguna fisura, todo se desmorona dejando atrás un caos. Al final, el hombre fuerte es el señal de la fragilidad del sistema.

¿Por qué las dictaduras no tienen futuro?

La marcha de la historia no tiene vuelta atrás. El mundo conducido por la globalización ya no es un conjunto de entidades culturales encerradas en sí mismas sin apenas apertura al exterior sino una aldea dónde las estructuras van siendo poco a poco homogeneizadas. Es imposible por ejemplo hoy en día que un pueblo viva sin enterrarse de la forma de gobierno de países vecinos con el flujo de noticias que llegan cada día al conjunto de la humanidad o que un tirano organice una matanza de su pueblo sin que el mundo entero se dé cuenta del evento el mismo día. Es de suponer que el futuro hará la información mucho más rápida todavía con la tecnología más barata para el conjunto de la humanidad. Mientras que antes existían solamente unos cuantos periodistas profesionales para informar al mundo, actualmente todo el mundo que tenga internet puede vehicular información en tiempo real.

Por todo ello, el pueblo tiranizado irá entendiendo que el mejor sistema de gobierno es el que deja la libre expresión y responde a sus intereses pudiendo cambiarlo cuando quiere. El cambio podrá ser pacífico en los lugares dónde los dictadores saben anticipar el futuro o con las presiones de la Comunidad Internacional que acabará tolerando menos a los que reprimen a su pueblo o con el levantamiento del pueblo en una revolución que puede llegar a ser violenta. Pensemos por ejemplo en la influencia de las redes sociales que pueden alcanzar la expulsión de los dictadores del espacio mediático, consiguiendo con ello obligar a los gobiernos democráticos a revisar sus relaciones con tales individuos.

En la agenda del futuro, no hay dictadura. Este tipo de regímenes que se basa en la manipulación, la ignorancia y el miedo irá derritiéndose poco a poco, de país en país, cuanto más va avanzando la educación y cuanto más la gente va teniendo acceso a la información. Cada vez más será difícil identificar y perseguir a todos los que opinan o difunden información con la tecnología al alcance de todos. El dictador Mobutu dijo alguna vez refiriéndose al apartheid de Suráfrica: “el fruto cae del árbol cuando es maduro, sin embargo, con el huracán, maduro o no, cae de todas maneras”.

jueves, 20 de agosto de 2020

Mali entre la democracia y los golpes de Estado.

 (Dr Gaetan Kabasha)

Cuando el pasado martes 18 de agosto los militares llevaron a cabo el golpe de Estado en Mali, la población salió masivamente a la calle para felicitar a los golpistas. También algunos africanos de otros países en sus redes sociales parecen estar contentos de la acción. Lo que unos y otros olvidan es que el problema de Mali no arranca con el presidente arrestado, Ibrahim Boubakar Keita ni terminarán con las nuevas autoridades por muy militares que sean.

Existe un error extendido en África según el cual la democracia lo resuelve todo. En realidad es una manera de huir de los problemas pensando que las soluciones llegan con esta palabra mágica. Nadie para un poco a reflexionar sobre este concepto de democracia, lo que supone, cómo funciona, qué es y qué no es. No sería despiadado pensar que muchos confunden democracia con el voto democrático cuando el voto es una parte de un gran conjunto. Democracia no se limita a organizar las elecciones. Se trata de algo más.

Para empezar, hay que saber que antes de poner en marcha una democracia, hace falta unos fundamentos previos sin los cuales todo se viene abajo. Hay requisitos pre-democráticos que necesitan ser estudiados y equilibrados antes de plantear el proceso democrático que aboca en las elecciones. Estos requisitos son entre otros la existencia de un Estado, el consenso general sobre la forma de gobierno que se quiere, la resolución de problemas identitarios existentes entre las diferentes comunidades, pacto sobre las líneas rojas y las reglas de juego etc. Si estos requisitos fallan, no hay democracia que prospere y las elecciones transparentes no resuelven ninguna crisis profunda.

Volvamos a Mali. Estamos ante un país con una superficie dos veces España con solo 15 millones de habitantes dispersados sobre una tierra desértica. La población del norte tiene un fuerte sentimiento de abandono por parte del sur dónde está la capital Bamako y se envuelve en una espiral independentista que el sur es incapaz de controlar. Los touaregs mayoritariamente instalados en el norte, reagrupados en el MNLA proclamaron la independencia de AZAWAD. Recientemente, con la destrucción de Libia y el flujo de las armas en el Sahel, a este sentimiento independentista se ha añadido el terrorismo islámico de los movimientos que quieren controlar el país e implantar la sharia. El ejército de Mali es incapaz de asegurar la soberanía nacional en todas sus fronteras. Al gobierno central se le escapa una buena parte del territorio y la frustración del pueblo ante esta impotencia es cada vez fuerte.

A parte de estos problemas que son de importante calado, el país vive constantemente en crisis políticas y económicos que hacen que después de la Independencia haya habido varios golpes de Estado que alteran con tiempos de elecciones democráticas sin que ningún régimen haya podido solucionar los problemas reales del país.

Cuando en 1991, el general del ejército Amadou Toumani Touré hizo un golpe de Estado y organizó las elecciones democráticas sin presentarse él, los malienses creyeron que el país se ponía ya en la órbita del progreso. La decepción fue grande cuando se dieron cuenta de que la crisis que vivía el país iba más allá del hecho de depositar una urna. En 2012, con la parte norte en efervescencia y el país es descomposición, el ejército volvió a hacer un golpe de Estado contra las autoridades democráticamente elegidas. El círculo se cerraba. La Democracia o lo que se le parece no impidió el derrocamiento del poder por la fuerza. Algo había fallado.

Con las presiones de la Comunidad Internacional, los golpistas aceptaron pasar el poder a los civiles en un nuevo intento de democracia. El presidente IBK ganó claramente las elecciones en un momento en el que Francia estaba interviniendo militarmente en el norte contra los grupos yijadistas. El pueblo depositó sus esperanzas en IBK como si fuera un superhombre capaz de resolver los problemas seculares y hondos que podrían llevar por delante todo el Estado. Ni los 4.500 militares franceses desplegados en el país, ni los 13.000 cascos azules de la ONU, ni la Comunidad Internacional masivamente han podido aplacar definitivamente el terrorismo o convencer a los touaregs que renunciaran a sus veleidades de independencia del norte. Ni siquiera han podido impedir el golpe de Estado que viene a poner todo lo conseguido en entredicho. A esto se añaden la corrupción, el amaño de los votos para favorecer al presidente, la inercia del Estado a la hora de abordar los problemas etc.

Hace semanas que el ambiente en Mali era muy tenso. El pueblo estaba en la calle rechazando los resultados de las elecciones legislativas y la dimisión del presidente. Las organizaciones regionales habían intentado encontrar una solución con una serie de propuestas. Pero los militares decidieron tomar el asunto en sus manos. Otra vez, un golpe de Estado contra las instituciones democráticas. Parece que cuando África quiere escapar del trueno se encuentra con el relámpago. Se requiere un trabajo de fondo que asegure los cimientos del Estado antes de plantear cualquier otra cosa.


jueves, 18 de junio de 2020

Un nuevo presidente para Burundi

(Gaetan Kabasha)

La historia reciente de Burundi está llena de dolor y esperanza, de lágrimas y sorpresas. Hoy podríamos hablar de esperanza guardando todas las precauciones.  La esperanza de un país reconciliado y próspero, abierto al mundo y peregrino en las sendas de la democracia. Pero, todo dependerá de un hombre y este hombre es Evariste Ndayishimiye.
Cuando el país entró en las elecciones presidenciales, el 20 de mayo de 2020,  todo el pueblo cortó su respiración por miedo a lo que podría pasar. El pasado de Burundi es tan repleto de episodios violentos que cualquier momento de tensión nacional puede abocar a unas escenas de violencia colectiva. El presidente Nkurunziza había sorprendido a todos renunciando a un cuarto mandato que sin embargo le otorgaba la nueva Constitución votada en 2018.  Contra todo pronóstico, había elegido al general Evariste Ndayishimiye como sustituto dejando de lado al presidente de la Asambea Nacional, Pascal Nyabenda que estaba dado por favorito. Por lo visto, los generales que tienen las riendas del poder quisieron que uno de ellos se hiciera cargo del relevo.
Al proclamar los resultados, como era de esperar, el candidato oficialista fue proclamado ganador y por sorpresa de todos, el opositor, el siempre rebelde Agatho Rwasa, no invitó a sus seguidores a las manifestaciones, lo que hubiera ocasionado inexorablement  enfrentamientos entre las milicias del poder (Imbonerakure) y la juventud de la oposición. Fue la primera sorpresa.
Según la Constitución, el nuevo presidente  tenía que jurar el cargo el 20 de agosto pero entre tanto algo dramático pasó. El presidente saliente, Nkurunziza, falleció de una muerte repentina el 9 de junio. A partir de este momento, se temió lo peor. En efecto, los fantasmas del pasado nunca están lejos. Sin embargo, los actores políticos parecen haber entendido que un Burundi ensangrentado no beneficia a nadie. Hizo falta mucha cordura y mucha sensatez. El Tribunal Constitucional dictaminó que el nuevo presidente electo tenía que jurar el cargo cuanto antes, evitando así una incierta transición que podía alentar los apetitos de los siempre quieren pescar en aguas turbias. Fue la segunda sorpresa.

Hoy Ndayishimiye ha jurado el cargo. El futuro está sobre sus hombros. Todo dependerá de sus decisiones. Los desafíos son enormes. En un primer lugar, tendrá que crear condiciones favorables para que los exiliados de la crisis de 2015 puedan volver sin miedo a represalias. Muchos creen que la disolución de la milicia Imbonerakure puede ser una buena señal en este sentido. En segundo lugar, tendrá que hacer esfuerzos diplomáticos para volver a colocar el país en la órbita de las naciones dónde fue expulsado poco a poco hasta quedar recluido sobre sí mismo. En tercer lugar, poner en marcha la economía que actualmente está por los suelos por falta de financiación y de inversiones exteriores. En paralelo, el nuevo presidente tendrá que ir consolidando la democracia, abriendo el espacio político y favoreciendo la prensa libre sin poner en peligro la seguridad nacional.
Ndayishimiye es un hombre de una cierta reputación de moderación y de diálogo. Nacido en 1968, se unió a la rebelión hutu en 1995 poco después de escapar a una matanza de estudiantes en la Universidad de Bujumbura. Fue ganando galardones al mismo tiempo que combatía el poder tutsi, sobreviviendo varias veces a la muerte segura junto con Nkurunziza y otros combatientes. En 2003, después de la firma de los acuerdos de Arusha, se integró al ejército nacional. En 2005, fue nombrado Jefe de Estado Mayor adjunto del ejército con el rango de general.
Durante mucho tiempo, fue hombre de confianza de Pierre Nkurunziza y ocupó varios puestos de responsabilidad política y militar. Está casado, tiene 8 hijos y se declara ferviente católico. Algunos analistas de la situación de Burundi le califican como el menos malo de los posibles sucesores de Nkurunziza. Que se sepa, no tiene en su expediente ningún episodio que podría dañar su imagen. Por tanto las tiene todas consigo para tener éxito. Todo dependerá de su capacidad a marcar las distancias con el pasado sombrío sin cortar necesariamente el cordón umbilical que le relaciona al patriotismo.

(Para colaborar con África www.audesarrollo.es)

martes, 16 de junio de 2020

Muere el presidente Pierre Nkurunziza

Un héroe para algunos, una bestia negra para otros, Pierre Nkurunziza muere con 55 años a dos meses de dejar la presidencia de Burundi a un sucesor que él mismo ha elegido. Su muerte conmueve tanto a los seguidores que le adoran como un mensajero divino como a los detractores que le odian con la misma intensidad.
Nkurunziza nació en una familia bastante holgada. Su padre, Hutu, formaba parte de la élite política de después de la independencia del país. Su madre, Tutsi, era enfermera. En 1972, cuando Nkurunziza tenía siete años, su padre era diputado de la nación. En aquel momento el gobierno de Michel Micombero decidió eliminar a todos los intelectuales hutus sin excepción en todos los rincones del país. Fue un genocidio en toda regla aunque no reconocido internacionalmente todavía. Ministros, diputados, profesores, comerciantes, estudiantes etc. fueron buscados, masacrados y enterrados en fosas comunes lejos de sus familias que nunca volvieron a saber de ellos. Miles de Hutus huyeron hacía los países vecinos. El conflicto étnico cogió las proporciones jamás vistas antes. El padre de Nkurunziza desapareció así dejando atrás 6 huérfanos.

Con duros esfuerzos, Nkurunziza pudo cursar los estudios en un ambiente muy difícil y llegó a ser profesor de educación física en la Universidad de Burundi. En 1993, una ola de democratización de África llegó a Burundi y el pueblo eligió soberanamente a Melchior Ndadaye, un hutu salido del exilio. Por primera vez en la historia de este país, alguien de la mayoría étnica cogió el destino del pueblo en unas estructuras politico-militar completamente adversas. Aquello no duró mucho ya que después de 3 meses, Ndadaye fue asesinado por los militares. Su muerte fue seguida de enfrentamientos sangrientos y una guerra civil de casi 10 años.
En 1995, Nkurunziza escapó de un intento de asesinato en la universidad dónde enseñaba y decidió ingresar en la rebelión hutu. Poco a poco, con su talante, consiguió hacerse cargo del movimiento poniendo fin a las rivalidades entre los diferentes líderes de la rebelión. En 2003, filmó los acuerdos de paz de Arusha entre el gobierno de Pierre Buyoya y las diferentes rebeliones, auspiciados por el icónico Nelsón Mandela. Burundi entró en una nueva era dónde la democracia se fundamentaba sobre el reparto del poder entre los Hutus y los Tutsis en todos los niveles de la administración nacional.
En 2005, con 40 años, Nkurunziza fue elegido presidente de Burundi con una mayoría abrumadora de 94% de los miembros de la cámara de diputados. Su llegada al poder supuso un antes y un después, poniendo fin a los repetidos enfrentamientos entre los Hutus y los Tutsis. 
Su sistema de gobierno fue visto por muchos como una bendición para la nación y un símbolo de reconciliación: sencillez, cercanía con el pueblo, deporte, insistencia en el desarrollo rural (escuelas primarias por todas partes, centros de salud etc). Aparecía en las colinas con su bicicleta y se ponía a cultivar con la gente. Se hizo tan popular que consiguió instalar su partido el corazón de los campesinos. Pero algunos le reprochaban su tendencia a confundir su evangelismo con la política queriendo convertir al aparato del Estado en una propaganda de su iglesia pentecostal. De hecho, casi nunca sintonizó con la poderosa Iglesia Católica hasta el final.
En 2015, cuando todos esperaban que abandonara el poder según los acuerdos de Arusha que guiaban el país como pacto fundacional, el presidente sorprendió a los suyos y ajenos que se presentaría al tercer mandato. Los problemas empezaron allí. Algunos de sus compañeros de partidos no entendieron esta actitud. Muchos le hicieron saber en vano. El ambiente se tensó mucho en todos los ámbitos de la vida nacional. Un golpe de Estado organizado por sus antiguos compañeros de lucha fue asfixiado. El país se paralizó. Miles de burundeses volvieron a huir del país. La prensa privada fue mermada; las voces críticas acalladas. Se empezó hablar otra vez de rebeliones. En realidad aquello fue una guerra entre los hermanos enemistados, una rivalidad entre los vencedores en torno al poder. Nkurunziza salió ganador pero con una nación herida, cerrada al mundo. La comunidad internacional le retiró apoyo y financiación. Durante cinco años, el presidente no salió del país. Al mismo tiempo, el pueblo burundés aprendió a vivir con sus propios medios sin depender demasiado de las ayudas exteriores. Su relación con Ruanda, su vecino del norte, se deterioró tanto que los dos presidentes lo manifestaron en público acusándose mutuamente de apoyar a los ellos llaman "enemigos".
En 2020, cuando nadie lo esperaba, Nkurunziza sorprendió a todos anunciando que no se presentaría a las nuevas elecciones. Influyó en la elección del candidato del partido CNDD-FDD, el general Evariste Ndayishimiye. Fue un alivio para todos, tanto los de su partido como los opositores que vieron en este gesto una oportunidad de volver  a una cierta reconciliación nacional.
La muerte repentina de Nkurunziza el 9 de junio oficialmente por infarto no deja de levantar interrogantes. Todo lo que se puede decir es que sus seguidores le lloran como a un mesías que acaba su misión y esperan que su sucesor siga sus huellas. Los detractores desean desde el fondo de su corazón que el nuevo presidente, Ndayishimiye, abra el país y recomponga la fractura social que se ha instalado desde 2015. En paralelo, sus seguidores hablan de una estrella divina que desaparece dejando atrás una vislumbraste luz, un patriota al que habrá que construir un gigante monumento.  No cabe duda de que, a pesar de las controversias, su decisión de pasar el testigo será recordado como un gesto de gran trascendencia en un continente dónde los presidentes suelen tomarse por insustituibles.
Requiescat In Pace.

                                                                                                  Gaetan

viernes, 29 de mayo de 2020

Coronavirus en África: enfoque desigual

Repetiremos hasta cansarnos que África no es un país; es un continente con 54 países reconocidos en la ONU y 55 si contamos el Sahara Occidental reconocido por la Unión Africana. Este continente cuenta con miles de lenguas y culturas diferentes. Cada país tiene su propia trayectoria histórica aunque se pueda encontrar similitudes según zonas geográficas. Hay que recordar también que estamos hablando de una población que ronda los 1,250 millones de habitantes, muy lejos del continente europeo que cuenta con 742 millones. Por tanto, cuando se habla de África en su totalidad se suele caer en las generalidades cuando no en los prejuicios de una cierta época.
Por lo que se refiere a la crisis del coronavirus, a día de hoy se contabiliza en torno a 125.000 contagios y en torno a  3.600 muertos. Estos datos no son abrumadoras en proporción al número de habitantes. 
Es imposible prever como se desarrollará el virus ya que no se ha alcanzado todavía el pico. En la mayoría de los países, aunque de una manera más lenta que lo previsto, los contagios siguen en aumento. Sin embargo en comparación con otros continente, sobre todo Europa y América, no se puede hablar de una catástrofe. Estamos hablando de 3600 muertos sobre una población de 1.250 millones de habitantes.
Con respecto al enfoque dado a la pandemia, cada país eligió un método que se ajustaba a sus realidades socio-económicas. Hay quienes optaron por importar los métodos extranjeros confinando a la población sin ofrecer nada a cambio; otros aplicaron un tipo de confinamiento parcial como por ejemplo la República Democrática del Congo que confinó durante un pequeño tiempo unos barrios de la capital; otros optaron por sensibilizar la población sobre el distanciamiento social sin más por la República Centroafricana.  No faltaron quienes a día de hoy ignoraron la pandemia sencillamente como Burundi que acaba de celebrar las elecciones presidenciales con aglomeraciones multitudinarias. Mientras que casi todos los países cerraron las iglesias y mezquitas, Tanzania decidió dejar a los creyentes seguir reuniéndose para rezar a favor del fin de la pandemia.
Solamente el futuro nos puede decir que unos han acertado y otros, no. El hecho es que el continente africano está resistiendo al virus sin que nadie sepa exactamente porqué.
(Gaetan)

lunes, 25 de mayo de 2020

África de cara al coronavirus

(Gaetan Kabasha)

La pandemia no ha dejado a nadie indiferente. Por algo es pandemia porque justamente toca a todo el mundo de una manera u otra. Es verdad no sufre lo mismo el que pierde su ser querido que el que pasa un largo rato en la UCI; el que pasa angustia al no poder ver a su abuela y el que espera días a que le hagan la prueba; el que pasa la cuarentena sin saber si desarrollará o no la enfermedad y el que trabaja con los infectados cada día. Todos sufren pero a niveles diferentes
África no ha sido la excepción en este tema de la pandemia aunque el tsunami anunciado por las agencias internacionales que muchas veces hacen cálculos de despacho con parámetros occidentales y una buena dosis de prejuicios sobre el continente, no ha llegado y puede que no llegue. Al  menos es nuestro deseo.
Cuando el virus surgió en China, la prensa occidental pasó días comentando lo malo que era el sistema sanitario chino, lo salvaje que eran algunos de sus habitantes que comen animales de la naturaleza. Luego llegó el tema del confinamiento de millones de personas y la misma prensa hablaba de un método primitivo que no se aplicaría en Occidente dónde todo parecía preparado para cualquier contingencia. Los gobiernos occidentales siguiendo a sus expertos y a su prensa esperaron mucho tiempo sin tomar medidas adecuadas hasta que la pandemia llegó arrasando como un incendio en la paja seca. Nadie se había percatado que las residencias de los ancianos estaban completamente desprotegidas, los hospitales carecían de material de protección suficiente, el sistema de detección no estaba tan a punto etc. El resultado fue una catástrofe con países enteros confinados, miles de muertos, angustia en las familias, heridas que tardarán en curarse etc.
¿Qué ha pasado con África?
Pues, el continente ser humilde y reconocer su debilidad. Los dirigentes africanos sabían que el sistema sanitario era precario,la capacidad de organización muy deficitaria en algunos países y que era imposible hacer frente a lo que les venía encima. Entonces, decidieron actuar con antelación. La mayoría de los países aplicaron el confinamiento con menos de 10 casos detectados. Otros, sin decretar el confinamiento total por miedo a las consecuencias del hambre, optaron por aplicar las medidas de distanciamiento social y sobre todo sensibilizar mucho al pueblo de lo peligroso que era el coronavirus. Hasta los últimos rincones de cada países, la gente sabe como protegerse aunque a veces no no es fácil por falta de medios.
También se adelantaron en buscar ayuda para hacer pruebas. Muchos países no tenían capacidad ni material necesario para detectar la infección. Pero en muy poco tiempo, acudieron a China y consiguieron disponer de medios suficientes en comparación con los enfermos que han ido teniendo de tal manera que consiguieron hacer prueba a todos los infectados desde el primer día del primer síntoma. No es difícil entender que al detectar con tiempo al infectado, aislarlo y buscar todos los contados que haya tenido, se circunscribe rápidamente la enfermedad. También optaron por tratar con los fármacos disponibles desde el primer momento de los síntomas, algo que probablemente impidió el desarrollo de la enfermedad hacia niveles irrecuperables. Eso que en Occidente no consiguieron quizá por el número cuantioso de contagios o por estrategia aún desconocida, hizo que África subsahariana haya podido evitar la catástrofe que se anunciaba. Puede ser que haya otras razones todavía en investigación como la existencia de la vacuna de tuberculosis, el clima, la resistencia natural de los africanos al estar acostumbrado a enfrentarse a las enfermedades de manera natural, la población joven etc. Sea lo que sea, a estas alturas, se puede decir que África subsahariana esta aguantando más que las demás regiones del mundo.
La pandemia despertó también la consciencia de buscar los remedios propios sacados de las plantas medicinales. Madagascar sorprendió al mundo al anunciar un remedio fabricado con la ayuda del instituto de investigación científica (IMRA); también el médico de Benín, Valentin Agon sacó Apivirine; en Gabón se anunciaron Fagacirine; en RCongo, el doctor Vangu Lutete propuso un medicamento hecho a partir de la cloroquina etc. Hay que decir que los ensayos clínicos con instancias neutrales no han afirmado todavía la eficacia de estos remedios pero algo se mueve en África.
Sean o no eficaces contra el coronavirus, estos remedios vienen a poner de manifiesto la necesidad  de poner en marcha estructuras de investigación sobre las plantas medicinales y adjudicar los medios necesarios para que los resultados se ajusten a los estándares científicos universales. Los médicos formados y especializados no pueden obrar como curanderos sino como lo que son: científicos. Hace falta establecer los protocolos claros, las dosis, los efectos secundarios, la duración del tratamiento, las restricciones etc. Es la única manera de colocar África en el lugar de la investigación seria.
También esta pandemia está poniendo de manifiesto la necesidad de invertir en los laboratorios capaces de hacer frente a cualquier incidencia sin necesidad de depender de la OMS o el Insituto Pasteur como hemos visto en algunos países.

viernes, 15 de mayo de 2020

Témoignage glaçant de Mgr Thaddée, évêque de Kagabandoro (Centrafrique)

(Extrait du récit de mission de Mgr. Thaddée KUSY, OFM Évêque de Kaga Bandoro)

LES EVENEMENTS TELS QUE VECUS 

          La visite pastorale de la communauté du village de Golongosso, dans la paroisse Sainte Marie de Ndélé, programmée pour la fin février et le début mars 2020, était la réalisation de mon désir gardé depuis quelques années car c’est vraiment la périphérie et l’extrême nord-ouest de notre territoire diocésain. J’ai quitté Kaga Bandoro le Mercredi des Cendres et le lendemain je suis arrivé à Ndélé, à 330 km de Kaga Bandoro. Vendredi matin nos avons pris la route pour Golongosso, environ 220 km à l’ouest, sur la frontière fluviale du Bahr Aouk avec le Tchad. Mon prédécesseur a pu visiter cette communauté seulement une seule fois durant ses 10 ans à Kaga Bandoro, en 2006 ; ensuite il y a eu la survenue des groupes armés et les habitants ont fui le village pour ne revenir qu’en 2018-2019. Avec le curé, nous y sommes restés du vendredi au lundi. Sur le chemin du retour, nous nous sommes arrêtés encore à Miamèrè, à mi-chemin entre Golongosso et Ndélé, pour une journée. Mardi après-midi, tout heureux de la visite accomplie, avec le curé et ceux qui nous accompagnaient, nous rentrions au centre. Le véhicule avait une panne de la pompe d’injection qui s’aggravait avec quelques kilomètres parcourus. Presque chaque 10-15 kilomètres, le chauffeur mécanicien devait agir pour que le carburant entre convenablement dans le moteur et permette d’avancer. À la barrière gardée par des rebelles de l’ex-Seleka, quelques kilomètres avant la ville, on nous a prévenus qu’il y avait une tension dans les quartiers entre les groupes armés des ethnies Rounga et Goula. 
           Malgré cela nous avons pu bien arriver à la maison, à la paroisse située du côté est de la ville, au pied d’une grande colline rocheuse. Au contact téléphonique avec l’économe diocésain nous avons demandé de nous envoyer, par l’occasion de la venue d’un avion, une nouvelle pièce pour le véhicule. On espérait l’avoir le jeudi. Ceci n’a pas eu lieu et nous avons été obligés de rester à Ndélé. J’habitais dans la maison des sœurs, absentes depuis 2013 ; les deux abbés et le chauffeur passaient la nuit aussi dans cette maison mais ensuite ils sont allés se réfugier chez les conseillers au quartier pour enfin fuir dans les champs avec les autres habitants. Je suis resté seul ; parfois les gardiens venaient. On m’envoyait de la nourriture une fois par jour, tard dans l’après-midi. Le réseau téléphonique ne fonctionnait plus. 
         Le mercredi soir il y a eu les premiers signes forts d’affrontements, des tirs d’armes diverses entre 19 heures et 23 heures, dans les quartiers, pas très loin de chez nous. Le jeudi c’était le calme toute la journée et la nuit. Il semblerait qu’il y a eu des enterrements. Vendredi toute la matinée, depuis 5h45 à 11h, des combats très violents ont eu lieu tout près de la paroisse. Des balles sifflaient près de ma fenêtre. De forts bruits de tirs déchiraient l’air. Dans un moment d’apaisement, après 9h, un petit groupe de Goula a pénétré dans l’enceinte de la maison des sœurs, certains avec des armes automatiques, d’autres avec des couteaux ou bâtons. Ils ripostaient un peu aux autres mais finalement ils se sont retirés, en fuyant par la colline. Avant de partir, l’un d’entre eux a dit : « si Dieu le veut, nous reviendrons ! » Les autres, Rounga, sont arrivés vers 12h30, très violents. Je suis sorti sous la véranda intérieure pour voir et observer. Un homme qui restait en-bas, près du portail, me faisait signe avec son pistolet en main pour que je « dégage » de cet endroit, au coin de la véranda d’où je pouvais voir tout ce qui se passait. Un autre m’a menacé avec son long couteau mais ensuite, je ne sais pas comment et pourquoi, il est venu dans ma chambre, s’est mis à genou et m’a demandé pardon ! L’un deux a essayé de démarrer notre véhicule Land-Cruiser, par les câbles électriques du véhicule qu’il avait sectionnés, sans succès. Je leur ai dit que le véhicule était en panne. Ils ont demandé la clef de contact. J’ai répondu que le chauffeur est parti avec. Comme les portières étaient fermées, bloquées, un muet qui criait beaucoup, avec la crosse de la lance-grenade qu’il avait en mains, a brisé la vitre de la portière arrière, puis j’ai entendu deux coups fins lorsqu’un autre a tiré sur les vitres côté chauffeur (après leur départ j’ai trouvé à cet endroit deux douilles). Des « chefs » demandaient en criant que je leur donne de l’argent ; j’ai expliqué que je n’avais que 30 mille francs (environ 45€) sur moi, pour la tournée, pour mon déplacement dans les villages. Je leur ai donné ce que j’avais, et j’ai remarqué qu’ils n’étaient pas du tout contents. D’autres vidaient les chambres où ils ont trouvé des vêtements appartenant aux jeunes qui y logeaient habituellement pour garder la maison et à un fonctionnaire de l’inspection académique accueilli par les prêtres. Mais personne n’est entré chez moi. Finalement, ils ont poussé le véhicule à l’extérieur pour le ramener dans leur base. Il y avait très peu d’espoir de le récupérer. On m’a dit ensuite qu’ils ont tracté notre Land-Cruiser avec le pick-up du préfet qu’ils avaient volé. J’ai averti la MINUSCA par une note confiée au curé qui est venu me voir samedi matin notamment avec un thermos de café (!) 
          Ce jour-là j’ai bien prié avec les paroles du psaume 33 du milieu du jour : « L’ange du Seigneur campe à l’entour pour libérer ceux qui le craignent ». Dimanche matin, après la messe j’ai commencé à écrire des notes sur saint Joseph car on m’avait demandé de préparer un partage à l’intention des propédeutes à Bangui-Bimbo le 19 mars, jour de leur fête patronale. Après 11h, j’ai entendu des bruits autour de la maison. Je suis sorti cette fois-ci en aube avec la croix sur la poitrine. Ils criaient beaucoup et fort, alors j’ai aussi crié sur eux au moins deux fois. J’ai vu que certains d’entre eux manifestaient un étonnement. L’un d’entre eux s’est approché, a chargé la kalachnikov et me visait en proférant des menaces : « je vais te tuer ! » Je l’ai ignoré et parlais avec les autres. Revenu vers ma chambre j’ai encore protesté car ils me forçaient, me tirant par les bras, pour aller avec eux à 3 leur base. J’ai entendu quelqu’un dire « prisonnier » et cela m’a fait vite comprendre que je pourrais devenir leur otage pour lequel ils demanderaient une rançon ! 
        Un homme de grand taille, peut-être leur chef, que j’ai essayé de bloquer à la porte m’a saisi par le poignet droit et subitement m’a arraché l’anneau épiscopal. Vaines étaient mes suppliques de me la rendre… Il est entré dans ma chambre et a fouillé dans tous les bagages. Il a ouvert la valise-chapelle, je lui en ai expliqué le contenu et il l’a laissée. Il a pris mon sac à dos où j’ai emballé toutes mes affaires. Il a trouvé l’appareil photo, le canif suisse, le téléphone fermé, mes documents avec le passeport. J’ai essayé de lui arracher ces derniers, en demandant de me les rendre ; nous nous sommes un peu chamaillés, bousculés (j’ai vu qu’il a un peu souri lorsque je l’ai repoussé sachant bien que nos forces sont inégales). À ce moment quelqu’un de l’extérieur près de la porte m’a frappé au dos avec une matraque. Enfin le chef a marchandé : « donne-moi ta montre et je te rends les documents ». Sans réfléchir longtemps, j’ai ôté la montre pour récupérer les documents. Il m’a laissé les livres, les vêtements et les sandales, emportant mon sac vide. 
         Les autres ont cassé toutes les portes de quelques bâtiments des sœurs et volé tout ce qu’ils y ont trouvé : des matelas et des draps, des bidons avec notre réserve de gasoil, le sac et les outils de notre chauffeur,… Par miracle, rien n’a été touché dans l’oratoire, dans la chapelle des sœurs, laissée telle qu’elle était au jour du départ des sœurs sénégalaises en 2013. 
        Ceux qui sont allés au presbytère ont cassé les serrures des grilles et des portes, mis à sac les chambres, jetant par terre des objets, des livres et des documents, au réfectoire la vaisselle de l’armoire renversée, cassée, brisée par terre; le groupe électrogène sur roulettes emporté, … J’ai vu tout cela l’après-midi, lorsque les bandits sont partis. 
       Après, déjà à Kaga Bandoro j’ai appris qu’encore ce dimanche soir du 8 mars certains sont revenus, ont cassé toutes les portes de l’église (avec l’intention de les abîmer, puisque pour y entrer il suffisait d’en forcer une seule), et profané des objets du lieu : ils ont renversé l’autel en bois, brisé le tabernacle également en bois, jeté des hosties consacrées par terre, abîmé aussi des objets liturgiques à la sacristie où ils ont trouvé quelques bouteilles de vin de messe ; il semble que quelques-uns sont restés adossés au mur de l’église, complètement ivres… 
        Vers 17 heures, le dimanche, j’ai entendu enfin du bruit qui s’approchait et puis j’ai vu venir un véhicule, celui de la MINUSCA (forces des Nations-Unies) qui venait me chercher. C’est un imam de Ndélé qui guidait les militaires Pakistanais vers la mission catholique. Avec eux je suis allé d’abord dans leur base militaire et ensuite chez des civils, près de l’aérodrome. Ainsi, le même jour, certains musulmans m’ont fait du mal et d’autres musulmans m’ont manifesté un soutien ! 
Le mardi je suis rentré à Kaga Bandoro par hélicoptère de la MINUSCA. 

                                                        +Thaddée KUSY, OFM Évêque de Kaga Bandoro

miércoles, 25 de marzo de 2020

África frente al coronavirus


(Gaetan Kabasha)

Ha tardado en llegar. Muchos empezaron incluso a hacerse preguntas sobre la hipotética inmunidad de la raza negra al nuevo virus. Pero al final llegó. Gota a gota, pero con un paso firme, la pandemia se va apoderando de los países africanos. En este miércoles 25 de marzo, ya son 43 los países afectados sobre 54 con un total de 2.412 casos detectados y más de 60 muertos. Los países más afectados al sur de Sahara son Suráfrica con 709 casos, Burkina Faso con 114, Senegal con 96, Camerún con 70, Ghana con 53, RDCongo con 43, Ruanda con 40 etc. ¿África podrá hacer frente al desafío?
La inquietud es grande en todos los países. Tantos los ciudadanos como los dirigentes saben que el problema está por encima de las capacidades actuales: sistema sanitario precario, aglomeraciones difíciles de evitar, sistema de vida diaria en su globalidad etc. La incertidumbre es total. No faltan los que auguran una hecatombe ante lo que se avecina. Algunos países no tienen capacidad técnica propia para detectar el virus; otros no tienen suficientes especialistas en enfermedades respiratorias; los respiradores son escasos etc. Muchos recurren a la OMS o al Instituto Pasteur con capacidades limitadas para detectar los casos.
Todos los países son conscientes del problema e intentan paliarlo en la medida de lo posible. Algunos ya han tomado medidas drásticas de confinamiento total como es el caso de Ruanda, Suráfrica, Senegal, Madagascar, Costa de Marfil, RDCongo etc. Otros han cerrado las escuelas y las iglesias como medida de contención y se dedican a sensibilizar a la población sobre la prevención. Pero surgen interrogantes: ¿Es posible aplicar el confinamiento total en todas las ciudades africanas? ¿Se puede hablar de higiene de manos a un pueblo que no tiene agua?
A diferencia de Europa dónde la vida se pasa en el interior de la casa, los pueblos africanos viven fuera y utilizan la casa solamente para dormir la noche. Pedir a un africano que quede en su casa es pedirle todo un cambio de sistema de vida. El desafío es tan grande que generalmente las casas de la gente (menos los más adinerados) son pequeñas y no disponen de espacio para estar durante largo rato. No hay frigorífico para guardar comida ni baños para ducharse y hacer necesidades, ni cocina interior, ni wifi para entretenerse etc. Todo se hace fuera y muchas veces de manera comunitaria.
Por el tema de lavar las manos como medida principal recomendada por la OMS en la lucha contra la pandemia, algunos países han ideado métodos originales para paliar la falta de agua en casa. En Ruanda por ejemplo están implementando un tipo de grifo artificial y móvil que conlleva un cubo debajo y un lugar dónde pisas para que el agua salga en el grifo. Se llama “Kandagirukarabe” (pisa y lávate). Es realmente genial. Pero ¿cuántos países están inventando algo con respecto a las realidades de sus pueblos?

En muchos lugares, la gente tiene que hacer colas a un pozo o a un grifo muy lejos de casa con recipientes o bidones para recoger agua. El agua es un bien escaso, muy escaso. En estos lugares, toda la familia utiliza un mismo cubo con la misma agua para lavarse las manos. En estas circunstancias, ¿cómo hacer para evitar el contagio?
Los niños buscando agua en Ruanda
En las grandes ciudades, miles de personas comen en función de lo que han podido hacer durante el día. Encontrarás a algunos haciendo taxi-moto o taxi-bicicleta, otros cargando o descargando camiones, otros circulando con mercancías en las calles etc. Muchas mujeres consiguen alimentar familias enteras con su presencia diaria en los multitudinarios mercados donde no cabe ni un alfiler entre las personas. Su subsistencia depende del día a día. Estos no tienen sentido de almacén o de cuenta bancaria. Basta con hacer un paseo por los suburbios de las grandes ciudades para darse cuenta de esta realidad.
Vendedor ambulante en el mercado de Douala

Dicho esto, no veo a los gobernantes confinar a los habitantes de las ciudades como Kinshasa, Lagos, Douala etc. con medidas drásticas durante un mes. Sencillamente es imposible. Las medidas de confinamiento aplicados en Europa no caben en las ciudades de África. Las realidades son diferentes, la mentalidad también. La gente tendrá que elegir entre el virus y el hambre. Sinceramente, creo que elegirá el virus.
A mi modo de ver, África tiene que encarar la pandemia con más imaginación. No caben los métodos aplicados en otros lugares. Hace falta soluciones imaginativas que se adaptan a las realidades socio-económicas de cada país.  Entre tanto, mi esperanza es que se descubra el remedio antes que llegue el desastre.

viernes, 20 de marzo de 2020

Una señal inequívoca


(Gaetan)

En los tiempos de Noé, “comían, bebían, tomaban mujer y marido … y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos” (Mt24, 37-38).
Nada que añadir a la afirmación del Evangelio. El coronavirus no es el diluvio, pero se le parece. También nosotros, la humanidad en su conjunto o parte de ella ha llegado a confiar en sus seguridades y sus capacidades, a inventar todo tipo de artilugios hasta tal punto que nos creímos dueños y señores del universo. El hombre llegó a la luna; creó el avión capaz de recorrer el planeta; fabricó los satélites capaces de ver los movimientos de los astros, inventó el internet para conectar todo en un tiempo récord; hizo tantos avances tecnológicos que se creó capaz de prolongar la vida. Tan es así que llegó a pensar que la vida le pertenecía en absoluto: podría decir cuando empieza y cuando acaba esperando el día que sea capaz de prolongarla al infinito. Así estábamos: comiendo, bebiendo, controlando todo en la indiferencia total frente a la desigualdad y la injusticia que supone el sistema en el que nos hemos instalado. Y de repente llegó el coronavirus. Qué razón tiene Pedro Cuartango cuando afirma en ABC: “justo en el momento en que el hombre acaricia la ansiada inmortalidad prometida por la serpiente (del génesis), un virus se burla de todas nuestras certezas y nos coloca a la dolorosa conciencia de nuestros límites”

Primero aparecieron los incendios devastadores en Amazonas, luego en Australia y en distintas regiones del mundo sin que nos mutamos. Luego llegaron las tempestades que levantaban las olas de una altura desconocida antes desfigurando por completo las playas del Mediterráneo. Nos seguimos escudando en el cambio climático. Hace poco aparecieron las langostas en el cuerno de África que parecían recordarnos las plagas de Egipto en los tiempos de Moisés y nadie prestó atención a ello. Poco antes había ardido la Catedral de París, el símbolo por excelencia de la cultura occidental ¿Eran señales precursoras de algo más grande? Nadie supo leer los signos de los tiempos. La soberbia nos ha embotado tanto que creemos que de igual modo que el mundo gira en torno al sol, el universo gira en torno nuestro.
Ahora tenemos el coronavirus. Lo tenemos en nuestros países, en nuestras casas, en nuestra ropa, en nuestras manos, en nuestros móviles, en nuestros mocos, en nuestra saliva. Lo tenemos por todas partes, pero solamente vemos sus efectos porque es tan pequeño que nadie lo ha visto jamás con sus ojos. Los científicos que tienen ojos artificiales, capaces de escudriñar las entrañas de las criaturas más escurridizos nos dicen que mide entre 50 y 200 nanómetros.  Qué nadie me pregunte lo que esto significa. Solamente sé que no por ser pequeño deja de ser peligroso; tiene una corona y reivindica el trono que le falta, el del mundo.
Y resulta que nos faltan hasta las mascarillas, los guantes, el alcohol etc. Faltan hospitales, camas, médicos, fármacos etc. El virus se mueve en medio de nosotros y se ha convertido en lo que mejor compartimos entre nosotros sin que nadie consiga pararlo los pies, si es que los tiene. Ni sabemos cómo aplicar las medidas necesarias sin que nos impongan el confinamiento obligatorio. ¿No teníamos un nivel educativo tan alto que éramos capaces de utilizar la razón cuando se trata de nuestro bien? ¿No teníamos un progreso más allá de lo que se podía imaginar hace solamente cien años? ¿Acaso no teníamos todo atado y controlado? ¡Qué lejos estamos del sueño de Stephen Hawking sobre la Teoría del todo que colocaría al hombre en la cúspide del universo, en el mismísimo lugar de Dios!
Dice la canciller alemana, Angela Merkel que lo que se avecina no tiene nada que ver con lo que sabemos. Llega a comparar la situación con la de Alemania inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Quiere decir que el coronavirus nos recuerda que nuestra soberbia es vulnerable.
Viendo las calles vacías con tantos millones de personas confinadas y llenas de miedo, uno puede quedarse en la impotencia y parálisis esperando un futuro incierto. Pero también esto puede ser una oportunidad para interpretar lo que acaece no como una casualidad sino más bien como una señal. Estamos ante una gran señal del tiempo. Es un aviso ligero de lo que podría ocurrir a la humanidad entera en un futuro próximo.
En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de que esta confianza absoluta en la capacidad de la razón humana es un error. Nuestra razón tiene una capacidad infinita pero no absoluta. Un pequeñísimo bicho llamado coronavirus nos está haciendo una buena demostración de ello. Estamos ante un hecho siempre predicado, pero últimamente rechazado por algunos: somos responsables de nuestra vida, pero no sus dueños. La vida nos precede y nos excede. Somos pasajeros hospedados temporalmente en un mundo que nos es nuestra propiedad.
En segundo lugar, este tipo de progreso que deja parte de la humanidad en la miseria y la injusticia no nos lleva a ninguna parte. Somos todos habitantes de una misma tierra cuyo creador es el único digno de alabanza. El coronavirus pone fin a nuestra soberbia igualando a todos: ricos y pobres, reyes y súbditos, propietarios y mendigos. Todos confinadas, hostigados por el miedo y la incertidumbre. Desde nuestro estado de criatura, nuestras orgullosas certezas que borran a Dios del horizonte son efímeras y frágiles.
Esta pandemia es una señal inequívoca. Nadie de nosotros tiene la clave de la vida. Puede llegar algo mucho más grave capaz de poner fin a nuestra aventura. Es una señal que nos recuerda que podemos considerarnos “dioses” pero nunca seremos Dios. Volvamos a la sensatez.

martes, 17 de marzo de 2020

Coronavirus: tiempo de prueba

(Gaetan)

Hace unos meses se especulaba de que el Coronavirus se quedaría en las ciudades de China. Algunos se atrevían a decir que todo era por culpa de los primitivos chinos que comen los animales salvajes como si no supieran como cocinar la carne desde que los comen. Hay quienes se atrevían incluso a decir que, en todo caso, la economía de China no acompañaba el sistema sanitario. Todo esto para concluir con mucha soberbia y una buena dosis de egocentrismo que los sistemas europeos estaban preparados para cualquier cosa.
Entre tanto, los vuelos seguían llegando de China hacia Europa. Todos los viajeros se sorprendían que al llegar sobre todo a Madrid, no se les aplicaba ningún análisis ni veían una chispa de medida especial para contener la entrada del virus. Las autoridades o sus representantes ne dejaban de repetir que todo estaba bajo control.

Luego el virus llegó a Italia, un país civilizado, nada que ver con el resto del mundo considerado como el tercer mundo habitado por los sub-desarrollados dónde surgen las plagas. Italia se enfrentó al virus con esta cosa que llaman "medidas de proporcionalidad" como sí estuviera ante un adversario que piensa y que sopesa sus ataques. No, el coronavirus no piensa como los humanos; es pequeño pero peligroso. No entiende de la proporcionalidad. O se ataja desde el principio o te hace daño desde dentro. Y una vez dentro de la estructura, se incrusta, se multiplica, se expande y acaba poniendo a dura prueba todo el sistema.
Ya a partir de Italia, los europeos se han dado cuenta de que la epidemia no era cosa de otros. Ya son varios los países absolutamente confinados donde nadie sale de casa a no ser por hacer lo que autoriza el Estado. Los ejércitos están en las calles. Los hospitales están colapsados o a punto de serlo. Las farmacias no son capaces de proporcionar material imprescindible para luchar contra el coronavirus (alcohol, gel hidroalcólico, glicerina, máscara etc). Los contagios siguen en alza y los fallecidos también. ¿Podemos seguir diciendo que el sistema está preparado para cualquier emergencia? ¿Cuándo iba llegando el virus, nadie se acordó de hacer previsiones?
Es posible que las autoridades hayan confundido el tiempo ordinario con el tiempo extraordinario. No cabe duda que el sistema sanitario occidental está muy bien preparado en los tiempos ordinarios a la hora de tratar distintas enfermedades incluidas las más graves. Ahora bien, una pandemia es otra cosa: se trata de una enfermedad que afecta las masas en un tiempo muy corto, capaz de colapsar cualquier sistema por muy preparado que sea. Quizá en este caso habría falta un enfoque diferente privilegiando más creatividad, más tecnología, más información, más disciplina colectiva, más agilidad en la toma de decisiones etc.
El sistema occidental en su conjunto está sometido a una dura prueba. Ahora no se trata solamente de un problema sanitario sino también económico, educativo, familiar, social, humanitario etc. Esta pandemia ha trastornado toda la estructura levantada sobre la globalización y la economía virtual. Un pequeñísimo bicho está poniendo patas arriba a todo un gigante que se creía imbatible. ¡Ojalá esto sirva de lección a la humanidad!

domingo, 1 de marzo de 2020

El ridículo electoral

(Gaetan Kabasha)

Me cuesta reconocer que los africanos están abusados con el tema de las elecciones. Sin embargo, la verdad es tan clara como el agua. Es muy frecuente ver en varios países colas impresionantes de gente de todo tipo desafiando el calor, la lluvia y el cansancio para ir a depositar su sobre en una urna a veces en un ambiente festivo cantando himnos a la democracia o a cualquier otra cosa que no tiene traducción en su lengua local. No es imposible ver a algún opositor vapuleado o linchado por las masas fanatizadas a favor del presidente de turno.
Hace unos años me encontraba en la República Centroafricana cuando se organizaron elecciones para validar o rechazar la nueva constitución que permitía al presidente Bozizé representarse a las elecciones. Habían dicho al pueblo que se trataba del Referendum. En algún momento del día, se me ocurrió acercarme a los que acababan de votar y les pregunté que significaba el "Referendum". La mayoría de los entrevistados o todos me contestaron que significaba votar para que el presidente les construyera una seria de infraestructuras de desarrollo. Es que en la campaña previa a las elecciones, solamente habían llegado al rincón en cuestión los representantes del presidente y habían explicado al pueblo que fueran a votar "si" porque en caso contrario el presidente les olvidaría por completo. Así van las cosas. La nueva constitución salió votada por una mayoría abrumadora. Nadie había leído el texto ni sabía lo que decía.

En estos días estamos asistiendo a unas elecciones presidenciales y legislativas en varios países de África dónde se sabe de antemano quien saldría ganando ya sea porque todo está amañado previamente, ya sea porque la oposición está completamente fagocitada, ya sea porque la oposición ha decidido retirarse de una mascarada intolerable. Es un hecho que hace mucho pensar. ¿Cómo es posible que queramos el desarrollo sin aceptar los mecanismos que llevan a ello? ¿Cómo es posible que personas cultas se conviertan en fanáticos del poder dictatorial llegando a abusar de la inocencia del pueblo sencillo? ¿Por qué nos empeñamos en seguir aplicando los mecanismos en los que no creemos?
Hace unos años, Axelle Kabou, de nacionalidad camerunesa publicó un libro llamativo titulado "Et si l'Afrique refusait le développement?" (¿Y sí África rechazara el desarrollo?). En este libro, la autora repasa la situación en muchos países y las actitudes anti-desarrollo observables en todos ellos tanto de parte de los dirigentes como de la población. Al final plantea esta pregunta que es al mismo tiempo un llamamiento a revisar las recetas traídas de Occidente e insertadas en las culturas africanas sin tener tiempo de adaptarlas, integrarlas o modificarlas. Una de estas recetas es la democracia que  se materializa en las urnas. En el fondo, la pregunta de Kabou apunta a una crisis de identidad generalizada en África que nos incapacita para reactivar nuestras propias energías y reinventar nuestros propios mecanismos. 
La democracia es un concepto universal que hay que traducir en las realidades locales. Todos los principios universales se piensan universalmente y se aplican localmente. Es absurdo hacer un "copiar-pegar" desde una realidad occidental concreta a un realidad africana también concreta. Más concretamente, se sabe que la democracia electoral supone ciertos requisitos previos: la voluntad de construir las estructuras por encima de las personas, la comunicación, la educación, la libertad de expresión, la prensa libre, la capacidad de aceptar las ideas contrarias, el debate, la neutralidad de las instituciones garantes del resultado etc. Cuando estos elementos no están todavía en un país, se puede organizar las elecciones pero no se puede hablar de democracia. He aquí lo que llamo el ridículo electoral.

(para colaborar con África www.audesarrollo.es)

martes, 11 de febrero de 2020

Cruce de intereses en el caos de Libia.

(Gaetan)

Más de ocho años han pasado desde la estrepitosa caída del caudillo Gadafi a manos de los insurgentes apoyados militarmente por Estados Unidos y varios países de la Unión Europea. ¿Alguien se acuerda de la foto de Gadafi pidiendo clemencia a sus raptores? Pues, su asesinato que parecía un inicio de una nueva era, fue el principio de un desastre nacional. Desde entonces, el caos se ha instalado en el país con diversas facciones dónde se cruzan el patriotismo, el sectarismo y el fanatismo. A día de hoy, es difícil saber cuál será el final de este conflicto que ha convertido Libia en un prolongado sin-vivir. En medio de esta carnicería se cruzan los intereses internacionales que obstaculizan cualquier intento de solución pacífica. Como siempre, el negocio está por encima de las personas.
De manera resumida, los diversos grupos armados se encuentran en alianzas entre dos bandos claramente definidos: el lado del gobierno oficial, reconocido por la ONU, dirigido por Fayez El-Sarraj y el lado del mariscal Haftar que controla la mayor parte del este del país. Los dos antagonistas cuentan con apoyos sustanciales  tanto en la región como a nivel internacional. Tan es así que las cumbres celebradas en Moscou o en Berlín acabaron en fracaso. Nadie se atreve a decir altamente que todos estos encuentros son una verdadera representación de hipocresía de los organizadores y de los protagonistas. Se trata de un diálogo de sordos dónde al final la mentira tiene traje de la verdad. Cada uno hace pasar el tiempo para rearmarse y prolongar el conflicto.
Por una parte, el gobierno oficial cuenta con el apoyo de Italia que se lleva el petróleo de Tripolitania y de Turquía que acaba de decidir enviar tropas al país con esperanza de explotar el gas muy codiciado en las aguas mediterráneas; Por otra parte, está el general Haftar que tiene apoyo de Rusia que tiene desplegados a mercenarios de la sociedad Wagner y de Francia por intereses contradictorios, a veces muy poco claros. En paralelo, los países regionales se dividen también cada uno defendiendo sus intereses: Egipto, Chad y Algeria, Arabia Saudía etc.

Entre tanto, Cipras, Italia, Israel y Grecia acaban de firmar un acuerdo para construir el gaseoducto  llamado EastMed oficialmente para canalizar el gas de Israel. Sin embargo hay quienes ven en este proyecto veleidades de acercarse al gas de Libia a medio y largo plazo.
Tenemos entonces  a Francia, Rusia, Egipto, Sudán, Chad, Jordania, Arabia Saudía etc al lado del mariscal Haftar y Italia, Turquia, Túnez etc. al lado del gobierno legítimo. Es una situación de contradicción entre ciertos países que son por otro lado aliados dentro o fuera de la Unión Europea.
El único que parece ausente de la contienda es la Unión Africana que, sin embargo sufre las consecuencias en el Sahel y que lleva tiempo manifestando la voluntad de participar en la solución.
La cumbre de los jefes de Estado de la Unión Africana celebrada este lunes 10 de febrero en Addis-Abeba reiteró su voluntad de involucrarse en el conflicto partiendo de la evidencia de los fracasos de los otros intentos. Nadie puede entender que un conflicto africano vaya a resolverse en Europa. Los jefes de Estados manifestaron la necesidad del cese inmediato de las hostilidades y se mostraron dispuestos a enviar observadores neutrales para ayudar a respetar la solución dialogada.
Nadie sabe si esta vez la voz de África será escuchada. Hay que recordar que en la época de los bombardeos de la OTAN contra Gadafi, Francia amenazó con derribar cualquier avión enviado por la Unión Africana para mediar en el conflicto. Parece que cuando hablan los intereses, la lógica humanitaria tiene que callarse! En todo este embrollo sangriento, los libios son los que salen perdiendo.

Para colaborar en el desarrollo de África www.audesarrollo.es