(Gaetan)
Más de ocho años han pasado desde la estrepitosa caída del caudillo Gadafi a manos de los insurgentes apoyados militarmente por Estados Unidos y varios países de la Unión Europea. ¿Alguien se acuerda de la foto de Gadafi pidiendo clemencia a sus raptores? Pues, su asesinato que parecía un inicio de una nueva era, fue el principio de un desastre nacional. Desde entonces, el caos se ha instalado en el país con diversas facciones dónde se cruzan el patriotismo, el sectarismo y el fanatismo. A día de hoy, es difícil saber cuál será el final de este conflicto que ha convertido Libia en un prolongado sin-vivir. En medio de esta carnicería se cruzan los intereses internacionales que obstaculizan cualquier intento de solución pacífica. Como siempre, el negocio está por encima de las personas.
De manera resumida, los diversos grupos armados se encuentran en alianzas entre dos bandos claramente definidos: el lado del gobierno oficial, reconocido por la ONU, dirigido por Fayez El-Sarraj y el lado del mariscal Haftar que controla la mayor parte del este del país. Los dos antagonistas cuentan con apoyos sustanciales tanto en la región como a nivel internacional. Tan es así que las cumbres celebradas en Moscou o en Berlín acabaron en fracaso. Nadie se atreve a decir altamente que todos estos encuentros son una verdadera representación de hipocresía de los organizadores y de los protagonistas. Se trata de un diálogo de sordos dónde al final la mentira tiene traje de la verdad. Cada uno hace pasar el tiempo para rearmarse y prolongar el conflicto.
Por una parte, el gobierno oficial cuenta con el apoyo de Italia que se lleva el petróleo de Tripolitania y de Turquía que acaba de decidir enviar tropas al país con esperanza de explotar el gas muy codiciado en las aguas mediterráneas; Por otra parte, está el general Haftar que tiene apoyo de Rusia que tiene desplegados a mercenarios de la sociedad Wagner y de Francia por intereses contradictorios, a veces muy poco claros. En paralelo, los países regionales se dividen también cada uno defendiendo sus intereses: Egipto, Chad y Algeria, Arabia Saudía etc.
Entre tanto, Cipras, Italia, Israel y Grecia acaban de firmar un acuerdo para construir el gaseoducto llamado EastMed oficialmente para canalizar el gas de Israel. Sin embargo hay quienes ven en este proyecto veleidades de acercarse al gas de Libia a medio y largo plazo.
Tenemos entonces a Francia, Rusia, Egipto, Sudán, Chad, Jordania, Arabia Saudía etc al lado del mariscal Haftar y Italia, Turquia, Túnez etc. al lado del gobierno legítimo. Es una situación de contradicción entre ciertos países que son por otro lado aliados dentro o fuera de la Unión Europea.
El único que parece ausente de la contienda es la Unión Africana que, sin embargo sufre las consecuencias en el Sahel y que lleva tiempo manifestando la voluntad de participar en la solución.
La cumbre de los jefes de Estado de la Unión Africana celebrada este lunes 10 de febrero en Addis-Abeba reiteró su voluntad de involucrarse en el conflicto partiendo de la evidencia de los fracasos de los otros intentos. Nadie puede entender que un conflicto africano vaya a resolverse en Europa. Los jefes de Estados manifestaron la necesidad del cese inmediato de las hostilidades y se mostraron dispuestos a enviar observadores neutrales para ayudar a respetar la solución dialogada.
Nadie sabe si esta vez la voz de África será escuchada. Hay que recordar que en la época de los bombardeos de la OTAN contra Gadafi, Francia amenazó con derribar cualquier avión enviado por la Unión Africana para mediar en el conflicto. Parece que cuando hablan los intereses, la lógica humanitaria tiene que callarse! En todo este embrollo sangriento, los libios son los que salen perdiendo.
Para colaborar en el desarrollo de África www.audesarrollo.es
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