jueves, 14 de septiembre de 2023

La peor historia de nuestra humanidad

 (Dr. Gaetan Kabasha)

Cada vez que voy a Cape Coast en Ghana, acabo con sensaciones encontradas entre la rabia, la impotencia, la angustia y otro sentimiento más indescriptible todavía entre el dolor del alma y el abismo oscuro de incomprensión. ¿Cómo no sentirme así en este lugar que representa lo peor de la humanidad, cuando el ser humano trataba al otro ser humano poco menos que a un animal? Cape Coast es ese lugar dónde se visibiliza la crudeza de la esclavitud de negros en aquellos siglos oscuros cuando algunos hacían barbaridades a otros en una insensibilidad absoluta. Allí se encuentran dos fortificaciones por dónde partían los esclavos hacia el Nuevo Mundo, hacía lo desconocido para ellos, hacia el lugar de nunca volver. Allí está la llamada “puerta de no retorno”.


Ya he escrito al menos dos artículos sobre el tema de la esclavitud en este blog. Sin embargo, al llegar otra vez a este lúgubre lugar, me doy cuenta de que es imposible agotar el tema. Siempre hay detalles que faltan o matices que aportar. Es el lugar que hay que visitar una y otra vez a pesar de las emociones que te recuerdan en el instante la cruda realidad del ser humano. No sé si hay un ser humano normal capaz de entrar en este lugar y salir indiferente.

Cuando entras en el fuerte de Elimina, un edificio al borde del mar construido por los portugueses en los inicios de esclavitud de los negros, se te ponen inmediatamente los pelos de punta. Empiezas a dar vueltas sobre ficticias imágenes de hombres y mujeres, miles de ser humanos que pasaron por allí, hacinados como mercancía, humillados como animales sin valor, pisoteados como insectos. Se te pone la piel de gallina cuando escuchas las explicaciones detalladas del trato que recibían unos y otros y del nivel de absoluta inhumanidad que se respiraba aquel momento en aquel negocio.

Los negros encadenados llegaban por miles, vendidos en diversos mercados interiores: a veces por sus propios jefes tribales; a veces capturados en la guerra; a veces capturados por los esclavistas que les tendían trampa en el bosque. Se cuenta incluso que algunos venían engañados con una promesa de ver el paraíso sobre la tierra y sin darse cuenta, se encontraban en los barcos negreros atados. Era la época en que cazar a un negro era como cazar un tesoro.



Una vez introducidos en el fuerte, se separaban a hombres y mujeres. Cada grupo entraba en su agujero sin luz. Hay que llamar las cosas como son: era un verdadero agujero. Cuando la puerta se cerraba, cada uno sobrevivía como podía al lado de otros esclavos, esperando la llegada del barco negrero que podía llegar en una semana o un mes o muchos meses. El tiempo dejaba de existir para ellos. Si tenías suerte, te encontrabas con alguien que habla tu lengua y si no, olvidabas por toda tu vida lo que había constituido tu identidad. La esclavitud no fue solamente el comercio de seres humanos sino también la supresión de identidad. ¡A ver qué es peor!

En ese agujero, no había ni agua, ni ducha, ni servicio. Cada uno se hacía sus necesidades encima, dormía en sus desechos y cuando les entregaban algo parecido a la comida para mantenerles vivos, comían en sus heces y sus orinas. ¿Cómo una sociedad cristianizada llegó a tal altura de maldad? Hay que entender que en aquel momento, el negro no era un ser humano normal; era una bestia de trabajo, una mercancía rentable sin más. Me atrevo a pensar que aquellos caballeros entregados a este siniestro negocio no eran insensibles a la vida humana. Pero lo eran a la vida de esos seres que no veían como humanos.

Pensemos un momento en la situación de las mujeres en aquel agujero oscuro. Nadie se ocupaba de sus necesidades relacionadas a su ser mujer. Nadie les entregaba algún pañuelo, algún vaso de agua. Sufrían en su suciedad y algunos morían en ella. Si te morías, es que no eras suficientemente fuerte como para cruzar el océano. Eras una boca menos que alimentar. Te tiraban al mar sin más problemas. No eras nadie ni venías de ninguna parte. Habías perdido tu ser, tu identidad, tus raíces. Desaparecías en el la noche del olvido y nadie tenía tiempo de llorar por ti.

El tema de las mujeres no quedaba allí. Durante el día, el gobernador del lugar, un caballero limpio y lleno de virtudes, identificaba a alguna muchacha guapa. Al caer la noche, sus soldados la sacaban del grupo y la limpiaban. La muchacha pasaba por unas escaleras secretas y aparecía en la habitación del dueño de la vida y la muerte allí arriba donde la vista al mar y la brisa ligera contrastaban con las condiciones de abajo, en el submundo de los desgraciados. Allí arriba, temblorosa, impotente, sin fuerza y por supuesto sin querer, la muchacha se dejaba violar una y otra vez. Nunca entenderé el placer que uno puede sentir con una persona violada. ¿Será que algunos de nosotros, en algunas circunstancias, funcionan como máquinas insensibles y sienten placer dónde tendrían que sentir vergüenza? El señor, por momentos incluso, pasaba por ser generoso y benévolo entregando un trozo de pan a la chica antes de entregarse la satisfacción de sus instintos. Cuando el señor terminaba su dulce hazaña, olvidaba inmediatamente sus chispas de humanidad y expulsaba a la chica de su habitación. Entonces, sus soldados aprovechaban el resto de la noche antes de volver a tirar a la pobre mujer al agujero de las demás.

Al lado de los dos agujeros, hay otro peor todavía. Es la cárcel para los recalcitrantes. Allí entraban los revoltosos que se atrevían a reclamar algún tipo de derecho a estos señores provenientes de países civilizados. Para dar ejemplo a los demás, te arrastraban al agujero y echaban la puerta para siempre. Entonces ocurría lo que tenía que ocurrir: morir de hambre maldiciendo el destino. Como ultima advertencia, obligaban a los otros esclavos a arrastrar al cadáver esquelético y a tirarlo al mar. Los peces evidentemente agradecían el gesto.

Cuando hablamos de la esclavitud, en general lo hacemos recordando un trozo de la historia, pero hasta que tocas con el dedo el lugar exacto de los hechos y ves con tus propios ojos lo que realmente hay, no tienes idea de lo que ocurría en aquella historia. Al final de la visita, hay un letrero puesto en por los negros americanos que vuelven a reencontrarse con sus raíces. El letrero dice: Nunca más. Desgraciadamente, nunca podemos decir que todo terminó. Todavía hay cárceles en este mundo peores que aquellos agujeros y torturas más infames que las de aquella época. Y lo que es peor, algunas de esas terribles realidades se encuentran en África, hechas por los africanos a sus semejantes africanos.






 

martes, 12 de septiembre de 2023

El taburete dorado de los ashantis

 (Dr. Gaetan Kabasha)

Cuenta la leyenda que un sacerdote poderoso del nombre de Okomfo, en plena conexión con el más allá, arrancó de la divinidad algo sagrado e intocable. Hizo bajar del cielo un taburete dorado o un banquillo de oro. El instrumento brillante y temible descansó en el regazo del primer rey llamado Tutu. La nación Ashanti acababa de nacer. En torno al rey, todas las pequeñas tribus se unieron en una sola nación. Sería una nación bendecida, temible entre los demás pueblos y en constante interacción con los poderes divinos por medio del rey. A partir de entonces, el rey no sería nada sin el taburete y la desaparición del taburete significaría el fin de la nación Ashanti. En resumidas cuentas, el rey puede morir, pero el pueblo no morirá mientras tenga el instrumento de conexión con la eternidad.


En torno al taburete se construyó toda una mitología. Ningún ser ordinario se acercaría a ello sin padecer la ira de los dioses. Sólo el rey nuevo se sienta encima tres veces durante su entronización y una vez lleno de los poderes reales y sagrados, se convierte en el guardián absoluto del símbolo considerado como alma del pueblo, el objeto más sagrado que haya sobre la tierra. Aunque el rey es absoluto ante su pueblo, tiene que recordar que por encima hay algo más importante que él, representado en el taburete. De allí su sumisión y su humildad ante Dios todopoderoso.

Cuando entras en Manhyia Palace Museum en Kumasi, lo primero que te acoge es una serie de símbolos con significados curiosos y al mismo tiempo muy enriquecedores. El primero de todo que llama la atención es el Gye Nyame, un dibujo difícil de describir con dos alas en direcciones opuestas, hacia abajo y hacia arriba y un espiral por medio. Pues, el nombre del símbolo es también su significado, es decir “solo Dios”, entre líneas, “solo Dios merece temor”. Es una declaración abierta a todo aquello que se atrevería a enfrentarse al pueblo Ashanti. Se puede jugar con todo sobre la tierra, pero nadie puede desafiar a Dios y si el pueblo Ashanti viene de Dios, solo a él rinde tributo. El rey Ashanti puede todo, pero ante Dios, debe recordar que es inferior. Y el elemento que le recuerda esta verdad es el taburete dorado venido del cielo.

El oro en todas las culturas simboliza la eternidad, lo que no se marchita, lo que dura siempre. En este sentido, el taburete es eterno porque viene del mundo de la eternidad. No solamente el rey tiene el deber de protegerlo hasta derramar su sangre, sino que cualquier ciudadano Ashanti tiene el mismo deber. En caso de peligro, cualquier Ashanti está investido del poder de morir encima del taburete para impedir su profanación o que lo lleve un enemigo.

El pueblo ashanti tiene como tótem el puerco espina y se identifica con él. Dicen que, de la misma manera que ese animal se protege con las espinas y cuando matas uno, surge otro para proteger lo suyo, el pueblo Ashanti es invencible. Si matas diez, surgieran diez el mismo día para combatirte. De hecho, en el trono del rey aparecen tres símbolos de animales: un águila, una serpiente y un cocodrilo. Esta representación viene a decir que si te enfrentas a los Ashantis, te encontraran en el aire como el águila, te morderán en la tierra como la serpiente y si vas al fondo del río, te arrancarán el cuerpo con los dientes de un cocodrilo.

Esto mismo ocurrió cuando los británicos llegaron a esta región. No sabían que había un reino bien organizado llamado Asante y un rey llamado Asantehene. Llegaron a la costa y nombraron aquel lugar Gold Cost por la cantidad de oro que encontraban. Más tarde, se enteraron que el interior de aquella tierra estaba habitada por los asante y al no saber bien pronunciar, los llamaron Ashanti. Ocurrió lo mismo Niger o Nigería. Ambos términos no significaban nada en los pueblos autóctonos sino que Niger significa negro en inglés y Nigeria significa “niger area”, zona negra. 

Los británicos al encontrarse con un pueblo invencible e insumiso, le hicieron la guerra. Una guerra atroz devastó zonas enteras. Morían miles y surgían miles por todas partes. Al final, los británicos dijeron que lo único que les interesaba para parar la guerra era la entrega del taburete de oro. El rey, viendo a su pueblo en grandes apuros, se entregó a los ingleses, pero les dijo: “me entrego como rey pero el taburete no lo tendréis nunca siempre que haya un Ashanti vivo”. Los ingleses lo deportaron a las islas Seychelles. El pueblo estaba derrotado pero vencido ni mucho menos aniquilado. Con la supervivencia del taburete, la nación resurgiría de sus cenizas y volvería a florecer.

Los ingleses pensaban encontrar el taburete con la ausencia del rey, destruyeron su palacio, profanaron sus objetos sagrados, pero no encontraron el taburete. Utilizaron todos los artilugios modernos y todo su sistema de información sin dejar de lado la intimidación y la amenaza, pero no hallaron el lugar del taburete dorado. ¿Dónde estaba? Una anciana, arriesgando su vida, lo había llevado lejos para esconderlo. Nunca fue hallado por los invasores.

Más de dos décadas después, el rey deportado volvió a su pueblo y los ingleses le construyeron un palacio nuevo más moderno como gesto de buena voluntad. Sin embargo, el rey no quiso entrar en ese palacio regalado. Exigió el precio del inmueble y el pueblo Ashanti, con su cotización lo pagó. Solo después, el rey pudo utilizarlo. La actitud del rey sorprendió a los ingleses, pero, de una manera soberbia, el pueblo Ashanti acababa de demostrar a esos incivilizados británicos que no se deja doblar con un regalo. Desde entonces, el palacio sigue siendo el lugar oficial del reino Ashanti al mismo tiempo que es un museo. El rey Ashanti sigue siendo respetado y venerado por su pueblo como punto de unidad y de identidad.

Actualmente el taburete dorado está guardado en un lugar muy seguro, inalcanzable. Por mucho que uno insista, no se lo puede ver. No tiene reproducción ni dibujo. Dicen que el último rey que lo quiso reproducir fue decapitado y a partir de ese momento, el miedo se apoderó de todos. El taburete es uno y único.

jueves, 7 de septiembre de 2023

Osagyefo, el libertador

 (Dr. Gaetan K.)

Es imposible viajar a Accra la capital de Ghana y resistirse a visitar los lugares emblemáticos relacionados con Nkwame Nkrumah, el ilustre hijo de esta tierra, padre de la independencia y el inspirador del panafricanismo. Igual que miles de personas que pasan por esta ciudad, yo también me he dejado atrapar por el gusto de impregnarme de la historia de este gran hombre paseando por el Memorial dedicado a su vida: Kwame Nkrumah Memorial Park.

Se ha escrito mucho sobre Nkrumah. Algunos lo consideran como el revolucionario; otros como el visionario; otros como el soñador. Haya también quienes se han quedado con su lado dictatorial. Todos los escritos son a la altura del personaje. Fue probablemente todo esto y mucho más.


Llamado actualmente Osagyefo, libertador en la lengua akan, Nkwame Nkrumah nació en un pequeño pueblo de Nkroful en lo que se llamaba Gold Cost en 1909. Se cuenta que el oro se recogía por todas partes a la llegada de los británicos; de allí el nombre del país que cambiaría después a Ghana. Brillante en todo su proceso educativo, recibió una beca extraordinaria para hacer estudios universitarios en Lincoln University en USA. Después de una carrera brillante, se trasladó a Gran Bretaña dónde cursó otras carreras. Al final, volvió a África con una faja de diplomas universitarios, una cabeza bien amueblada, una ilusión desbordante, una energía imbatible y listo para arrancar la independencia de su país. No se fue a Occidente para quedarse; se fue para estudiar los secretos de su poder y los puntos débiles de su dominio.

Cuando llegó a su país, sacudió el panorama político en un momento clave de las luchas africanas por las independencias. Su idea era reunir toda África en un mismo país y crear los Estados Unidos de África. Esta idea que compartía con otros panafricanistas como Patrice Lumumba, Julius Nyerere etc. estaba también acompañada de una independencia total del continente. Llegó a decir en uno de sus memorables discursos: “We prefer self-government with danger to servitude in tranquility” (preferimos una autonomía en peligro que una tranquilidad en la servidumbre). Esta frase se parece mucho a la de su amigo también luchador de la misma época, Sekou Touré que sería después presidente de Guinea Conakry: “Prefiero el hambre en la libertad que la abundancia en la esclavitud”. Para ellos dos, la autonomía total era la clave de la libertad plena y del desarrollo. Desgraciadamente, no todos los políticos de la época compartían la misma visión. Algunos como Leon M´ba de Gabón por ejemplo pensaba que era mejor seguir atado a Francia.

Sus ideas le llevaron a la cárcel acusado de sedición de la que salió en 1951 bajo presión popular para ser primer ministro de un estado en vísperas de la independencia. Finalmente, Gold Cost alcanzó la independencia en 1957 siendo el primer país africano bajo colonización británica en llegar a esta hazaña parte gracias al empeño de Nkrumah.

Ya presidente, Kwame Nkrumah se dedicó a construir grandes infraestructuras (escuelas, hospitales, carreteras, centrales eléctricas, etc). Pero también agitó el panorama africano entero ayudando y acogiendo los movimientos de independencia. Llegó a crear una universidad para el panafricanismo dónde se acogía a los estudiantes del continente dispuesto a impregnarse de las ideas revolucionarias y autonomistas. Para visibilizar su empeño panafricanista, se casó con una egipcia (Fathia) con la idea de demostrar que el norte árabe y el sur negro formaban la misma África. Fue a la base de la creación de la Organización de la Unión Africana aunque su idea inicial fuera la unión total al modelo de los Estados Unidos de América. No lo consiguió porque los intereses de unos y otros no coincidían y tampoco los ex colonos estaban por la labor. ¿A quién le interesa en Occidente que África sea una potencia mundial? No fue posible entonces, no lo es aparentemente ahora a pesar de la buena voluntad de los activistas.

Su cercanía al bloque soviético causó preocupaciones en Occidente capitalista. Sus visitas, en plena guerra fría, a Moscou, a Pekin, a Budapest etc. fueron considerados como una provocación por los que dictaminan la marcha del mundo. En 1967, cuando se encontraba en Vietnam, recibió una mala noticia: un golpe de Estado le acaba de apartar del poder. “En esta África no permanece en el poder el que quiere sino el que puede” dice el longevo presidente Biya de Camerún. ¡Qué razón tiene! Kwame Nkrumah fue humillado; sus efigies fueron arrancados; su trayectoria fue manchada. Acusado de dictador y enemigo del pueblo por aquellos que había liberado de la colonización, Nkrumah fue acogido como refugiado por su amigo Sekou Touré de Guinea. Por ser lo que era, el presidente de Guinea le nombró co-presidente. De esta manera, tenía la voz para denuncia la impostura y reclamar su trono. Debe ser el único personaje en la historia que fue presidente de un país y posteriormente co-presidente de otro. Utilizó el puesto para hacer soflamas incendiarias en contra del imperialismo y sus vasallos africanos. Sin embargo, no sirvió mucho ya que en 1972, murió en Budapest oficialmente por un cáncer de la garganta. No faltan quienes creen que fue envenenado por los que le querían fuera de la historia. Lo que pasa es que Kwame Nkrumah era ya inmortal. Tan inmortal que sus ideas se están reactualizando últimamente sobre el continente en un movimiento panafricanista que no deja de crecer. La gente como Nkrumah, Lumumba o Nyerere no mueren; sobreviven en generaciones que se inspiran constantemente de sus idearios.


Su cadáver fue embalsamado y enterrado primero en Guinea, luego en su pueblo natal para finalmente descansar en el mausoleo nacional en Nkwame Nkrumah Memorial Park en Accra. Su memoria fue rehabilitada. A la puerta del parque aparece una inscripción en letra grande: OSAGYEFO es decir el Libertador. Allí se narra su historia, su trayectoria; se muestran en fotos las distintas etapas de su vida de incansable luchador y sobre todo se puede observar una estatua suya con un dedo apuntado al vacía. ¿Estaría apuntando al enemigo de África en forma de advertencia o al futuro de África en cuanto visionario?