martes, 12 de septiembre de 2023

El taburete dorado de los ashantis

 (Dr. Gaetan Kabasha)

Cuenta la leyenda que un sacerdote poderoso del nombre de Okomfo, en plena conexión con el más allá, arrancó de la divinidad algo sagrado e intocable. Hizo bajar del cielo un taburete dorado o un banquillo de oro. El instrumento brillante y temible descansó en el regazo del primer rey llamado Tutu. La nación Ashanti acababa de nacer. En torno al rey, todas las pequeñas tribus se unieron en una sola nación. Sería una nación bendecida, temible entre los demás pueblos y en constante interacción con los poderes divinos por medio del rey. A partir de entonces, el rey no sería nada sin el taburete y la desaparición del taburete significaría el fin de la nación Ashanti. En resumidas cuentas, el rey puede morir, pero el pueblo no morirá mientras tenga el instrumento de conexión con la eternidad.


En torno al taburete se construyó toda una mitología. Ningún ser ordinario se acercaría a ello sin padecer la ira de los dioses. Sólo el rey nuevo se sienta encima tres veces durante su entronización y una vez lleno de los poderes reales y sagrados, se convierte en el guardián absoluto del símbolo considerado como alma del pueblo, el objeto más sagrado que haya sobre la tierra. Aunque el rey es absoluto ante su pueblo, tiene que recordar que por encima hay algo más importante que él, representado en el taburete. De allí su sumisión y su humildad ante Dios todopoderoso.

Cuando entras en Manhyia Palace Museum en Kumasi, lo primero que te acoge es una serie de símbolos con significados curiosos y al mismo tiempo muy enriquecedores. El primero de todo que llama la atención es el Gye Nyame, un dibujo difícil de describir con dos alas en direcciones opuestas, hacia abajo y hacia arriba y un espiral por medio. Pues, el nombre del símbolo es también su significado, es decir “solo Dios”, entre líneas, “solo Dios merece temor”. Es una declaración abierta a todo aquello que se atrevería a enfrentarse al pueblo Ashanti. Se puede jugar con todo sobre la tierra, pero nadie puede desafiar a Dios y si el pueblo Ashanti viene de Dios, solo a él rinde tributo. El rey Ashanti puede todo, pero ante Dios, debe recordar que es inferior. Y el elemento que le recuerda esta verdad es el taburete dorado venido del cielo.

El oro en todas las culturas simboliza la eternidad, lo que no se marchita, lo que dura siempre. En este sentido, el taburete es eterno porque viene del mundo de la eternidad. No solamente el rey tiene el deber de protegerlo hasta derramar su sangre, sino que cualquier ciudadano Ashanti tiene el mismo deber. En caso de peligro, cualquier Ashanti está investido del poder de morir encima del taburete para impedir su profanación o que lo lleve un enemigo.

El pueblo ashanti tiene como tótem el puerco espina y se identifica con él. Dicen que, de la misma manera que ese animal se protege con las espinas y cuando matas uno, surge otro para proteger lo suyo, el pueblo Ashanti es invencible. Si matas diez, surgieran diez el mismo día para combatirte. De hecho, en el trono del rey aparecen tres símbolos de animales: un águila, una serpiente y un cocodrilo. Esta representación viene a decir que si te enfrentas a los Ashantis, te encontraran en el aire como el águila, te morderán en la tierra como la serpiente y si vas al fondo del río, te arrancarán el cuerpo con los dientes de un cocodrilo.

Esto mismo ocurrió cuando los británicos llegaron a esta región. No sabían que había un reino bien organizado llamado Asante y un rey llamado Asantehene. Llegaron a la costa y nombraron aquel lugar Gold Cost por la cantidad de oro que encontraban. Más tarde, se enteraron que el interior de aquella tierra estaba habitada por los asante y al no saber bien pronunciar, los llamaron Ashanti. Ocurrió lo mismo Niger o Nigería. Ambos términos no significaban nada en los pueblos autóctonos sino que Niger significa negro en inglés y Nigeria significa “niger area”, zona negra. 

Los británicos al encontrarse con un pueblo invencible e insumiso, le hicieron la guerra. Una guerra atroz devastó zonas enteras. Morían miles y surgían miles por todas partes. Al final, los británicos dijeron que lo único que les interesaba para parar la guerra era la entrega del taburete de oro. El rey, viendo a su pueblo en grandes apuros, se entregó a los ingleses, pero les dijo: “me entrego como rey pero el taburete no lo tendréis nunca siempre que haya un Ashanti vivo”. Los ingleses lo deportaron a las islas Seychelles. El pueblo estaba derrotado pero vencido ni mucho menos aniquilado. Con la supervivencia del taburete, la nación resurgiría de sus cenizas y volvería a florecer.

Los ingleses pensaban encontrar el taburete con la ausencia del rey, destruyeron su palacio, profanaron sus objetos sagrados, pero no encontraron el taburete. Utilizaron todos los artilugios modernos y todo su sistema de información sin dejar de lado la intimidación y la amenaza, pero no hallaron el lugar del taburete dorado. ¿Dónde estaba? Una anciana, arriesgando su vida, lo había llevado lejos para esconderlo. Nunca fue hallado por los invasores.

Más de dos décadas después, el rey deportado volvió a su pueblo y los ingleses le construyeron un palacio nuevo más moderno como gesto de buena voluntad. Sin embargo, el rey no quiso entrar en ese palacio regalado. Exigió el precio del inmueble y el pueblo Ashanti, con su cotización lo pagó. Solo después, el rey pudo utilizarlo. La actitud del rey sorprendió a los ingleses, pero, de una manera soberbia, el pueblo Ashanti acababa de demostrar a esos incivilizados británicos que no se deja doblar con un regalo. Desde entonces, el palacio sigue siendo el lugar oficial del reino Ashanti al mismo tiempo que es un museo. El rey Ashanti sigue siendo respetado y venerado por su pueblo como punto de unidad y de identidad.

Actualmente el taburete dorado está guardado en un lugar muy seguro, inalcanzable. Por mucho que uno insista, no se lo puede ver. No tiene reproducción ni dibujo. Dicen que el último rey que lo quiso reproducir fue decapitado y a partir de ese momento, el miedo se apoderó de todos. El taburete es uno y único.

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