(Dr Gaetan Kabasha)
AES es un acrónimo de Alianza de los Estados del Sahel. Se trata de una nueva agrupación regional que reúne a Burkina-Faso, Mali y Níger en un órdago de ruptura con la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental). Un grupo de países que, en su dinámica rupturista y revolucionario, han decidido tomar su destino entre sus manos, desafiando los cánones establecidos de las relaciones entre África y sus antiguos patrocinadores. Es una novedad en el panorama geopolítica mundial a la vez que un acto de extraordinaria osadía. Veamos por partes.
Todo empezó con un golpe de Estado en cada uno de estos países.
Aprovechando la situación bélica en la que los tres están sumergidos, la
frustración del pueblo ante la impotencia de sus gobiernos, los militares
decidieron hacerse con el poder. En efecto, estos países llevan años haciendo
frente a los grupos yihadistas armados sin que los presidentes hubieran
conseguido atajar este problema de manera satisfactoria. Los ciudadanos estaban
hartos de la ineficacia de sus gobiernos a la hora de encarar esta amenaza. Tan
es así que algunos empezaban a considerar las diversas fuerzas internacionales
sobre el terreno como cómplices de los asaltantes islamistas.
Una vez los golpes de Estado consumidos, los nuevos
detentores del poder procedieron a romper los acuerdos de defensa con Francia
acusándole de hacer más daño que beneficio en sus siempre ambiguas relaciones
con los países antiguamente colonizados por ella. Hay que decir que, de manera
general, los ciudadanos de los países antiguamente colonizados por Francia
consideran a esta última, con o sin razón, como el obstáculo principal a su
desarrollo. La expulsión de Francia por los golpistas de estos tres países fue
interpretada por muchos africanos como el acto más revolucionario del siglo.
Hay quienes hablan de la segunda independencia, en realidad, la verdadera.
El tercer paso, fue pedir la retirada de los cascos azules de
la ONU principalmente en Mali. Tachados de ineficaces, estos militares de la
ONU, instalados en el país desde 2013, no habían conseguido parar la sangría
yihadista a pesar de ser más de 15.000 personas y un presupuesto de más de
1.200 millones de dólares al año. Su presencia estaba siendo vivida más como un
escollo a la independencia del país que como ayuda real a la lucha contra las
amenazas islamistas. Aprovechando la misma dinámica, Níger pidió también la
retirada de las fuerzas americanas instaladas sobre su terreno con el objetivo
de controlar el Sahel.
Por último, llegó lo casi impensable: la salida de la CEDEAO.
¿Quién podía imaginar una tal osadía? Salir de una organización regional
acusándola de servir de correa de transmisión de los imperialistas fue una
decisión de las más inesperadas teniendo en cuenta de los lazos históricos
existentes entre los miembros de esta organización y las implicaciones
socio-económicas tejidas a lo largo de muchas décadas. Las sanciones económicas
drásticas impuestas por la CEDEAO como reacción a los golpes de Estado fueron
como una gota que colma el vaso y precipitaron el giro de los acontecimientos.
Queda saber si el próximo paso será la salida del franco CFA, una moneda única
en toda la zona, también muy a menudo tachada de vestigio de la época colonial.
Los elementos ventajosos de la unión
Para que AES sea una realidad efectiva, existen
circunstancias favorables sin las cuales todo sería algo efímero o un proyecto
de muy corta existencia. En este caso, se pueden contabilizar cuatro elementos que
posibilitaron la unión y pueden ser catalizadores de una unión duradera.
En primer lugar, está la historia de los tres países. En
efecto, AES reagrupa los pueblos que tienen las mismas realidades culturales e
históricas. Son todos antiguas colonias francesas y comparten la misma
experiencia del peso del imperialismo francés que, durante años, ha ido
orientando la política de esta zona siguiendo sus intereses, a costa del
interés de los ciudadanos. El sentimiento global del pueblo es de rechazo
radical contra Francia y como se sabe generalmente, el odio a un enemigo común
es un elemento unificador.
En segundo lugar, viene la situación geográfica. El Sahel es
un lugar tradicionalmente conocido por albergar grandes organizadores de
imperios y valientes guerreros. En aquellas zonas, se recuerdan el imperio de
Mali y sus famosos reyes mansa, el reino mossi y sus grandes tradiciones etc. Los países de AES comparten esta zona
geográfica con un sustrato cultural común, un mismo clima, las mismas técnicas
de supervivencia y las resistencias a la dureza del desierto. Además, tienen en
común el estar enclavado, al no tocar al mar.
En tercer lugar, esta zona lleva una década enfrentada al
peligro yihadista. Tienen experiencia de lucha contra un enemigo mezclado con
el pueblo en una guerra asimétrica que cruza las fronteras aprovechando la
misma religión y las mismas tribus. El unirse puede ser una oportunidad de
hacer frente a esta amenaza de manera más eficiente con la posibilidad de
perseguir a los asaltantes sin necesidad de grandes protocolos al formar parte
de una misma organización.
En cuarto lugar, los países en cuestión parecen tener la
misma lectura de la política mundial. Sus habitantes manifiestan una voluntad
de dar la espalda a los aliados tradicionales. No hay indicios de que se
opongan a la presencia de los militares rusos en sus territorios. Hay que
indicar aquí que Rusia está ocupando el lugar con sus mercenarios del grupo
Wagner o con los instructores oficiales, pero todo el mundo sabe que realmente
se trata de echar una potencia (Francia, USA) por otra (Rusia).
Todo esto viene a decir que estamos presenciando un nuevo
capítulo en el panorama geopolítico mundial por lo que se refiere a esta parte
de África. Es verdad que, a estas alturas, nadie puede afirmar que la alianza
tendrá una larga vida a pesar de los buenos deseos. Pues, existen todavía
políticos interiores a esos países que tienen nostalgia del antiguo régimen y
que podrían traicionar la revolución en cuestión. Tampoco se sabe a ciencia
cierta si Rusia conseguirá arrancar de raíz a los grupos armados que tienen
muchas ramificaciones en todo el Sahel. La falta de recursos financieros podría
ser otra pesadilla al cortar radicalmente los canales de financiación
tradicional. Lo único que podemos decir con certeza es que, en este momento,
los antiguos imperialistas parecen desorientados por las decisiones de los
jóvenes militares convertidos de una noche a la mañana en nuevos dignitarios en
una misma zona geográfica. ¿Habrá efecto domino en otros países?