(Gaetan Kabasha)
La perversión de la naturaleza humana llegó a su cima con la decisión de
los países que se denominaban civilizadas de esclavizar a los negros para
rentabilizar las plantaciones de la recién descubierta América. Lo cual
demuestra que el avance tecnológico no va siempre con el progreso moral. Más
bien, la tecnología puede ayudar a afinar los métodos de la maldad. Aquel
momento puede ser considerado como el culmen de lo que el ser humano es capaz
de hacer a sus semejantes. Sin embargo, hemos de precisar que aquella siniestra
empresa no podía haber alcanzado sus objetivos en las proporciones conocidas
sin la existencia anterior de la esclavitud en los reinos africanos. Si la idea
surgió de los europeos y fue llevado a la práctica por ellos, la colaboración
de los reyes y jefes tradicionales africanos fue determinante. Aquí está la
razón por la que no hizo falta el uso de la fuerza, mientras que si fue
necesario en muchos lugares para asentar la colonización más tarde.
Existe una anécdota curiosa: en Dahomey, el esclavista portugués Francisco Félix
de Souza falleció. Por haber hecho alianza con el rey Ghezo al que ayudó a
alcanzar el trono, se decidió hacerle los funerales del Estado como un
dignitario del reino. Sacrificaron a un hombre y una mujer para acompañarle a
la tumba y mataron otras tres personas en el puerto de Ouidah dónde De Souza
gestionaba su negocio de esclavos para conmemorar su grandeza. ¡Cosas curiosas
de la historia!
Los mares y océanos contemplaron impávidos los negreros gigantes cargados
de la mercancía humana, verdaderos símbolos de la miseria moral. Se calcula que
entre el siglo 15 y 19, hubo unos 55 mil viajes de negreros cargados. También
se sabe que por cada persona que llegaba à América, morían cinco en la captura,
el viaje al puerto, el tiempo de permanencia en el puerto y la travesía.
Las consecuencias del comercio triangular fueron dramáticas para África y
duran hasta hoy. Las guerras inter-tribales alentadas por los esclavistas y sus
aliados rompieron los equilibrios dentro del continente, sembraron odios
seculares, ocasionaron miles de muertes y desplazamientos de pueblos hacía los
lugares más inhóspitos. El hecho de llevar a las tierras desconocidas a los
jóvenes valientes creó también un vació en el proceso de desarrollo de África. Mientras que en Europa se estaba iniciando la
revolución industrial, África se encontraba en un síndrome de humillación y un
agotamiento desde el punto de vista humano. La herida de la esclavitud dejó una
huella traumática colectiva que luego fue acentuada por la colonización y
perdura hasta hoy en muchos países. Hay quienes incluso creen que el retraso
económico y industrial de África tiene que ver con estos dos fenómenos que
consiguieron destruir la identidad africana y sumergir sus pueblos en un vació
existencial.
La esclavitud fue abolida por Gran Bretaña en 1807 y por los Estados Unidos
en 1863. Sin embargo, el fenómeno no desapareció del todo. Existen todavía a
día de hoy lugares dónde la esclavitud está practicada de manera oficial o
clandestina. Hace poco el mundo se estremeció al enterarse de que en Libia, se
sigue vendiendo a los inmigrantes negros como mercancía. En los países del Asía
del sur, la trata de los seres humanos es una moneda corriente. En un país como
Mauritania, la esclavitud forma parte del sistema social y cultural.
Dependiendo de los investigadores, se estima que en la actualidad, el número de
los esclavos existentes oscila entre 10 millones y 25 millones. Es una
auténtica barbaridad en un mundo que se dice evolucionado y globalizado.
¿Y qué pasa con la contratación abusiva de personas que luego trabajan en
régimen de semi-esclavitud en distintos lugares del mundo?
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