La
guerra dormida de Senegal
La República de Senegal, no puede ser considerada
como un país inestable, o marcado por la guerra. Es uno de los países con mayor
prosperidad del África occidental y, últimamente, se cuenta entre los pocos
países con democracia en el continente. Sin embargo, lleva arrastrando una
“guerra no acabada” desde hace tres décadas que tuvo su comienzo con la
independencia del país en 1.960.
Por entender mejor el problema de Senegal, hay que
atender a su posición geográfica. El país está divido en dos, la parte norte
que es la más conocida como Senegal cuya capital es Dakar y la parte sur
llamada Casamance cuya capital es Ziguinchor. Para llegar desde la parte norte
a la parte sur y viceversa, es necesario cruzar el territorio de la República
de Gambia; lo que supone una dificultad para la armonía entre las dos
partes del país.
En la época de las independencias, Leopold Sedar
Senghor prometió a los sureños de Casamance la independencia propia si le
ayudaban en la lucha contra la colonización. Lo hicieron pero cuando llegó el
momento, las promesas no se cumplieron. Y el norte comenzó a enviar al sur
funcionarios que no respetaban las tradiciones y costumbres de los habitantes.
La frustración no se hizo esperar y el descontento desembocó en un conflicto
armado.
En 1982, los habitantes de Casamance convocaron
manifestaciones que acaban quitando la bandera de Senegal en los edificios
públicos. Este hecho fue interpretado por el norte como una declaración de
guerra y la manifestación fue duramente reprimida y ocasionó derramamiento de
sangre. A partir de este momento, los habitantes del sur fundaron el Movimiento
de las Fuerzas Democráticas de Casamance (MFDC), liderado por el sacerdote
Diamacoune Senghor Agustín. La organización, posteriormente, fundó una rama
militar llamada ATIKA.
MFDC, con apoyo exterior, acosaba a las fuerzas
gubernamentales. Entre ataques y contra-ataques, se estima que murieron en los
combates más de 5.000 personas.
Cansados de luchar, algunos miembros de MFDC
quisieron negociar con el gobierno central, lo que era compartido por el padre
Diamacoune Senghor partidario de las negociaciones. Sin embargo, los más
radicales no aceptaron la vía negociadora y el movimiento se fraccionó en dos
grupos que, posteriormente fueron tres, por la escisión de uno de ellos.
Con la llegada de la democracia en Senegal, el nuevo
presidente democrático Abdoulaye Wade quiso acabar con el conflicto armado
proponiendo un acuerdo. En el año 2001, se firmó unos acuerdos entre el
presidente y Diamacoune Senghor pero no se consiguió firmar acuerdos con todas
las facciones.
En 2007, falleció el padre Diamacoune que era un
interlocutor esencial en este conflicto lo que puso en riesgo los acuerdos
firmados. Tras un largo tiempo de tranquilidad, las facciones descontentas
reinician sus actividades hostiles y, nuevamente, comienzan las emboscadas al
ejército nacional.
En la actualidad, no se puede decir que el país esté
en guerra. Pero tampoco se puede decir que se viva en una paz plena. Estamos
ante un conflicto bélico dormido, todavía no resuelto del todo. El sucesor de
AbdoulayeWade, MackySall viajó a los territorios del sur con el propósito de
ofrecer su buena voluntad. Sin embargo todavía, no se ha llegado a un acuerdo
global y definitivo para la pacificación total del país.
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