sábado, 28 de marzo de 2015

La muerte de Kadhafi y el terrorismo en África.



Hoy en día el Sahel es uno de los lugares más peligrosos del planeta. Los grupos yidadistas lo han convertido en su lugar de preferencia. En estos últimos años, existe un corredor que cruza África de oriente a occidente, donde los yihadistas se mueven con facilidad abasteciendo en armas a los diversos grupos terroristas que operan en la zona.
La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué ahora tantos grupos yihadistas y no antes? ¿Dónde obtienen armas estos grupos con las que son capaces de enfrentarse a ejércitos nacionales como el de Nigeria? ¿Cómo se puede entender el fenómeno de estos grupos en una misma región al mismo tiempo? La respuesta se podría encontrar en la muerte del coronel Mouamar Kadhafi.
Los que eliminaron a Kadhafi pensaban hacer el bien. Según la versión oficial, la intervención de la OTAN en Libia tenía como objetivo principal liberar al mundo de un déspota sanguinario y devolver la palabra al pueblo libio. Siguiendo esta versión, después de la guerra, Libia sería una democracia donde se respirase libertad y bien estar. Los países involucrados en la guerra de Libia tal como Francia y Reino Unido presentaron la ofensiva como un proyecto saludable y necesario. Evidentemente, siempre queda la pregunta: ¿Por qué Kadhafi y no tantos otros dictadores? ¿Y por qué el mismo Kadhafi había podido gobernar durante más de cuarenta años sin que nadie le perturbara?
El hecho es que se hizo la guerra, el dictador murió y eso ha tenido unas consecuencias.
La muerte de Kadhafi no solamente produjo un caos indescriptible en Libia y su completa desestructuración, sino que también desencadenó una escalada terrorista en toda la zona. Libia es ahora un país dividido en provincias gobernadas por grupos enfrentados entre sí, con dos parlamentos, sin control gubernamental e infiltrado por grupos yihadistas. La democracia que se pretendía poner en marcha no llegó nunca, la estabilidad de la que gozaba el país voló por los aires y se ha convertido en objetivo de grupos islámicos radicales.

El repunte del terrorismo.

En un primer lugar, hay que decir que Kadhafi, en algún momento de su trayectoria, dio apoyo al terrorismo internacional e incluso, eventualmente lo practicó. En los años ochenta, se consideraba el heraldo de la lucha contra el imperialismo occidental poniendo a los Estados Unidos a la cabeza de los enemigos de los países en desarrollo. En aquella época, llegó a considerar al terrorismo como un arma legítima de los débiles en su lucha contra los poderosos. No dudaba en utilizar los medios del Estado para ahuyentar a los grandes. El mundo entero se acuerda con espanto de los atentados de Lockerbie sobre el vuelo 103 de Pan Am en 1988  y el de Ndjamena sobre el vuelo 772 UTA en 1989. Todos estos atentados fueron imputados a Kadhafi. La situación era tan insoportable que los Estados Unidos decidieron acabar con su vida, bombardeando su palacio de Bengazi en 1986. El ataque mató a su hija de cuatro años pero Kadhfi salió ileso.
Curiosamente,a pesar de los intentos de cortarle todas las vías de salida, Kadhafi sobrevivió al aislamiento internacional y consiguió remontar su aislamiento diplomático. Hasta poco antes de su linchamiento y asesinato, visitaba las capitales occidentales con honores. Se sospecha incluso que llegó a financiar las elecciones de algunos partidos importantes de Francia. Sobre esto último, una investigación está en curso en la justicia francesa.
Desde aquella época, Kadhafi se convirtió en un ídolo de los terroristas de todo el mundo. Los grupos yihadistas le consideraban como una especie de director espiritual. Todos le consultaban y todos seguían sus instrucciones. En este sentido, su presencia en el norte de África constituía un punto de referencia para conectar con los grupos terroristas, negociar los rehenes con ellos y para calmarlos, en su caso Kadhafi era un hombre ordenado y disciplinado.  Tenía bajo su autoridad casi todos los descontentos del mundo. Los financiaba pero también los controlaba.
Cuando Kadhafi dejó de utilizar el terrorismo como arma de los débiles, el Sahara alcanzó una relativa calma. Sabía por experiencia que el terrorismo no lleva a ninguna parte pero le utilizaba, activando, desactivando o manteniendo dormidos a los grupos, a su convenienciay para la tranquilidad de su poder, como fue el caso del Sahara. La muerte de Kadhafi supuso una ruptura de ese statu quo. Todos los grupos terroristas se despertaron. Tenían las manos libres. Ya no había nadie capaz de controlarles. Y lo cierto es que tres años después, tenemos activos y armados los grupos siguientes: Mujao, Aqmiy MNLA en Mali; Boko-Haram en Nigeria; Seleka en Centroáfrica; Ndjajawid en el Darfúr, Al Shabab en Somalia etc.Muchos de esos grupos tienen sus bases en los desiertos de Algeria y de Libia que son lugares donde ellos se mueven con facilidad.
Todo el Sahara desde el Atlántico hasta Egipto, pasando por Argelia y Libia se ha convertido en un pasillo de los grupos armados afines a Al Qaida. Son países muy grandes bordeados por el desierto donde los ejércitos nacionales tienen dificultad de operar y controlar. Los grupos se intercambian rehenes, armas, informaciones sin necesariamente tener un mismo objetivo revitalizando esta milenaria ruta comercial con un mercadeo del terror.

Les armas de los yihadistas.

Una pregunta crucial que habría que hacerse es la siguiente: ¿De dónde proceden las armas de estos grupos?.Y parte de la respuesta se puede encontrar en la muerte de Kadhafi.
En efecto, todo el mundo sabe que Kadhafi tenía un importante arsenal militar obtenido a lo largo de años durante los que se había estado armando. Tenía en sus cuarteles armas ligeras y pesadas, misiles de lanzamiento móvil, bombas de todo tipo, etc. En la época de su rehabilitación, pudo firmar muchos contratos de armamento con Francia y conseguir misiles anti tanques "Crotales" y "Milan", helicópteros, aviones de caza "Mirages" y sistemas sofisticados de comunicaciones.
Cuando estalló la guerra contra Libia, la OTAN se ocupó de destruir los aviones y las armas pesadas. Pero nadie se preocupó de recuperar o proteger el resto de armas. Muchas armas salieron del país por circuitos mafiosos hacia el desierto. Los militares y los dignatarios de Kadhafi, viendo su fin próximo, las fueron vendiendo a los compradores del desierto entre los que estaban numerosos grupos terroristas, narcotraficantes y miembros del crimen organizado.
Por otro lado, durante la intervención de la OTAN en Libia, se lanzaron cajas de armas y municiones a los rebeldes libios para facilitar la lucha. Muchos de esas cajas cayeron en manos de los terroristas que combatían en las filas de los rebeldes y otros que habían acudido para recibir entrenamiento, para luego volver a sus movimientos terroristas. Por tanto, muchas de esas armas y municiones lanzadas en cajas, en lugar de servir en la lucha contra Kadhafi, tomaron el camino del Sahel y fueron a engrosar el arsenal del desierto.
Algunas de esas armas se pueden encontrar hoy en las rebeliones de Mali, Centroáfrica, Nigeria, etc. Las fronteras de Libia son ahora una puerta abierta al mundo del tráfico de armas y lo que es peor, para los grupos yihadistas.
Hay que destacar también que muchos militares de Kadhafi, después de su muerte, por miedo a las venganzas, salieron del país con sus armas. Algunos se encuentran ahora en los diferentes grupos combatientes en el Sahel, enseñan a manejar las armas modernas y sirven de instructores en los campos de entrenamiento.
Cuando en 2012, el ejército francés intervino en Mali, se encontró con unos grupos bien armados. La sorpresa fue tal que tuvo que emplear todos los medios de alta tecnología a su alcance para contrarrestar la invasión de aquel país. Los rebeldes malienses (Mujao, Aqmi, MNLA) estaban mejor equipados y mejor preparados que el ejército nacional de Mali.
La eficacia con la que Boko Haram lleva sus ataques contra el ejército de Nigeria muestracon claridad su grado de armamento y su nivel de operatividad. Conocen las técnicas de combate y utilizan armas modernas.
La ofensiva de Seleka en Centroáfrica en diciembre 2012 sorprendió al mismísimo general presidente Bozizé. Su ejército fue deshecho en menos de tres meses. ¿De dónde habían sacado armadas de tal envergadura los integrantes de Seleka? Los militares surafricanos presentes en Bangui pagaron un precio alto a causa del fuego de esas armas poco antes de la huida de Bozizé.

Conclusión.

Los efectos colaterales y las consecuencias de la muerte de Kadhafi sobre el continente africano son incalculables. Los depósitos de municiones fueron saqueados, las armas sofisticadas circulan por toda la franja del Sahel y los compradores no faltan. Muchos descontentos encuentran allí un mercado barato donde comprar armas para ir a desestabilizar regiones enteras. El ejemplo más claro de esto es el quebradero de cabeza que Boko Haram está dando a los países rivereños del lago Chad y comienza a dar a la comunidad internacional.
De hecho, Francia está desplegando sus tropas en todos los países del Sahel oficialmente para prevenir el terrorismo en una operación llamada Barkhane. En la actualidad, Francia tiene a su ejército movilizado en Senegal, Costa de Marfil, Malí, Níger, Chad, Centroáfrica, Gabón, Djibuti etc. No faltan quienes ven con recelo esa presencia masiva de Francia sobre el continente.
En resumidas cuentas, sin santificar al diablo, podemos decir que la muerte de Kadhafi no fue buena ni para los libios ni para los pueblos africanos ni, tal vez, para la comunidad internacional. La situación actual en el Sahel es una muestra de ello.


Gaetan

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