Hoy en día el Sahel es
uno de los lugares más peligrosos del planeta. Los grupos yidadistas lo han
convertido en su lugar de preferencia. En estos últimos años, existe un
corredor que cruza África de oriente a occidente, donde los yihadistas se
mueven con facilidad abasteciendo en armas a los diversos grupos terroristas
que operan en la zona.
La pregunta que nos
hacemos es: ¿por qué ahora tantos grupos yihadistas y no antes? ¿Dónde obtienen
armas estos grupos con las que son capaces de enfrentarse a ejércitos
nacionales como el de Nigeria? ¿Cómo se puede entender el fenómeno de estos
grupos en una misma región al mismo tiempo? La respuesta se podría encontrar
en la muerte del coronel Mouamar Kadhafi.
Los que eliminaron a
Kadhafi pensaban hacer el bien. Según la versión oficial, la intervención de la
OTAN en Libia tenía como objetivo principal liberar al mundo de un déspota
sanguinario y devolver la palabra al pueblo libio. Siguiendo esta versión,
después de la guerra, Libia sería una democracia donde se respirase libertad y
bien estar. Los países involucrados en la guerra de Libia tal como Francia y
Reino Unido presentaron la ofensiva como un proyecto saludable y necesario. Evidentemente,
siempre queda la pregunta: ¿Por qué Kadhafi y no tantos otros dictadores? ¿Y
por qué el mismo Kadhafi había podido gobernar durante más de cuarenta años sin
que nadie le perturbara?
El hecho es que se
hizo la guerra, el dictador murió y eso ha tenido unas consecuencias.
La muerte de Kadhafi
no solamente produjo un caos indescriptible en Libia y su completa
desestructuración, sino que también desencadenó una escalada terrorista en toda
la zona. Libia es ahora un país dividido en provincias gobernadas por grupos
enfrentados entre sí, con dos parlamentos, sin control gubernamental e
infiltrado por grupos yihadistas. La democracia que se pretendía poner en
marcha no llegó nunca, la estabilidad de la que gozaba el país voló por los
aires y se ha convertido en objetivo de grupos islámicos radicales.
El
repunte del terrorismo.
En un primer lugar,
hay que decir que Kadhafi, en algún momento de su trayectoria, dio apoyo al
terrorismo internacional e incluso, eventualmente lo practicó. En los años
ochenta, se consideraba el heraldo de la lucha contra el imperialismo
occidental poniendo a los Estados Unidos a la cabeza de los enemigos de los
países en desarrollo. En aquella época, llegó a considerar al terrorismo como
un arma legítima de los débiles en su lucha contra los poderosos. No dudaba en
utilizar los medios del Estado para ahuyentar a los grandes. El mundo entero se
acuerda con espanto de los atentados de Lockerbie sobre el vuelo 103 de Pan Am
en 1988 y el de Ndjamena sobre el vuelo
772 UTA en 1989. Todos estos atentados fueron imputados a Kadhafi. La situación
era tan insoportable que los Estados Unidos decidieron acabar con su vida,
bombardeando su palacio de Bengazi en 1986. El ataque mató a su hija de cuatro
años pero Kadhfi salió ileso.
Curiosamente,a pesar
de los intentos de cortarle todas las vías de salida, Kadhafi sobrevivió al aislamiento
internacional y consiguió remontar su aislamiento diplomático. Hasta
poco antes de su linchamiento y asesinato, visitaba las capitales occidentales
con honores. Se sospecha incluso que llegó a financiar las elecciones de
algunos partidos importantes de Francia. Sobre esto último, una investigación
está en curso en la justicia francesa.
Desde aquella época, Kadhafi
se convirtió en un ídolo de los terroristas de todo el mundo. Los grupos yihadistas
le consideraban como una especie de director espiritual. Todos le consultaban y
todos seguían sus instrucciones. En este sentido, su presencia en el norte de
África constituía un punto de referencia para conectar con los grupos
terroristas, negociar los rehenes con ellos y para calmarlos, en su caso Kadhafi
era un hombre ordenado y disciplinado.
Tenía bajo su autoridad casi todos los descontentos del mundo. Los
financiaba pero también los controlaba.
Cuando Kadhafi dejó de
utilizar el terrorismo como arma de los débiles, el Sahara alcanzó una relativa
calma. Sabía por experiencia que el terrorismo no lleva a ninguna parte pero le
utilizaba, activando, desactivando o manteniendo dormidos a los grupos, a su
convenienciay para la tranquilidad de su poder, como fue el caso del Sahara. La
muerte de Kadhafi supuso una ruptura de ese statu quo. Todos los grupos
terroristas se despertaron. Tenían las manos libres. Ya no había nadie capaz de
controlarles. Y lo cierto es que tres años después, tenemos activos y armados
los grupos siguientes: Mujao, Aqmiy MNLA en Mali; Boko-Haram en Nigeria; Seleka
en Centroáfrica; Ndjajawid en el Darfúr, Al Shabab en Somalia etc.Muchos de
esos grupos tienen sus bases en los desiertos de Algeria y de Libia que son lugares
donde ellos se mueven con facilidad.
Todo el Sahara desde el
Atlántico hasta Egipto, pasando por Argelia y Libia se ha convertido en un
pasillo de los grupos armados afines a Al Qaida. Son países muy grandes
bordeados por el desierto donde los ejércitos nacionales tienen dificultad de
operar y controlar. Los grupos se intercambian rehenes, armas, informaciones
sin necesariamente tener un mismo objetivo revitalizando esta milenaria ruta
comercial con un mercadeo del terror.
Les
armas de los yihadistas.
Una pregunta crucial
que habría que hacerse es la siguiente: ¿De dónde proceden las armas de estos
grupos?.Y parte de la respuesta se puede encontrar en la muerte de Kadhafi.
En efecto, todo el
mundo sabe que Kadhafi tenía un importante arsenal militar obtenido a lo largo
de años durante los que se había estado armando. Tenía en sus cuarteles armas
ligeras y pesadas, misiles de lanzamiento móvil, bombas de todo tipo, etc. En
la época de su rehabilitación, pudo firmar muchos contratos de armamento con
Francia y conseguir misiles anti tanques "Crotales" y "Milan",
helicópteros, aviones de caza "Mirages" y sistemas sofisticados de
comunicaciones.
Cuando estalló la
guerra contra Libia, la OTAN se ocupó de destruir los aviones y las armas pesadas.
Pero nadie se preocupó de recuperar o proteger el resto de armas. Muchas armas
salieron del país por circuitos mafiosos hacia el desierto. Los militares y los
dignatarios de Kadhafi, viendo su fin próximo, las fueron vendiendo a los
compradores del desierto entre los que estaban numerosos grupos terroristas,
narcotraficantes y miembros del crimen organizado.
Por otro lado, durante
la intervención de la OTAN en Libia, se lanzaron cajas de armas y municiones a
los rebeldes libios para facilitar la lucha. Muchos de esas cajas cayeron en
manos de los terroristas que combatían en las filas de los rebeldes y otros que
habían acudido para recibir entrenamiento, para luego volver a sus movimientos
terroristas. Por tanto, muchas de esas armas y municiones lanzadas en cajas, en
lugar de servir en la lucha contra Kadhafi, tomaron el camino del Sahel y
fueron a engrosar el arsenal del desierto.
Algunas de esas armas
se pueden encontrar hoy en las rebeliones de Mali, Centroáfrica, Nigeria, etc.
Las fronteras de Libia son ahora una puerta abierta al mundo del tráfico de
armas y lo que es peor, para los grupos yihadistas.
Hay que destacar
también que muchos militares de Kadhafi, después de su muerte, por miedo a las
venganzas, salieron del país con sus armas. Algunos se encuentran ahora en los
diferentes grupos combatientes en el Sahel, enseñan a manejar las armas
modernas y sirven de instructores en los campos de entrenamiento.
Cuando en 2012, el
ejército francés intervino en Mali, se encontró con unos grupos bien armados.
La sorpresa fue tal que tuvo que emplear todos los medios de alta tecnología a
su alcance para contrarrestar la invasión de aquel país. Los rebeldes malienses
(Mujao, Aqmi, MNLA) estaban mejor equipados y mejor preparados que el ejército
nacional de Mali.
La eficacia con la que
Boko Haram lleva sus ataques contra el ejército de Nigeria muestracon claridad su
grado de armamento y su nivel de operatividad. Conocen las técnicas de combate
y utilizan armas modernas.
La ofensiva de Seleka
en Centroáfrica en diciembre 2012 sorprendió al mismísimo general presidente
Bozizé. Su ejército fue deshecho en menos de tres meses. ¿De dónde habían
sacado armadas de tal envergadura los integrantes de Seleka? Los militares
surafricanos presentes en Bangui pagaron un precio alto a causa del fuego de
esas armas poco antes de la huida de Bozizé.
Conclusión.
Los efectos colaterales
y las consecuencias de la muerte de Kadhafi sobre el continente africano son
incalculables. Los depósitos de municiones fueron saqueados, las armas
sofisticadas circulan por toda la franja del Sahel y los compradores no faltan.
Muchos descontentos encuentran allí un mercado barato donde comprar armas para
ir a desestabilizar regiones enteras. El ejemplo más claro de esto es el
quebradero de cabeza que Boko Haram está dando a los países rivereños del lago
Chad y comienza a dar a la comunidad internacional.
De hecho, Francia está
desplegando sus tropas en todos los países del Sahel oficialmente para prevenir
el terrorismo en una operación llamada Barkhane. En la actualidad, Francia
tiene a su ejército movilizado en Senegal, Costa de Marfil, Malí, Níger, Chad,
Centroáfrica, Gabón, Djibuti etc. No faltan quienes ven con recelo esa
presencia masiva de Francia sobre el continente.
En resumidas cuentas,
sin santificar al diablo, podemos decir que la muerte de Kadhafi no fue buena
ni para los libios ni para los pueblos africanos ni, tal vez, para la comunidad
internacional. La situación actual en el Sahel es una muestra de ello.
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