jueves, 17 de septiembre de 2015
Una revolución frustrada en Burkina Faso
Hace unas décadas, un famoso autor escribió que "l'Afrique est mal partie" que quiere decir que "África echó a andar mal". Poco después, otro autor replicó diciendo que "l'Afrique n'est pas encore partie", es decir que "África no ha comenzado a andar todavía". Estas dos afirmaciones pueden aplicarse a Burkina Faso vistos los acontecimientos de los últimos momentos.
Ayer llegaban las noticias del secuestro del presidente interino, Michel Kafando y su primer ministro, Isaac Zida de parte de los militares del Regimiento de Seguridad Presidencial, una tropa de élite muy fiel al depuesto presidente Blaise Compaoré. Muchos pensaban que se trataba de un intento más de intimidar a las autoridades interinas para impedir la disolución de este grupo militar que se ha convertido en un rompecabezas. Sin embargo, esta mañana del 17 de septiembre, otras noticias anunciaban el golpe de Estado y el nombramiento de un nuevo presidente, el temible general Gilbert Dienderé, jefe del regimiento en cuestión.
Burkina Faso, palabra que significa "país de los hombres íntegros" nunca conoció la democracia en su historia. Desde el fin de la colonización, no ha conocido más que golpes de Estado, revoluciones y dictaduras. A pesar de haber organizado en varias ocasiones las elecciones, nadie puede asegurar que hubo democracia real.
Cuando el capitán Thomas Sankara tomó el poder en 1983, se inició una revolución popular. Sankara era un revolucionario carismático, verdadero patriota, anti-imperialista consumado. Pero su sistema político era muy poco realista en un mundo cada vez más globalizado, en el que se cruzan intereses de los potentes. Hizo solamente cuatro años como jefe de Estado y fue asesinado por su íntimo amigo, Blaise Compaoré. Sin embargo, a pesar de ser un dictador también golpista, marcó la consciencia popular en toda África, en su calidad de patriota sincero y luchador por la autonomía del continente. Su sucesor Compaoré reinó durante 27 años haciendo y deshaciendo las constituciones para ser elegido y reelegido.
En África, circula una idea perversa de la democracia que consiste en pensar que ésta se resume en organizar las elecciones generales. Pues es una idea muy minimalista. No es suficiente poner su voto en una urna para que haya una verdadera democracia. Es importante ante todo la libertad de expresión, la consciencia de estar orientando el destino de la nación, un conocimiento amplio de los desafíos nacionales e internacionales por parte del pueblo, el debate contradictorio de los actores políticos, los medios mediáticos y financieros bien repartidos para hacer campaña etc. Desgraciadamente, muchos se aprovechan de la ingenuidad del pueblo adormecido o ignorante para mantenerse en el poder bajo el paraguas de las elecciones.Todos los dictadores presumen de representar la voluntad popular sencillamente por haber organizado las elecciones donde salen elegido con una abrumadora mayoría. Si la democracia fuera solamente eso, toda África sería una tierra democrática.
El año pasado, el dictador Compaoré quiso cambiar la Constitución para perpetuarse en el poder. El pueblo se echó a la calle y le expulsó del palacio presidencial obligándolo a huir a Costa de Marfil. Todos pensaban que la revolución se había consumado. Sin embargo, ahora vemos que la revolución se frustró. No llegó hasta el final. Se tenía que haber limpiado del escenario político de todos los que hicieron de Burkina Faso un país de corrupción y de impunidad. No fue así y las consecuencias está allí. Nadie sabe que hacer con el RSP, es decir el Regimiento de la Seguridad Presidencial, una tropa al que un periodista llegó a llamar "una bomba en la democracia".
Gilbert Dienderé, el nuevo presidente auto-proclamado es un viejo conocido en toda la historia reciente de Burkina Faso. Fue él qui leyó el comunicado del golpe de Estado de Sankara en 1983. Fue también él quién dirigió el pelotón de ejecución del mismo Sankara en 1987. Dos años más tarde, ayudó al fracaso del golpe de Estado contra su amigo presidente Compaoré. Desde entonces, dirigió con una mano de hiero RSP, el regimiento de militares de élite, super entrenados y mejor equipados que el resto del ejército. Pero ha siempre sido ante todo el hombre de confianza de Blaise Compaoré, es decir, el que lleva en sus manos todos los trapos sucios del difunto régimen.Ahora, se auto-proclama presidente y asegura que garantizará la democracia. ¿De qué democracia estamos hablando?
El golpe llega cuando el gobierno de transición muy consensuado después de la revolución ciudadana del año pasado ultimaba los preparativos para las elecciones generales el 26 de octubre. La cuestión que uno se puede hacer es: ¿a qué viene este golpe un mes antes de las elecciones? ¿Por qué tienen miedo los golpistas a los resultados de las urnas? La única respuesta obvia es que se les estaba escapando el control de las riendas del país y además, parece que el gobierno de transición estaba a punto de publicar los resultados de la investigación sobre la muerte de Sankara.
Solamente cabe decir que la Revolución del pueblo burkinabés fue frustrada y siempre en esos casos, es el pueblo quien sale perdiendo. El fin de Compaoré no supuso el fin de su sistema.
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