Toby Lanzer, el coordinador de la ayuda humanitaria de la ONU en el Sudán del Sur acaba de ser expulsado del país por el gobierno central. Su culpa: haber dicho en términos claros que el Sudan se está encaminando hacia un Estado fallido. La verdad es siempre muy difícil de encajar porque toca donde uno quiere tapar y te descubre donde estás escondido. Ese señor dijo en voz alta lo que todo el mundo dice en voz baja: todo se desmorona en Sudán del Sur.
Todo empezó después de la independencia de este país el 9 de julio de 2011 cuando, después del referendum, Sudan del Sur deviene el país número 193 de la ONU. Los amigos de ayer, aliados contra Khartoum forman un gobierno de coalición donde Salva Kiir es presidente y Riek Machar deviene vice-presidente. Pocos meses después, las rivalidades eternas entre los dinkas y nuers estallan y Salva Kiir expulsa a Machaar acusándole de querer fomentar un golpe de Estado. Una guerra sangrienta se extiende en el interior del país. Miles de personas mueren en los enfrentamientos, otros son matados a sangre fría por su pertenencia étnica y muchos sudaneses se ven obligados a dejar sus hogares desplazándose hacia lugares seguros.
El presidente de Uganda apoya militarmente a Salva Kiir y consigue recuperar algunas ciudades pero las fuerzas reales a Machaar no se rinden y ocupan muchos pequeños pueblos. Las fuerzas de la ONU en el país se quedan como observadores sin permiso de intervenir. El país se hunde lentamente. Las negociaciones para reconciliar a los dos hombres fuertes no llegan a nada.
En resumen, el petróleo del Sudán del Sur está siendo utilizado para matar a sus propios hijos. En lugar de construir escuelas, hospitales y carreteras, los dos bandos se dedican a comprar armas y municiones para auto-destruirse. Estamos a un paso de un Estado fallido.
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