Las lenguas se desatan unos días antes de la
visita del Papa a Centroáfrica como última etapa de su gira por África. Los
medios internacionales empiezan a dudar de esta visita por la peligrosidad de
la situación y la espontaneidad del papa Francisco, quien casi siempre salta
los protocolos de seguridad para acercarse más al pueblo. ¿Irá Francisco a
Centroáfrica?
El programa del papa en Bangui tal como lo
publicó el Vaticano es muy ambicioso. Cualquiera que lo lee se pregunta si es
posible realizarlo en su formato original o incluso si es responsable llevarlo
a cabo. Pero seguramente, el Papa sabe lo que hace.
Tres son los momentos más llamativos en una
situación como la del país visitado: la visita a los campamentos de refugiados
del aeropuerto, la visita a la mezquita central de Bangui y la misa
multitudinaria en el estadio nacional.
Para ir al campamento de los desplazados, el
Papa tendrá que hacer el trayecto que va del centro de la capital hacía el aeropuerto.
Pasará por el barrio convulso llamado "combattant" donde circulan a
sus anchas los temibles milicianos antibalaka. Son los milicianos de este
barrio los que están poniendo a todo Bangui en jaque los últimos días, matando
indiscriminadamente a los que ellos consideran adversarios y mutilando sus
cadáveres. Concretamente hace tres semanas pararon el coche de una delegación
de musulmanes de la facción seleka UPC, invitados por la presidencia, y los
asesinaron sin miramientos. Nadie sabe lo que quieren ni cuáles son sus
reivindicaciones más allá de sembrar el terror derramando la sangre. Se supone
que los antibalaka no tienen ninguna intención de obstaculizar el viaje del
Papa pero siendo grupos incontrolables, ¿quién puede asegurar que se mueven con
racionalidad o no puedan ser instrumentalizados por otros?
La catedral de Bangui dónde el Papa abrirá la puerta para el año de la misericordia.
La visita a la mezquita no es menos
peligrosa. Para llegar a la mezquita, el Papa y su séquito tendrán que pasar
por barrios muy hostiles a los musulmanes, repletos de milicianos antibalaka
también muy propensos a apretar el gatillo. Muchas veces esos jóvenes se mueven
por rumores, prejuicios, falsas informaciones, ideología, etc. El hecho mismo
que el Papa vaya a visitar a sus enemigos puede ser una razón para convertir el
camino en algo intransitable. Para ellos, cualquier pretexto es bueno para
iniciar un sinfín de violencias, venganzas o represalias.
Por otro lado, los milicianos musulmanes
alrededor de la mezquita central, aunque dicen esperar al Papa como una
bendición, nadie puede prever su reacción. Entre ellos existen facciones, cada
una con sus objetivos. Hay quienes creen que algunos operan en complicidad con
algunos grupos de los antibalaka para desestabilizar el gobierno de transición.
Hace poco tiempo, una facción de esos milicianos amenazó con insultos al
arzobispo de Bangui y a la delegación vaticana que éste conducía en el marco de
preparar la visita del Papa. Bien es verdad que los representantes oficiales de
los musulmanes condenaron lo ocurrido pero en la situación de Centroáfrica, los
representantes de las confesiones religiosas no tienen control sobre los
criminales organizados que andan sueltos y que muchas veces hacen sus fechorías
en el nombre de la fe.
Precisamente el barrio del km 5 dónde está
ubicada la mezquita central lleva dos años cercado por los antibalaka. Los
pocos musulmanes que quedan en Bangui se encuentran recluidos allí sin
posibilidad de movimiento por miedo a encontrarse con los antibalaka. Ellos
mismos hablan de una cárcel gigante a cielo abierto. Allí estos últimos
momentos se encuentran concentrados los sucesivos enfrentamientos entre las
distintas bandas. Se cuenta que cada semana mueren unas 50 personas
principalmente en este barrio y a sus alrededores. Es allí donde el Papa piensa
ir a encontrarse con los musulmanes en un gesto altamente simbólico para la paz
y la reconciliación.
Por último, el Papa piensa celebrar una misa
multitudinaria en el estadio nacional. El lugar del estadio no presenta ningún
problema real de seguridad ya que se sitúa en uno de los barrios más seguros.
En este caso el problema no es la ubicación del evento sino la concentración de
miles de peregrinos venidos de todos los rincones del país en una capital poca
segura. La Conferencia Episcopal prevé que cada diócesis envíe grandes delegaciones
para el acontecimiento. La pregunta que cada uno se hace es la siguiente: ¿Conseguirán
los peregrinos transitar con seguridad por las regiones de alta peligrosidad
que controlan los distintos grupos armados?¿Cómo proteger a tantas personas en
una ciudad explosiva si ya las fuerzas internacionales están desbordadas a la
hora de proteger a los habitantes habituales de Bangui?
Por otro lado, no hay que olvidar que la
presencia del Papa supone un número elevado de los visitantes extranjeros,
obispos de los países vecinos, periodistas de los distintos medios
internacionales a parte del séquito personal del Papa, etc. Todo esto supone un
desafío de seguridad. A esto hay que añadir que esta visita del Papa coincide
con la época de tensiones electorales propias de una campaña política, que
tampoco se sabe muy bien como se llevará a cabo para que sean unas elecciones
transparentes.
Por el momento, a pesar de que Francia haya
aconsejado la anulación del viaje, las autoridades de transición en
Centroáfrica insisten en mantener la visita confiando en la providencia. El
mismo Papa afirma que tendrá su palabra y los ciudadanos centroafricanos
esperan la llegada del Pontífice como una bendición y un empujón hacia la paz
entre las distintas comunidades.
Para finalizar solo cabe una pregunta ¿es
este el mejor momento para la realización del viaje?.
Gaétan
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