"China está haciendo lo
que nuestros colonizadores tendrían que haber hecho hace mucho tiempo".
Esta frase tan rotunda no viene de un sencillo campesino africano sino del mismísimo
presidente de la Unión Africana, el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe. La
pronunció en la cumbre China-África en Johanesburgo el viernes 4 de diciembre
de 2015 antes una treintena jefes de Estados africanos en agradecimiento al
presidente chino Xi Jinping.
La cumbre China-África viene
a marcar un punto de inflexión en las relaciones entre el gigante asiático y el
continente africano. Durante su discurso, el presidente de China prometió un
préstamo en parte muy barato o en parte sin intereses de 60 mil millones de
euros. Este dinero será destinado al desarrollo en las áreas de la agricultura,
industria, reducción de la pobreza etc. También prometió una ayuda directa de
60 millones de euros para las operaciones de mantenimiento de la paz que lleva
a cabo la Unión Africana en distintos países y una ayuda humanitaria inmediata
de 140 millones a los países azotados por la sequía u otras desgracias
naturales.
El anuncio del presidente
chino a los presidentes africanos levantó un caluroso aplauso de los asistentes
y una euforia generalizada sobre todo el continente negro. China se mete así de
lleno en África.
En realidad, China ya está en
África desde hace mucho tiempo. Su táctica para entrar fue muy sutil y bastante
atractiva. Ofrece infraestructuras que ejecuta en un tiempo récord, ofrece
préstamos baratos y sin largas negociaciones y, sobre todo, se abstiene de
entrometerse en las políticas internas de los países con los que trata. Esto
hace que nadie se de cuenta de su discreta entrada en la casa africana y que nadie
se haga preguntas sobre su agenda secreta.
En muchos países, ya ha construido
estadios de fútbol como el de Bangui en Centroáfrica, hospitales, carreteras como en Kinshasa, en
la República Democrática del Congo, terminales de aeropuertos como el de Maputo
en Mozambique etc. Hace poco ofreció a la Unión Africana un extraordinario
edificio de 20 pisos como signo de amistad y en la actualidad, tiene a más de
un millón de chinos en el continente y más de 200 mil millones de euros de
inversión al año. Sus bancos acaban de firmar un contrato para financiar el
ferrocarril de la Comunidad del África del Este (EAC) que cruzará Kenya, Uganda
y Rwanda. Son gestos que dan a China una ventaja sobre Occidente en el futuro
mercado africano.
¿Qué busca China?
Pregunta fácil con una respuesta
también fácil. China busca lo que todos los países industrializados buscan, ni
más ni menos. África es el continente que tiene todavía todos los recursos
naturales en grandes cantidades y carece de tecnología para explotarlos con sus
propias empresas. Necesita dinero para funcionar y también para poner en marcha
sus proyectos de desarrollo. Tanto Occidente como China necesitan de los
recursos para alimentar su industria. Por tanto, si China va a África, no es
por ser buen samaritano sino por hacerse con lo que le interesa. La diferencia
entre China y Occidente radica en las maneras y los métodos utilizados.
En la actualidad, China está
explotando el petróleo en Sudán, el coltan en la República Democrática del
Congo, la madera en Mozambique, el cobre en Zambia. Hace tres años firmó un
contrato de explotación del petróleo de Centroáfrica etc. En definitiva, China
coge todo lo que le cae a la mano y no hay ningún país africano que escape a su
presencia.
¿Qué opinan los africanos?
Si preguntas a un ciudadano de a
pie en África, te dirá que prefiere más a China que a Francia o Inglaterra.
Parece ingenuo,pero es así. Muchos africanos te dicen: "si en los 50 años
de independencia aliados con Occidente, no ha habido desarrollo, cambiemos de
aliado para una nueva experiencia".
El sentimiento del
neocolonialismo occidental está tan arraigado que la gente ve con recelo la
presencia de los europeos en el suelo africano. En cambio, China parece tener
una acogida generosa, parte por su estrategia que consiste en realizar obras
grandiosas a los ojos de los ciudadanos (estadios, centrales eléctricas,
hospitales, etc.) y parte por su virginidad en cuanto a la colonización.
Comparando con Occidente, muchos africanos opinan que China hace mucho en poco
tiempo frente a la hipocresía de los países occidentales que pretenden dar
lecciones de democracia y de los derechos humanos, a la vez que apoyan los
regímenes dictatoriales.
Aunque, los más avisados, perciben
con recelo la presencia masiva de los chinos, la opacidad de sus contratos y el
apoyo indirecto a los dictadores.
En primer lugar, cuando hay una
obra de construcción, China suele traer a sus propios materiales y su propia mano
de obra por lo que, no hay creación masiva de empleo para los trabajadores
locales, ni se potencia la compra de materiales en los países donde se realizan
las obras. En este sentido, la presencia de China es negativa.
En segundo lugar, nadie sabe qué
tipo de agenda secreta tiene China al ofrecer cantidades ingentes de dinero a
los países africanos. De hecho, en muchos países, ya ha empezado a comprar
terrenos inmensos o explotar los minerales sin que la población tenga tiempo de
reaccionar.
En tercer lugar, el hecho de que
China no insista en el tema de los derechos humanos y la democracia como lo
suelen hacer los países occidentales –entre otras cosas porque ellos no lo
practican-China se presenta como un apoyo fuerte a los dictadores que se
aferran al poder pisoteando los derechos de sus ciudadanos.
En definitiva, China seduce por
su respeto a las instituciones locales, su rapidez y eficiencia en las obras, su
pasado limpio del colonialismo y, sobre todo, su dinero. Pero, ¿sabrá hacerlo mejor
que Occidente o será una hipoteca aún mayor?
Gaetan
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