Gaétan Kabasha: “El
tesoro de mi vida es mi fe”
Mirada 21 entrevista
al capellán del hospital Clínico de Madrid, quien asegura que su labor
fundamental es "consolar y santificar". Además, repasa su
trayectoria, llena de pruebas, en Ruanda y la República Centroafricana.
Por Paula Carrasco - febrero
15, 2017
Durante la espera en la
puerta G del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid, es hora de repasar las
preguntas para un hombre que atravesó fronteras y caminos difíciles de andar.
Se trata del capellán del hospital, Gaétan Kabasha, quien teniendo una historia
increíble para contar, se conforma con una simple pero muy sincera sonrisa como
carta de presentación.
El Padre Gaétan Kabasha
nació en Ruanda, donde fue testigo del genocidio, motivo por el que se vio
obligado a huir para refugiarse en la República Centroafricana. Pertenece a la
diócesis de Bangasso y fue ordenado sacerdote el 9 de noviembre de 2003.
Trabajó en parroquias de la República Centroafricana, donde realizó una misión
diferente a la que atiende ahora.
Actualmente, vive en
Madrid y es capellán del Hospital Clínico San Carlos. Además está trabajando en
una tesis doctoral de Filosofía y en su obra social llamada AUDE (Asociación
Universidad para el Desarrollo) con el objetivo de financiar a estudiantes
universitarios africanos.
¿Qué labor tiene como
capellán del hospital?
(Comienza entre risas y
con un gesto que indica que son muchas). La labor de un capellán en un
hospital se puede dividir en dos: consolar y santificar.
Consolar significa
que hay que estar al lado del que sufre, acompañar, visitar a los enfermos,
hablar con los familiares que a veces están en un momento muy difícil,
angustiados y cansados. Es abrazar y entender la situación en la que se
encuentran para aliviar un poco y crear un ambiente para quitar la
ansiedad. Santificar se refiere a los sacramentos. El sacerdote lleva la
comunión a los que la piden, da la unción de los enfermos, bautiza a niños que
nacen en peligro de muerte y se encarga de las confesiones para los que quieren
confesarse. El capellán está para pacientes, familiares y personal del
hospital.
(A mitad de la
entrevista, el teléfono interrumpió la conversación; el padre Gaétan cogió la
llamada y luego dirigiéndose a mí preguntó: “¿tienes tiempo?”. Le llamaban para
dar la unción de los enfermos a una paciente y después de “buscarme una bata
blanca” me llevó con él. Pude ver como las palabras con las que el cura
respondió a la primera pregunta cobraban un sentido que es además de coherente,
emocionante y esperanzador.)
El padre Gaetan Kabasha consolando a un enfermo
Así como Santa Madre
Teresa de Calcuta tuvo un “llamado dentro de un llamado” para dedicarse a los
enfermos, ¿usted experimentó algo parecido?
Sí, fue algo así. No sé
porqué en algún momento sentí que estaba llamado a trabajar con los enfermos.
Yo acabé de estudiar aquí en España y volví a África, me ordenaron sacerdote
allí. Estuve trabajando como párroco en una parroquia rural y estuve en
contacto con mucha pobreza en todo sentido. No hay material, no hay
medicamentos, hay niños que están perdidos, aldeanos que viven solos y no
tienen qué comer. Me encargaba del desarrollo, había que construir escuelas,
poner en marcha una farmacia… Por los estudios volví a España y quise trabajar
con los enfermos. ¿Cómo surgió esta vocación? no lo sé, así espontáneamente.
Fue curioso porque como sacerdote te envían a cumplir una “misión” pero en mi
caso yo la pedí. Al principio dijeron que no y me enviaron a una parroquia. Ese
mismo día no me entendí con el párroco y me cambiaron el destino. Eso fue un
misterio, no hubo grandes operaciones, simplemente algo no cuajó. Quizás es
eso, cuando quieres algo al final se cumple.
El Padre Gaétan hace
hincapié en la educación en África.
¿Qué diferencias hay
entre las necesidades de África y las de Europa?
¡Uf, la diferencia es abismal!
África tiene en la base una necesidad económica, y cuando no hay economía las
consecuencias son más dramáticas. En cuanto a España, puede haber pobreza de
otro tipo, digamos que morir de hambre no lo veo. Incluso los que están solos
tienen un sustento, aquí hay seguridad social, en África cada uno tiene que
costearse los gastos, pagar la consulta, los medicamentos, las cirugías,
tratamientos posoperatorios, el ingreso en el hospital y el que no tiene medios
económicos no podrá ser atendido. África es un continente, por lo tanto no
puedo generalizar, pero sí puedo hablar de ciertos países que conozco, donde la
familia es un apoyo muy importante. No se abandona a nadie, ningún anciano está
solo, mientras que aquí hay algunos que están solos porque los hijos trabajan
lejos o los miembros familiares son menos. En África, las familias son más
amplias y su concepto es más grande, pues se mantiene la relación también con
la familia extensa: sobrinos, primos y nietos.
¿Cómo piensa que
hubiera sido su vida si no hubiera tenido que salir de Ruanda?
¡Es una hipótesis
imposible! No lo sé. La historia configura el presente siempre. A lo mejor no
hubiera llegado a España.
En el despacho de la capellanía
¿Cómo se mantiene tan
positivo y alegre entre tanto sufrimiento?
¿Qué vamos a hacer
angustiados? (se ríe fuertemente) ¡Estamos salvados por Cristo! Yo no
entiendo a un cristiano angustiado. La alegría tiene que ser el exponente de
una vida llena de Cristo, tiene que ser esa chispa que brota de una vida de fe.
La alegría es una muestra de esperanza. Incluso en un hospital que es como una
aldea completa donde encuentras de todo. He pasado por tantas desgracias que he
superado ya esa ansiedad de desesperación. Lo que veo ahora no tiene nada que
ver con lo que vi en el pasado y que he conseguido superar y eso es como el
propósito de mi vida. Aquí estoy, contando sobre el genocidio de Ruanda, la
vida en un campo de refugiados… y si no he caído dentro de eso que es mucho más
grave, entonces ¿por qué caería al ver a alguien sufrir o morir? si ya he visto
miles de muertos y millones de personas sufriendo.
¿Cómo fue ese pasado
duro que le tocó vivir?
Fui testigo del genocidio
en Ruanda, viví como refugiado, tuve que cruzar países para llegar a la
República Centroafricana, viví muchos años sin documentos y sin saber de mi
familia. Acabé con el exilio después de 19 años y volví a mi país a ver a mis
padres. Lo más duro fue el conjunto; no ver a mi familia y adaptarte a las
circunstancias. ¿Por qué yo no puedo ver a mi familia?, era lo que pensaba.
Cuando me ordene sacerdote no estuvo mi familia y eso me costó mucho.
¿En algún momento se
enojó con Dios por todas las pruebas que tuvo que vivir?
No, realmente no, no pasé
por eso. En mi caso sucedió lo contrario, llegué a entender que mi historia
tenía que ver con el sacerdocio. Es decir, que Dios permitió de alguna manera
desde su infinita bondad y misterio que pasara por ese mundo que es desconocido.
Porque no han sido muchos los sacerdotes que han vivido dentro de un campo de
refugiados, que han tenido que sobrevivir pasando de pueblo en pueblo, que han
tenido que haber pasado de frontera en frontera o incluso haber pasado casi por
la cárcel y vivir como exiliados. Esto es parte de mi patrimonio y se repercute
seguramente en mi vida sacerdotal, lo quiera o no. Mi vocación tuvo que pasar
por ahí para ser quien soy ahora. Cuando vives la historia dentro de la
historia no tienes tiempo de interpretar. Es hasta después cuando entiendes el
sentido de esa historia; yo lo que vi fue la mano de Dios.
Si tuviera en sus
manos un micrófono con el que todo el mundo pudiera escucharlo, ¿qué diría?
Estar alegres (se ríe).
Eso supone que todo el mundo esté alegre. Al final, la gente está angustiada
porque hay causas, es un sistema que hemos fabricado. Hagamos que el mundo sea
un mundo mejor, donde la gente viva sin angustias ni dolor.
La preocupación del padre
Kabasha es elevar el nivel cultural y espiritual de África, por lo que ha
fundado en España una obra llamada AUDE (Asociación Universidad para el
Desarrollo) con el objetivo de financiar a estudiantes universitarios
africanos.
Algunas de los universitarios que AUDE está apoyando
¿Cuándo y cómo empezó
el proyecto de AUDE?
Estuve en África
intentando trabajar en el desarrollo, pero no es un problema de dinero o de
proyectos. La base de todo son los recursos humanos. Tenía ideas para mis
proyectos y a veces llegaban medios, pero me faltaban recursos humanos. El
problema es la educación. El desarrollo debería tener como base la
educación, el mundo es un pueblo donde manda el más fuerte. Se exige un nivel
intelectual alto, por lo que no basta con una educación básica, necesitamos
formación universitaria. Con esta necesidad nace el proyecto.
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