(Texto original de Mgr Aguirre cuya traducción al francés fue también publicada en este blog)
El próximo 19 de noviembre,
será el más joven Cardenal del Colegio cardenalicio. Monseñor Dieudonné
Nzapalainga, Espiritano, 49 años. Después de estar 3 años como Administrador
Apostólico en Bangui desde 2009, fue consagrado Obispo por el Cardenal Filoni
el 12 de mayo del 2012, es decir hace un poco más de 4 años y llevado
directamente a su sede como Arzobispo de Bangui, Centroáfrica. Hoy ya ha sido
nombrado Cardenal pues su nombre aparece en la lista que el Papa Francisco leyó
durante el Ángelus del pasado 9 de octubre. Una carrera meteórica para un
hombre de mucha valía.
Siempre hay algo que te
sorprende en el rostro de alguien que acabas de conocer: el pelo encrespado,
una boca crispada, un tic inconsciente, mentón pronunciado... En Monseñor
Nzapalainga es su rostro ovalado y su fácil carcajada. En cuanto lo saludas ya
la oyes. Estentórea a veces, burlona otras, escéptica, socarrona o claramente
acogedora, su carcajada es una de las claves de su personalidad. Rechoncho y
bonachón, vino al mundo el 14 de marzo de 1967 en Bangassou, el 5º de una
familia de 14, se educó desde crío en nuestro seminario menor y lo mandamos al seminario
medio y al mayor cuando decidió entrar en la congregación de los Padres del
Espíritu Santo (Espiritanos). Ayer me escribía diciéndome que "el no sería
nada sin la educación que recibió en Bangassou". Ni hay que decir que
Bangassou ha sido honrada con esta nominación. Recuerdo aquel 9 de Agosto del
1988 cuando fue ordenado sacerdote en la Tribuna de la catedral. Yo había sido
consagrado Obispo de Bangassou unos meses antes y ayudé al que era entonces
Obispo titular de Bangassou, Mons Maanicus, espiritano como él, durante toda la
ceremonia. Fui el segundo en imponerle las manos y no podré olvidar la reacción
de su madre: se puso rabiosamente a bailar. Uno de esos bailes africanos,
ululando con su garganta y sus labios y golpeándose suavemente en ellos con los
dedos, produciendo asi un "Uh uh uh..." tan característico de la
alegría africana. Su madre rebosaba de alegría. Era protestante, de la Iglesia
bautista. Era extraordinaria, era la gran mujer que hay detrás de todo gran
hombre, era su madre.
El cardenal Dieudonné Nzapalainga el día 19 de diciembre de 2016 en Roma.
El cambio de siglo le pilló
por Marsella, en un centro juvenil espiritano, pero a los 42 años era ya el
candidato para regir la diócesis de Bangui, entonces en profunda crisis. 3 años
como Administrador Apostólico. Una archidiócesis casi en quiebra técnica y que
él supo levantar, dirigir, conducir y sanear. Ya desde entonces no tuvo miedo
de tirarse al ruedo. Nada de mirar corruptos y violentos desde la barrera. Con
el barro al cuello nos pilló a todos la llegada de los temibles Seleka,
musulmanes radicales que saquearon el país y nos obligaron a mirar hacia la
Meca durante 9 meses. Era marzo del 2013. Tragamos carretas y carretones. Toneladas
de violencia y amarguras sin fin como ya os he contado en otros artículos. A
finales de 2013 otra rebelión peor que la de los Seleka, los anti-balaka- nos
estalló en la boca del estómago. Un 5 de diciembre me tuve que esconder en un
barrio musulmán durante 24 horas y Monseñor Nzapalainga envió tropas de la ONU
a sacarme de allí. Me llevó a su casa y allí me encontré con el Imán de la
Mezquita de Bangui, Kobina Layama, refugiado en el arzobispado desde hacía
meses, su cabeza puesta a precio, porque los dos, arzobispo e Imán, junto con
un Pastor protestante, gritaban a los cuatro vientos que con la paz todo se
gana, que sin paz todo se pierde. Asi nacía la Plataforma interreligiosa por la
paz, que tanto ha predicado y defendido la tolerancia, el perdón y el respeto. La
ciudad de Bangui (y el resto del país) se dividió entre musulmanes y no
musulmanes, entre escenas de horror y crímenes contra la humanidad. Monseñor
Dieudonné no se salió nunca del ruedo. Siempre habló alto y sereno, fruto de su
espiritualidad espiritana, que no todos los musulmanes centroafricanos eran
selekas, que no había que pagarla con ellos. Erre que erre lucho por la paz,
gritó por la paz y la tolerancia, expuso su vida y recibió aplausos, silencios
y abucheos, indistintamente, sin descomponer el rostro ni apagar su sonrisa. Una
columna de bronce en medio de una estabilidad que se descomponía a trozos.
Todos los obispos de Centroáfrica luchamos por la cohesión social. El tuvo que
emplearse a tope. La paz se nutre con el diálogo y éste se fragua abandonando
las armas. Sentarse y hablar es su arma
más eficaz.
Aunque nunca faltó su
carcajada, hubo momentos en que lo tuvo crudo. Quizá recordéis el nombre de la
gran avenida de Bangui que divide la comunidad musulmana de las otras, avenida
del Teniente Koudoukou que llega hasta el temible Kilómetro 5 (P.K.5). Antes de
la llegada de Papa Francisco a Centroáfrica el 29-30 de noviembre de hace casi
un año, era un avispero donde había francotiradores que impedían a los
habitantes de un barrio de pasar al otro. A mitad de la avenida está la
Mezquita central de Bangui la única de las 23 mezquitas de Bangui que aún queda
en pié. Recordad como Papa Francisco fué allí a pedir perdón y respeto , entró,
se descalzó, rezó, saludó a todos y luego invitó al Imán Tidjani a subir al Papa
móvil. Fué un gesto providencial. Jóvenes con gafas de sol y kalachnikov en
bandolera decidieron dejar libre la vía y los barrios se reencontraron gracias
al gesto de Papa Francisco. Unos meses después, otros grupos radicales
impusieron un checkpoint para volver a cerrar la avenida. Monseñor Nzapalainga
(cuyo nombre en lengua sango significa "Dios sabe") reaccionó de
inmediato y organizó una "caravana de la paz", se posicionó entre los
violentos y, sólo y a pié, empezó a recorrer la Koudoukou. Las armas callaron y
un río de gente siguió a su pastor. Los que seguían "debían
obligatoriamente dejar las armas". Podían haberle pegado un tiro. Pero
ganó la apuesta. Durante la ceremonia en la que recibirá la birreta de
cardenal, el Papa de dirá que es roja, como "roja es la sangre que
estaréis dispuestos a derramar para incremento de la fe cristiana y por la
paz..." Aquel día Monseñor Dieudonné arriesgó la vida con valor, pero la
avenida no se cerró, las armas callaron y las escenas violentas cesaron. Imitó
a Papa Francisco que abrió las puertas de la Catedral de Bangui una semana
antes que en Roma, para que paz entrara y los odios se diluyeran. En Bangui
empezó el Jubileo de la Misericordia.
Cardenal viene del latín
(cardo) y significa bisagra, gozne... Los 213 cardenales electores (de menos de
80 años) son la articulación que permite abrir las puertas y ventanas de la
Iglesia. No sólo permiten elegir un nuevo Papa, sino que además serán
esenciales para la paz de sus pueblos. Yo creo que, detrás de la persona
elegida por méritos propios, hay un engranaje en clave de geo política que hay
que mirar con lupa. Igual me equivoco, pero creo que el país elegido por el
Papa para su visita africana, no era solamente un país en el corazón de África,
sino además era el país más pobre, más indefenso, el eslabón más frágil...
idóneo pues para hacer de pasillo para que el radicalismo islámico pudiera
penetrar en el centro del continente africano. Creo que el dinero del petróleo
y los radicales ya lo intentaron por el Sudán y fue un fracaso, porque
protestantes y católicos del Sud Sudán fueron una barrera y no pasaron del
Darfur, limitando con el Chad amigo. Papa Francisco no eligió ni el Camerún, ni el Congo Brazza ni el Chad.
Vino a Centroáfrica y se hubiera tirado "en paracaídas" (según sus
palabras) si no le hubieran permitido venir. Ahora elije un cardinal
centroafricano, no de otro país limítrofe. El siguiente paso será, creo yo, reforzar
las diócesis limítrofes a las zonas radicales para hacer barrera y evitar el
horror y la agresión flagrante a los derechos humanos que supondría la llegada
de criminales como los del Boko-Haram o del Isis al corazón del continente.
Mgr Juan José Aguirre, obispo de Bangassou
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