La República Centroafricana no acaba de encontrar la paz. Una y otra vez, estallan los enfrentamientos en algún lugar de ese inmenso país sin que nadie consiga pararlos y evitar la muerte de los inocentes.
En la actualidad, los cascos azules están desplegados en todas las grandes ciudades e intentan mantener la paz. Bangui, la capital, está prácticamente seguro al menos en los barrios céntricos. Los barrios periféricos siguen bajo amenaza de los delincuentes qui actúan de atracadores la noche pero en general, durante el día, se puede circular. Los musulmanes empiezan a circular con seguridad en medio de la ciudad. No se puede decir lo mismo de Bambari u otras ciudades donde prácticamente las zonas están repartidas entre los seleka y los anti-balaka. La calma es aparente pero en cualquier momento, la violencia puede volver a manifestarse.
En estos dos días, estallaron enfrentamientos en dos ciudades diferentes: en Bambari, los anti-balaka mataron a un musulmán. Para vengarse, los seleka emprendieron acciones de represalias. La ciudad que llevaba meses en aparente tranquilidad volvió a encenderse. Los enfrentamientos cobraron la vida de más de 20 personas y numerosos heridos. En Bría, más al nordeste, ciudad del diamante, los pastores nómadas llamados Peuls, de confesión musulmana, mataron a un joven sospechándolo antibalaka. Los jóvenes de otras religiones, en represalias, atacaron a los peuls. Se está hablando de más de cinco muertos y la situación sigue muy tensa.
Todos esos enfrentamientos tienen lugar en ciudades custodiadas por las fuerzas internacionales.
El país se prepara a celebrar las elecciones generales en octubre para elegir a un presidente y a los parlamentarios. Nadie sabe, a día de hoy, si esas elecciones tendrán realmente lugar en un país donde las bandas enfrentadas siguen con sus armas.
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