Del 11 al 13
de mayo de 2016, se celebró en Ruanda el foro económico mundial sobre la
conexión de la economía africana a las nuevas tecnologías. En este foro,que se
equipara al foro de Davos en formato africano, participaron más de 1.500
invitados de todo el mundo entre loscuales 10 presidentes africanos, los
máximos dirigentes del Fondo Monetario Internacional, la presidenta de Oxfam,
el exprimer ministro británico Tony Blair, el magnate nigeriano Alika Dangote,
el presidente del Banco Africano de Desarrollo, entre otras personalidades.
La República
de Ruanda ocupa un pequeño territorio enclavado entre cuatro países sin salida
al mar. Además, desde hace veinte años se la recuerda por el drama de la
guerra, el genocidio y la avalancha de los refugiados. Nadie podía imaginar que
pudiera organizar con éxito un foro de esta magnitud.
Este hecho
confirma, en contra de los afro-pesimistas, que África sigue siendo un
continente del futuro y con posibilidades. Ya, en algunos países, se
puede vislumbrar cierta emergencia a pesar de las dificultades. Para organizar
un evento de esta categoría, hace falta no solamente medios logísticos
(hoteles, transporte, salas, internet, energía etc.) sino también recursos
humanos cualificados y estabilidad dentro del país.
Cabe esperar
que dentro de poco, se podrá organizar estos eventos, también, en otros países africanos,
pero es importante que se plantee, desde ahora, una nueva manera de mirar el
futuro del continente. Resulta necesario poner en marcha los proyectos que
puedan asegurar que el continente africano esté a la altura de la
mundialización. Ya no vale pensar solamente en la alfabetización o la educación
de base, sino ir más allá y plantear la formación universitaria de calidad.
En 1998, el
presidente chino Jiang Zemin decidió invertir en la educación universitaria de
su país para asegurar que sus universidades figuren en las primeras en el
ranking mundial y así adaptar su economía al mundo. Hoy en día, gracias a esta
decisión de gran trascendencia y muchas otras razones, China cuenta entre los países
con un desarrollo sostenido en la economía del conocimiento. La inversión en la
formación de alto nivel está permitiendo a China visibilizar su desarrollo
industrial y su economía basada sobre la tecnología. En menos de diez años,
China pasó de un millón de estudiantes universitarios a cinco millones. Esto
nunca puede pasar desapercibido en la vida real de un país.
Eso mismo es
lo que África necesita, y debe hacer, adaptándolo, evidentemente a sus
realidades económicas, culturales, sociales y geopolíticas. No vale cortar y
pegar lo hecho en Occidente y transferir la ciencia y la tecnología, sin más. Es
necesario toda una visión y una misión clara.
El problema
principal de África no es que falte comida, medicina o recursos económicos,
etc. El problema es que falta desarrollo. Y si alguien quiere ver a este
continente emerger en el futuro, tiene que plantear seriamente el tema del
desarrollo. No se trata de mantener a gente en la dependencia eternamente, sino
de dar a los africanos las herramientas para que sean autosuficientes. Y a todo
desarrollo requiere dos requisitos imprescindibles: estabilidad y educación.
Un país como
Ruanda, capaz de organizar un foro internacional de la economía con tantas
personalidades del mundo del negocio y de la política, necesita afianzar su
estabilidad y sus infraestructuras pero, sobre todo, sus recursos humanos. Está
claro que en estos países que están emergiendo, se necesitan ingenieros,
médicos, profesores, técnicos, estadísticos, analistas, pensadores, letrados,
etc. Ningún país del mundo se ha desarrollado sin pasar por la vía previa de la
educación.
Con un grupo
de amigos amantes del desarrollo, hemos querido proponer un proyecto típico y
original para formar cuadros competentes en África, empezando por Ruanda.
Se articula
utilizando la figura asociativa sin ánimo de lucro, bajo la denominación
Asociación Universidad para el Desarrollo en África (A.U.D.E.).
Un estudiante en la Universidad de
Ruanda (foto
del autor)
No se trata de proporcionar
educación de base, que en muchos países ya se está haciendo bastante bien,
aunque todo merece mejorar. Tampoco se trata de enseñanza secundaria. Hemos
observado que un universitario en África es una referencia clave del desarrollo
y, por ello, se ha optado decididamente por la formación universitaria y se
orienta a formar universitarios
Muchos de los
problemas que se encuentran en algunos países de África son debidos, de una
parte, a la ignorancia: la superstición, la manipulación, la violencia gratuita,
los grupos armados etc. y, de otra, a la falta de planificación, organización y
gestión.
Nuestro proyecto
consiste en conseguir socios-protectores en Europa para que, estudiantes con
capacidad para realizar estudios universitarios y sin recursos para ello, puedan
acceder a la formación universitaria y, de este modo, ir formando universitarios
en África, comenzando por Ruanda. Pero el estudiante beneficiario se compromete,
cuando finalice sus estudios y comience a trabajar, a ingresar automáticamente
en la Asociación como socio-protector. De esta manera, se hace una cadena de
solidaridad que empieza en Europa y continúa en África. Llegará un momento en
el que los socios beneficiarios sean el número suficiente para lograr
auto-desarrollo.
La originalidad
del proyecto gira en torno a dos ejes: el primero es que el donante sabe a
quién dona y puede seguir su trayectoria universitaria e incluso asistir a su
graduación; el segundo es que la ayuda es como un crédito que acaba creando
auto-desarrollo, es decir que el estudiante graduado se convierte en socio en
su propio país, en cumplimiento del compromiso adquirido. Poco a poco, llegará
un momento en el que la asociación ya no necesitará de los socios europeos sino
más bien de los autóctonos.
Gaetan Kabasha.
(este texto fue publicado en el blog de El Pais titulado África no es un país)
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