jueves, 23 de mayo de 2024

Los tiempos de transición geopolítica en África subsahariana


Dr. Gaetan Kabasha

(Conferencia dictada en Jornadas de Geopolítica africana organizadas por la Universidad Complutense (CEDAF-UCM) del 21 al 22 de mayo de 2024 en el Campus de Somosaguas)

Estamos en una convulsión general al nivel mundial que podría terminar cambiando el tablero geopolítico global. Las diferentes guerras y los conflictos larvados así que el posicionamiento de unos y otros ponen de manifiesto el surgimiento de los nuevos ejes dónde gravitan los países. Todo indica que los centros del poder se están desplazando o multiplicando de tal manera que asistimos al resurgimiento de los nuevos polos de atracción y al debilitamiento de los antiguos. No cabe duda de que todo esto acabará en un nuevo orden mundial y una nueva gestión de los asuntos del mundo. ¿En qué punto de sitúa África en este panorama? Es lo que vamos a intentar desglosar en esta intervención.

Para entender lo que está pasando en África, es importante dividir su historia reciente en tres períodos que se relacionan a la geopolítica global en los últimos tiempos: el período de las independencias, el momento de la caída del muro de Berlín y el momento actual. Veamos brevemente cada momento.

Período de las independencias

La mayoría de los países africanos subsaharianos salieron de la colonización en los años 1960. Como todos sabemos, era una época de la Guerra Fría. El mundo era bipolar. Todos los países descolonizados tuvieron que alinearse a Occidente o a la Unión soviética. La orientación política y el sistema económico no fueron algo original sino un calco de los dos sistemas existentes (el capitalismo y el comunismo), todos ellos inventados y desarrollados en los universos mentales y culturales diferentes. Durante este período, los dirigentes africanos que quisieron tomar un camino propio o inventar un sistema acorde con las aspiraciones culturales propias fueron marginados, combatidos o incluso matados[1]. Todos los golpes de Estado observados en el continente tenían su origen en el hemisferio norte o al menos recibían su bendición[2]. Cualquier cambio de gobierno estaba siempre auspiciado por los países llamados generalmente imperialistas. En este sentido, se llegó a acuñar un concepto nuevo llamado “el neocolonialismo” como para decir que la colonización había cambiado de modalidad pero no se había ido.

La caída del muro de Berlín

La caída del muro de Berlín en noviembre 1989 fue seguida por el desmoronamiento de la URSS en diciembre 1991. Este hecho marcó una convulsión global y un cambio global en el panorama geopolítico. El mundo pasó de la bipolaridad a la unipolaridad. El fenómeno se celebró como el triunfo del capitalismo sobre el comunismo. A partir de este momento, todos los países subdesarrollados tuvieron que orientar su política al único centro de gravedad que quedaba, es decir a Occidente capitaneado por los Estados Unidos.

En el marco de África, el giro se dio con el discurso de La Baule cuando el presidente francés, François Mitterrand decretó la democratización de los países africanos. Fue en junio de 1990. El discurso no fue una sugerencia sino una orden ya que los países recalcitrantes quedarían al margen de cualquier financiación occidental. El concepto de Democracia pluralista acuñado y desarrollado en Occidente fue impuesto a África sin que ésta tuviera tiempo de asimilarlo y sobre todo de adaptarlo a sus realidades socio-culturales. El resultado fue un desastre: un sinfín de conflictos tribales, unas dictaduras con barniz de elecciones, unas elecciones etnizadas, una proliferación de demagogia sin proyecto. En algunos casos, se podría hablar claramente de etnocracia en lugar de democracia. Como se puede observar, en ningún momento, África eligió su propio camino. Los centros del poder seguían estando lejos del continente.

Como era de esperar, a pesar de las ayudas y de la asistencia multiforme, no llegaron ni el desarrollo ni el bienestar de los pueblos. Más bien este período se ha caracterizado por los movimientos masivos de la juventud desencantada hacia el mundo desarrollado. El fenómeno migratorio que se observa del sur al norte es un indicio del fracaso de las políticas puestas en marcha en el continente. Todo esto conlleva una cierta frustración de la juventud que no ve en el horizonte señales de emancipación ni posibilidades de cambio. Al mismo tiempo que el desarrollo de Occidente fascina y atrae, la relación de Occidente paternalista con África provoca un rechazo visceral así que ciertas ideologías que se perciben como una degeneración moral.

En los países antiguamente colonizados por Francia todos los fracasos se ponen sobre la espalda del llamado “françafrique”. Se trata de un término inventado para describir la relación nada limpia entre Francia y sus antiguas colonias. Hoy en día este término tiene mala prensa en la mayoría de los jóvenes del continente como fuente de todos los males.

Tiempos actuales

En esto, más o menos a partir de la pandemia del COVID 19, se observa un cambio de mentalidad y una voluntad de cambio drástico en todas las capas de la sociedad africana subsahariana.

Es indudable que África está cambiando mucho. La gestión de la pandemia por parte de los países africanos demostró una cierta autonomía frente al confinamiento férreo de los países occidentales[3] y por una razón u otra, el desastre que se había previsto sobre el continente no llegó.

Más tarde, la guerra entre Rusia y Ucrania demostró una cierta postura equidistante de los países africanos, algo inaudito tenido en cuenta de la histórica alineación del continente a sus mentores occidentales. Esta posición se puede interpretar como una voluntad real de desligarse de la unipolaridad y contribuir a un mundo multipolar dónde cada uno se relacionaría con quien quiere siguiendo sus intereses. Los centros de poder se multiplicarían y ya nadie tendría el monopolio de la verdad sobre los demás. En este marco, hay que entender el nacimiento del otro bloque económico llamado “BRICS” que se posiciona como un contrapeso frente a los Estados Unidos y en el que son candidatos varios países africanos.[4]

Últimamente, esta voluntad de emancipación se ha observado en el Sahel con los golpes de Estados en Burkina Faso, Mali y Níger dónde Francia fue sorprendida por los militares, algo que era impensable no hace mucho. También las elecciones democráticas de Senegal que llevaron al poder al partido PASTEF bajo el liderazgo de unos jóvenes con ideas de cambio sistémico mostraron que el fenómeno ha dejado de ser algo aislado. Evidentemente, todavía queda tiempo para ver qué tipo de cambios operarán estos nuevos dirigentes y con qué medios conseguirán mantener el rumbo. Pensar que estos cambios responden a un plan oculto de Rusia sería quedar en la superficie. En mi juicio, Rusia aprovecha una situación de vacío y se deja querer como brazo armado capaz de contrarrestar Occidente en el caso de que éste quisiera retomar el control.

¿Cuáles son las causas de este nuevo posicionamiento?

Los que siguen de cerca la situación local en África se han dado cuenta que la juventud actual intenta plantearse preguntas que van en el sentido del cambio sistémico. En algunos países, incluso el sentir de la juventud está claramente en desfase con sus gobernantes que siguen agarrados al sistema tradicional de dependencia al modelo occidental. Esto puede presagiar futuros golpes de Estado o movimientos revolucionarios. En el fondo, la pregunta fundamental que los jóvenes se hacen es la siguiente: ¿A partir de qué momento ha calado en la mentalidad que los países africanos deben vivir indefinidamente de las ayudas exteriores? Si este sistema de ayuda al desarrollo, de cooperación y de asistencia humanitaria no ha conseguido dar resultados en los últimos 60 años, ¿por qué no cambiar de paradigma o al menos cambiar de socios? ¿Qué se esconde detrás del concepto de ayuda al desarrollo que no ha desarrollado ningún país?

Los catalizadores de este cambio de mentalidad frente a lo que se podría llamar “el fracaso de la descolonización” son tres: la globalización de los medios de comunicación, la escolarización lenta pero decisiva y el fenómeno de los movilizadores panafricanistas.

En primer lugar, el resurgimiento de las redes sociales que dan acceso a la información y permiten a cada uno expresar sus opiniones sin barreras está siendo una gran oportunidad para difundir ideas, criticar los sistemas establecidos y entrar en contacto con los que piensan en la misma dinámica. En segundo lugar, se nota que, aunque todavía falta mucho por hacer, bastantes jóvenes cursan estudios universitarios y entran en contacto con la geopolítica global. Son capaces de pensar sobre su presente y su futuro partiendo de las realidades circundantes y del panorama mundial. En tercer lugar, hay que destacar el fenómeno de los panafricanistas que movilizan las pasiones principalmente en las redes sociales[5]. Intentan despertar conciencias sobre la situación de una África dominada, desentrañando los mecanismos de dominación establecidos desde la Segunda Guerra Mundial.

El riesgo potencial sería cambiar de dueño y abrazar a otro peor. Sería perjudicial para el continente cavar duramente un túnel desde una cárcel y abocar a otra cárcel igual o peor. En efecto, en este río turbio, hay muchos países al acecho para ocupar el terreno como si África fuera un territorio sin dueño, incapaz de auto-gobernarse o de poner en marchas sus propias políticas de desarrollo. Rusia, China, Turquía, India y otros países están empujando para establecer relaciones privilegiadas en el continente y nadie ignora que un error en los planteamientos puede ser fatal por las próximas décadas. No se trata de salir de un sistema neocolonial para ponerse bajo dependencia económica o política de otros sistemas. Se trata de establecer lazos de cooperación beneficiosos para todos los implicados; lazos que respeten la dignidad de cada pueblo y su capacidad de decidir sobre su destino.

Las amenazas potenciales

No podemos concluir sin identificar las amenazas potenciales capaces de frustrar este nuevo sueño de los africanos: en primer lugar, existe la posibilidad de represalias de parte de Occidente que no se dejará evacuar fácilmente de un continente repleto de recursos. La humillación y el miedo de verse sustituido por sus rivales directos (Rusia y China) pueden desencadenar una reacción violenta bajo forma revestida de valores positivos y vendibles a la opinión pública. En segundo lugar, está la voluntad de las nuevas potencias de adueñarse el continente aprovechando su debilidad política, económica y militar. No se escapa a nadie que China está ocupando todos los sectores económicos a cambio de préstamos con bajos beneficios y contratos oscuros. En tercer lugar, viene el error de algunos países africanos de encerrarse a sí mismos por miedo a la nueva colonización. En un mundo globalizado, esta postura sería contra-productiva o incluso suicida. En paralelo a todo esto, hay que añadir el peligro del radicalismo yihadista que socava la convivencia en algunos países africanos. En definitiva, se trata de encontrar un equilibrio inteligente de defienda los intereses de los países; que luche contra la corrupción; que plantee una visión bien elaborada del futuro.

Estamos pues en un momento de transición evidente. Nadie sabe si el cambio será pacífico o como toda revolución, conllevará los dolores. Lo que es real es que la mentalidad africana ya no es la misma. El panafricanismo está teniendo mucho empuje y las voces de un cambio sistémico son numerosas. Los países occidentales harían bien de pensar en un nuevo paradigma de relación basada en el respeto mutuo e intercambio alejado de todo tipo de paternalismo.

 

 



[1] Julius Nyerere con Ujamaa fue mucho tiempo marginado. Sankara que quiso luchar contra el imperialismo fue asesinado.

[2] El asesinato de Lumumba fue organizado por la CIA y Bélgica quienes auparon a Mobutu durante tres décadas.

[3] Tanzania y Burundi no decretaron el confinamiento. Los demás países lo decretaron pero no lo aplicaron de manera estricta.

[4] Países miembros: Suráfrica, Etiopia, Egipto. Los países candidatos: Nigeria, Argelia

[5] Se pueden destacar a Kemi Seba, Nathalie Yamb, Franklin Nyamsi, Alain Foka etc.